¿Has pensado en las bendiciones que Dios te ha dado por medio de las personas que ha puesto cerca de ti? Tu familia, esposa, esposo, hijos, amigos, la iglesia… Los regalos divinos se cuidan, por lo que necesitamos guardar lo que Dios nos ha dado con celo.
Dios hizo pacto con Israel. Cuando Dios promete, siempre cumple. Lo que dice, él hace. Siempre. Por eso, cuando prometió tierras en Canaán a su Pueblo y luego los envió a tomarlas, esas tierras serían suyas. El pueblo debía sacar a la gente que las ocupaba de allí, o si se rehusaban a salir, morían. Esto, pues ya Dios había dado 400 años de oportunidad para el arrepentimiento, pero el pecado del amorreo, para esta generación (en tiempos de Josué), ya había llegado a su límite y a través de Israel, Dios estaba desatando su ira sobre estos pueblos (Génesis 15:16).
Muchas veces se nos hace complejo leer relatos bíblicos donde los israelitas conquistaron por medio de la espada a otro pueblo. Vemos la violencia y nos perturba. Nuestras sensibilidades modernas se ofenden. Esto es natural, porque estamos muy distanciados de esta cultura semita. No lo entendemos porque nuestra sociedad y marco de referencia es muy diferente. Sin embargo, lo que probablemente sí podemos entender mejor, es que la paga del pecado es la muerte como dice Romanos 6:23. Lo único, que acostumbramos a ver esa muerte como muerte espiritual y distanciamiento eterno de Dios una vez morimos. Sin embargo en tiempos bíblicos, muchas veces el pecado se pagaba con la vida, literalmente. Por eso Israel contaba con la pena capital para muchas de las transgresiones legales. Era la manera de hacer justicia. En el caso de la conquista de las tierras, Israel servía como agentes de la justicia de Dios, con la autoridad divina de ejecutar esta justicia divina absoluta sobre los pueblos que llevaban cientos de años fallando contra Dios en sus prácticas.
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