¿Está usted vacunado contra las malas ideas?

Escrito por Javier Concepción, para verdadyfe.com

Las ideas como viruses

Una de mis películas favoritas de todos los tiempos es Inception. No solo es dirigida por Christopher Nolan —uno de los mejores directores de Hollywood— sino que su mezcla de acción, profundas ideas y espectaculares efectos especiales se combinan para darnos una experiencia inolvidable. ¿Qué no la ha visto? Pues tiene que resolver eso de inmediato. Vaya y véala. Aquí lo espero. Este artículo no se irá a ningún lado……

¿Ya? No me lo tiene que agradecer. Fascinante, ¿no es cierto? Es de esas películas que uno puede ver una y otra vez.

Además de lo ya mencionado, la trama de la película es una compleja y toca profundos e importantes temas: la naturaleza de los sueños, cómo lidia el individuo con la pérdida de un ser querido, los sentimientos de culpa, las relaciones filiales, entre otros. Pero hay un tema en particular alrededor del cual toda la trama gira y está plasmado en la siguiente cita por el protagonista Dominick “Dom” Cobb, interpretado por el actor Leonardo DiCaprio:

¿Cuál es el parásito más resistente? ¿Una bacteria? ¿Un virus? ¿Un gusano intestinal? Una idea. Resistente… altamente contagiosa. Una vez una idea se ha apoderado del cerebro es casi imposible de erradicar. Una idea que está completamente formada –comprendida en su totalidad– eso se adhiere; justo allí en algún lugar.

Este concepto fue propuesto en la década de 1950 por un profesor de la universidad de Yale llamado William McGuire cuando trataba de desarrollar una teoría del cómo las personas adoptan las ideas a las que son expuestas. McGuire teorizó que las ideas son como un virus que se esparce de persona a persona.1

Es un concepto que invita a la reflexión. En el caso de buenas ideas su esparcimiento o infección es algo bueno. ¿Pero qué pasa si las ideas que nos quieren infectar son erróneas? Entonces, tenemos un problema. Ciertamente sería a nuestro detrimento que ideas perniciosas tomen arraigo en nuestra mente. Después de todo, y cito de nuevo a Dom:

“… aún la más pequeña semilla de una idea puede crecer. Puede crecer para definirnos o destruirnos”.

De hecho, muy temprano en la película, se introduce el concepto del “Inicio” (Inception, en inglés) el cual le da el título a la misma. Este es el concepto de plantar una idea en la mente de alguien y permitir que esta florezca. El resto de la película se enfoca en cómo Cobb planifica y ejecuta un plan para lograr esto.

La Biblia nos relata cómo Satanás ejecutó precisamente esto en el jardín del Edén. En el capítulo 3 de Génesis vemos cómo la serpiente plantó en la mente de la mujer una idea de lo más sencilla: “Eva, no se puede confiar en Dios”. Y luego Eva hizo lo mismo con Adán y desde ese momento esta idea ha infectado a toda la humanidad, con nefastas consecuencias. Una pequeña semilla de idea. Tanto dolor y sufrimiento.

Ciertamente las ideas tienen consecuencias; y las malas ideas producen malas consecuencias. Es por ello que a través de este artículo buscamos contestar la pregunta de cómo identificar, aislar y bloquear las malas ideas de modo que no quedemos infectados por las mismas. En otras palabras, desarrollar un pensamiento crítico y robusto.

Ideas: todos estamos expuestos

Cuando las organizaciones de salud mundiales lidian con brotes de enfermedades infecciosas una de los primeros pasos que toman es tratar de identificar el origen del brote y la fuente o fuentes de infección. Un acercamiento similar debemos tomar en nuestra búsqueda de desarrollar un razonamiento crítico que nos permita defendernos de las malas ideas.

Todos estamos expuestos a ser infectados por ideas desde la más temprana edad. Al principio las fuentes de infección son nuestros padres, abuelos, maestros y pastores. Las ideas son básicas y sencillas. Y en su mayor parte son ideas buenas y necesarias. En esta etapa, todavía no hemos desarrollado un sistema para poder filtrar las ideas a las que somos expuestos. No en balde la expresión de que los niños son como esponjas; lo absorben todo.

En la medida que crecemos las ideas y conceptos a los que nos exponemos son cada vez más complejas y los focos de infección son al mismo tiempo más diversos y discretos. La autora cristiana Nancy Pearcy lo describe de la siguiente manera:

La mayoría de las personas adquieren sus ideas sobre la vida a través de la cultura popular… Las cosmovisiones no vienen normalmente con una etiqueta advirtiendo sobre lo que estamos absorbiendo. No nos piden permiso antes de invadir nuestro espacio mental. En su lugar hay lo que podríamos llamar un secularismo “camuflajeado” que utiliza imágenes e historias para evadir el filtro crítico de las personas y atraparlas emocionalmente, algunas veces sin que estas se den cuenta. Es por ello que es suma importancia aprender las destreza de descifrar las cosmovisiones cuando estas nos alcanzan no en palabras, cuando son fáciles de reconocer, sino en el lenguaje de imágenes, composiciones, trama y caracterización.2

Es en la adolescencia y la adultez temprana donde desarrollamos nuestros distintivos patrones de pensamiento y razonamiento; de cómo hacer sentido del mundo y las personas que nos rodean. Pearcy apunta que en la medida que podamos desarrollar un pensamiento o razonamiento crítico, es en esa medida que podremos separar las malas ideas de las buenas. ¿Cómo podemos lograr esto?

En el siglo pasado, la comunidad científica descubrió que el cuerpo humano podía desarrollar inmunidad a ciertas enfermedades a través del proceso de inoculación. Este es el proceso por el cual se introduce en el cuerpo una forma debilitada de la enfermedad para darle oportunidad al mecanismo de defensa del cuerpo a desarrollar inmunidad contra la enfermedad.

De vuelta a los estudios del profesor McGuire, este desarrolló una serie de experimentos para determinar si era posible inocular a las personas contra las malas ideas. Los sujetos del estudio fueron expuestos a ideas ampliamente aceptadas como correctas (“Las personas se deben cepillar los dientes todos los días”). Luego, se les expuso a las ideas contrarias e incorrectas (“Cepillarse los dientes es malo para uno”). La diferencia es que a distintos grupos de prueba se les preparó con diferentes niveles de defensa contra las ideas incorrectas. Al final del día, la estrategia más efectiva fue la de inocular, refutar y preparar.

Jeff Myers propone la siguiente aplicación de estos resultados:

El antídoto a la indoctrinación es decir la verdad, exponer las personas a las mentiras que podrían engañarles, mostrarles el cómo refutar esas mentiras y prepararles con las destrezas de razonamiento necesarias para continuar resistiendo falsedades.3

En cierta manera es cómo desarrollar un sistema de anticuerpos. Cuando ideas erróneas llegan a nuestra mente necesitamos un sistema de defensa que analice, ataque y destruya las ideas, filosofías y patrones de pensamientos perniciosos.

Este sistema inmune mental no es otra cosa sino que un pensamiento crítico robusto. Keneth Richard Samples, nos comparte:

Un pensamiento crítico requiere primero entender los patrones de razonamiento correctos… Segundo, envuelve evitar los patrones defectuosos de pensamiento que pueden hacer encallar el proceso racional.4

La importancia de ejercitar nuestra mente

En cierto sentido la mente es como un músculo que si no se ejercita pierde sus capacidades y fortaleza. Es necesario ejercitarse regularmente y de una manera vigorosa. Parte esencial de este entrenamiento es aprender las leyes de la lógica que nos permitan desarrollar la facultad de razonar correctamente. No hay otra disciplina que ayude a ordenar el pensamiento de un individuo como el estudiar la lógica. Aquí Jesús es nuestro ejemplo. En sus debates públicos, Jesús utilizaba una lógica precisa para refutar los argumentos de sus oponentes y presentarles alternativas cuidadosamente razonadas.

El primer paso en desarrollar destrezas de razonamiento crítico es dominar las tres leyes de la lógica que conforman el fundamento de la disciplina:

  1. La ley de la no contradicción nos dice que A no puede ser tanto A y ninguna A al mismo tiempo y en el mismo sentido. En otras palabras: algo, como una declaración, no puede ser verdadero y falso al mismo tiempo y del mismo modo. Esta ley se considera como el principio fundamental de todo el pensamiento lógico al revelar la naturaleza de las relaciones contradictorias. Una contradicción ocurre cuando una declaración excluye la posibilidad de otra y aún ambas afirman ser verdaderas. Si afirmo: “Mi auto se encuentra estacionado delante de mi casa”; y punto seguido indico: “Mi auto no está estacionado delante de mi casa”, usted con todo derecho me señalaría que me contradigo. No es posible que ambas declaraciones pueden ser ciertas (ni ambas pueden ser falsas). Si una es cierta, la otra tiene que ser falsa.
  2. La ley del tercero excluido dice que una declaración es verdadera o falsa. Es o no es. No hay espacio para un punto medio o una tercera opción. Al seguir el ejemplo anterior, la ley del tercero excluido indica que mi auto o está estacionado delante de mi casa o no lo está. No es posible que solo esté 50% estacionado delante de mi casa y 50% estacionado en otra parte. La ley del tercero excluido es importante ya que nos ayuda a tratar con absolutos y esto es particularmente importante en una sociedad donde el relativismo es promovido y las declaraciones verdaderas son negadas.
  3. La ley de la identidad establece que A es A. En otras palabras, algo es lo que es. Una piedra es una piedra. Un perro es un perro y no un gato. Si algo existe entonces tiene una naturaleza, una esencia. Esta ley transmite la idea de que algo es idéntico a sí mismo y diferente de todas las demás cosas. Esto permite desarrollar una prueba de identidad. Si y es idéntico a x entonces toda verdad que aplique a y aplicará a x, y viceversa.

A través de estas leyes la lógica trata de probar cosas a través del uso correcto de un argumento. Este es el segundo paso en nuestra búsqueda de vacunar nuestra mente contra las malas ideas. Un argumento consiste de dos partes esenciales: 1) una conclusión y 2) premisas para la conclusión en forma de razones, evidencia o hechos. Esto a diferencia de meras opiniones que solo conllevan los pensamientos y/o sentimientos de una persona, sin presentar ninguna evidencia que las apoye.

Existen tres tipos de argumentos lógicos para sustentar cualquier idea o conjunto de creencias:

  1. El argumento deductivo: formulado correctamente si sus premisas son ciertas, la conclusión tiene que ser cierta. Necesariamente la conclusión se desprende de las premisas. Si se construyen de manera apropiada se denominan argumentos válidos. Un silogismo se refiere a la forma de un argumento que tiene exactamente dos premisas seguidas por la conclusión.

Ejemplo 1:

  • Premisa 1: Los cigarrillos contienen tabaco.
  • Premisa 2: El tabaco es un producto natural.
  • Conclusión: Los cigarrillos contienen un producto natural.

Ejemplo 2:

    • Los perros ladran cuando no conocen al visitante.
    • El perro no ladró.
    • Por lo tanto, el perro conoce al visitante.
    • El argumento inductivo: en este tipo de argumento las premisas no garantizan sino que solo proveen apoyo para la verdad de la conclusión. Es cuestión de probabilidad. Por lo tanto, es posible tener un buen argumento inductivo con premisas ciertas pero una conclusión falsa.

Ejemplo:

      • El noventa y cinco por ciento de las personas a quienes se le administra antibióticos se recuperan de una infección.
      • A Juan se le administra un antibiótico.
      • Por lo tanto, Juan se recuperará de la infección.

Aunque las premisas provean un buen apoyo a la conclusión, la conclusión no está garantizada. Juan puede caer en el cinco por ciento que no se recupera al administrarle un antibiótico.

      1. El argumento abductivo: es un tipo de razonamiento que a partir de la descripción de un hecho o fenómeno ofrece o llega a una hipótesis, la cual explica las posibles razones o motivos del hecho mediante las premisas obtenidas. Este tipo de argumento puede ser útil para ayudarnos a determinar cuál explicación de un evento es la más probable. A la hora de evaluar sistemas de creencias en conflicto (cosmovisiones), apelar a la mejor explicación es invaluable.

Además de desarrollar buenos principios de razonamiento y argumentación, necesitamos aprender a detectar las falacias en un argumento. Esto representa el tercer paso del proceso. Las falacias ocurren cuando un argumento contiene un defecto en particular. Este error en el proceso de razonamiento causa que el argumento se derrumbe. A continuación compartimos solamente algunas de las falacias más comunes:

  1. Apelar a los sentimientos – aquí las premisas de un argumento son lógicamente irrelevantes a la conclusión por lo que el que argumenta apela la simpatía de su interlocutor. El ejemplo clásico es el estudiante que le pide a su profesor que no lo repruebe porque su madre se moriría de pena.
  2. Apelar al pueblo – aquí se argumenta que si deseas ser aceptado, ser incluido en el grupo, ser amado o respetado, entonces debes aceptar la conclusión X como cierta.
  3. Ad hominem (dirigido al hombre) – aquí se argumenta contra la posición de un oponente al atacar su carácter y no su argumento.
  4. Falacia genética – esta ocurre cuando alguien confunde el origen de una idea con las razones para creer en esa idea y la condena solo por su origen (quien la expuso por primera vez o cómo se desarrolló).
  5. Hombre de paja – Sucede cuando, para rebatir los argumentos de un interlocutor, se distorsiona su posición y luego se refuta esa versión modificada. Así, lo que se refuta no es la posición del interlocutor, sino una distinta que en general es más fácil de atacar y derribar.
  6. Falacia circular – una forma principal de esta falacia es un argumento que defiende una conclusión que se verifica recíprocamente con la premisa, es decir que justifica la veracidad de la premisa con la de la conclusión y viceversa.

Mucho más se podría decir sobre las leyes de la lógica y las falacias lógicas (manténganse pendientes a Verdad y Fe para un tratamiento más completo de ambas), pero lo expuesto anteriormente sirve de punto de partida para inocularse ante el pensamiento defectuoso. Para desarrollar su mente de modo que pueda afirmar las ideas verdaderas e identificar y rechazar las falsedades.

Un intelecto maduro, no es opcional

Desarrollar y fortalecer un sistema de inmunidad mental no es una tarea fácil ni una que se deba tomar a la ligera. Requiere práctica, paciencia y consistencia que produzcan hábitos para toda una vida. Es necesario reordenar nuestro estilo de vida de tal manera que un intelecto maduro emerja como resultado de ese estilo de vida. Hay que desearlo con las suficientes ganas al punto de estar dispuestos a pagar el precio que conllevan tales cambios.

Pero no solamente es una tarea necesaria, sino que es un imperativo. El apóstol Pablo urgió a sus lectores una y otra vez a cultivar y desarrollar su mente:

Romanos 12:2 (NTV)

No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta.

Colosenses 2:8 (NTV)

No permitan que nadie los atrape con filosofías huecas y disparates elocuentes, que nacen del pensamiento humano y de los poderes espirituales de este mundo y no de Cristo.

1 Tesalonicenses 5:21 (NTV)

[S]ino pongan a prueba todo lo que se dice. Retengan lo que es bueno.

Si usted está comprometido con cumplir con este mandato bíblico aquí en Verdad y Fe aspiramos a proveerles las herramientas necesarias para que tenga éxito en su búsqueda de desarrollar un pensamiento crítico y robusto.


Referencias:
1. Jeff Myers & David Noeble, “Understanding the Times: A Survey of Competing Worldviews”, 10 (Summit Ministries 2015).
2. Nancy Pearce, “Finding Truth: 5 Principles For Unmasking Atheism, Secularism, And Other God Substitutes”, 48 (David C. Cook 2015).
3. Jeff Myers & David Noeble, “Understanding the Times: A Survey of Competing Worldviews”, 11 (Summit Ministries 2015).
4. Kenneth Richards Samples en “A World of Difference: Putting Christian Truth Claims to the Worldview Test”, 55-56 (BakerBooks 2007).

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