Apocalipsis 3: 14-22 Frío o Caliente

¿A quién aquí le gusta el café? Recuerdo el aroma increíble. Cuando olía, era uno de mis aromas favoritos. Molerlo es muy gratificante también. Es toda una experiencia. Leer la Palabra en las mañanas con una taza en mano es tremendo. ¿Les gusta el café a ustedes? ¿Cómo lo toman? ¿Frío o caliente? En casa nos encanta el café. Mi esposa, mi hijo y yo lo tomamos caliente, mientras que mi hija lo prefiere en Frappuccino. Se le hace difícil beber café si no es así. Igual que si a mi esposa o a mi nos das uno frío, no nos llama la atención mucho, aunque lo podemos pasar. Para mi hija, el café es una bebida que refresca, para nosotros es (curiosamente) una bebida que calma a la vez que despierta los sentidos.

Lo que no funciona para ninguno de nosotros es si está tibio. Mi reacción inmediata, es escupirlo de mi boca. ¡Guácala! A mi hija, ni se diga pues no será ya un frappuccino. No lo querrá ni probar.

Entonces, el café frío tiene su utilidad y el caliente también. Necesitamos los extremos. Un café tibio es una ofensa indeseada. Con algo muy similar nos encontramos en el texto de hoy.

Apocalipsis 3:14-22 RV1960 El mensaje a Laodicea

“14 Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto:

15 Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! 16 Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. 17 Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. 18 Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. 19 Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. 20 He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. 21 Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. 22 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”

Antes de ir a la enseñanza del texto, comienzo subrayando lo que Jesús comenzó diciendo. Se refirió a sí mismo como: “el principio de la creación de Dios”

El pasado mes publicamos unos episodios sobre los Testigos de Jehová y quisiera aprovechar para señalar, que este principio del que se habla aquí no significa, como nuestros amigos los Testigos de Jehová piensan, que Jesús fue lo primero que Dios creó–un Angel (Angel Miguel). Aquí la Biblia está enseñando, lo que dice siempre, sea en Génesis, en el Evangelio según Juan o aquí: Dios produjo todo lo que existe, Él fue el principio. Y Jesús, que es el que le está hablando a Juan aquí, se adjudica este título a sí mismo. Así que no solo nos deja claro que todo lo que existe tuvo un comienzo, sino que él mismo fue la causa.

Imagen capturada por el Telescopio James Webb, Julio 2022

Recientemente salieron unas nuevas imágenes parapelos del Telescopio James Webb que muestra cómo se vió el Universo hace millones de años, y son asombrosas. Ese Universo que nos muestra, que ya no es como sale en la foto, está en una constante expansión, por lo que en el pasado era más pequeño que lo que es hoy. Si seguimos en esa ruta al pasado, llegaremos a un principio absoluto. El sacerdote Católico, Georges Lemaître desarrolló el modelo cosmológico conocido como el Big Bang con el relato bíblico de la creación en mente. Nosotros sabemos quién produjo el Big Bang. Jesús lo deja claro aquí, fue él. Por medio de él todo lo que existe fue creado. Todo. Jesús se está identificando con la obra creadora de Dios. Se está identificando con el título de Dios.
Si es Dios quien dio el mensaje que vamos a analizar hoy, hacemos bien en prestar atención pues sabemos la autoridad que tiene quien nos habla. (Cerrando paréntesis)

Cada una de las cartas a las iglesias en Apocalipsis presenta la situación actual de ellos ante Jesús. Cuando hay señalamientos de algo que no está bien, Jesús lo hace con el propósito de que regresen a donde deben estar y que perseveren. Esto sucede aquí también. 

Ahora, aunque esto es una carta escrita a una iglesia específica, las demás congregaciones fueron invitadas a reflexionar sobre el mensaje hacia cada iglesia. Significa que aunque podríamos entender que el mensaje no nos aplica, cuidado, pues debemos estar alerta. Por eso la porción concluye así: “22 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

Con esto en mente, veamos la amenaza, el consejo y la promesa que Jesús nos presenta en este texto.

Frío o Caliente, no tibio

“15 Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! 16 Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.”

Estas son palabras muy fuertes de escuchar, pero necesarias.

Fíjense que Jesús no está condenando a los fríos por estar lejos de Él, ni halagando sólo a los calientes por estar encendidos en el Espíritu. Su queja es contra los tibios. ¿Qué significa esto?

Mapa de las Iglesias a las que Jesús envía cartas en Apocalipsis

Todas las iglesias en Apocalipsis siguen una ruta: Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea. Casi como si Juan fuese a servir de cartero en una ruta específica que Jesús desea que lleve a cabo. Pero cuando llegamos a Laodicea, hay un detalle muy importante que si no lo entendemos, puede que la enseñanza que Jesús da a estos hermanos, la recibamos a la mitad.

En Laodicea no había agua para el consumo. Ellos importaban su agua de las dos ciudades más cercanas: Hierápolis y Colosas.

Hierápolis era y aún hoy es conocida por sus aguas termales. Los “Castillos de Algodón”, como se les conoce, parecen cascadas de nieve, pero en realidad es el amontonamiento de las sales del agua que con el tiempo han formado estas piscinas naturales de aguas termales. Una vista hermosa. 1

Por otro lado, tenemos a Colosas. Esta ciudad era conocida por sus arroyos y abundante agua fría. Habían acueductos de cada una de estas ciudades para suplir agua a Laodicea. El problema era que cuando llegaba esta agua a Laodicea, ya había perdido su cualidad excepcional. Ya no llegaba caliente de Hierápolis, o fría de Colosas. Llegaba tibia y a nadie le agradaba su sabor, por aquello del acueducto ni su temperatura. ¡Guácala! El agua no cumplía su propósito. No servía.

Jesús usó este ejemplo muy bien conocido para los Laodicenses para expresar como la ineficacia infructuosa le enferma, al punto de vomitarlos de su boca.

Significa que la fe que estos Cristianos estaban teniendo no era una fe que les salvaba. Había algo que le faltaba y por ello no eran ni fríos ni calientes, como para estar en el punto cúspide del propósito de Dios para ellos como Iglesia. Si no hacían algo al respecto, Jesús les escupiría de su boca. ¡Se perderían para siempre!

Ser frío es necesario y ser caliente también, pero no queremos ser tibios para Jesús.

Esto es una advertencia para la iglesia de Laodicea, pero puede servir de advertencia a nosotros también. Mira lo que significa ser tibio  para Jesús:

“17 Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.“

En el año 60 d.C. un gran terremoto sacudió la región. El Emperador Nerón ofreció dinero para que Laodicea pudiera re-establecerse, pero la ciudad se negó a la oferta. Tenían el capital suficiente para costear sus propios arreglos. Esto era gracias al comercio de lana negra de las ovejas locales y del colirio que producían para los ojos. Este ungüento era utilizado por todo el imperio Romano. El historiador Tácito escribió que Laodicea fue destruída malamente en el terremoto, pero fue reconstruida por sus propios ciudadanos, quienes rehusaron la ayuda de Roma. 2

Este aire de autosuficiencia era parte de la identidad colectiva de Laodicea. Se respiraba también en la iglesia. Veían sus capacidades monetarias o de recursos y no veían necesidad de depender absolutamente de Jesús. 

Habían dejado a Jesús fuera. Creyeron su mensaje, pero del resto, se encargarían ellos mismos. Ese aire de autosuficiencia, no pintaba bien frente a Cristo. Su espiritualidad mostraba que realmente eran desventurados, miserables, pobres, ciegos y estaban desnudos. Esa era la condición espiritual de ellos. Quizás para el Imperio Romano, era un orgullo contar con una ciudad de tal opulencia, pero ante el Señor, nada de eso servía.
Nosotros hoy podríamos estar gozando de una situación similar como iglesia y como individuos. Tenemos lo que necesitamos, podemos cubrir nuestras propias necesidades y estamos en un lugar cómodo. Ya creímos que Jesús es nuestro Señor y Salvador, pero quizás, el resto del camino lo hemos tomado bajo nuestras propias iniciativas, creyendo que con haberle dicho que sí a Jesús en un momento fue suficiente, o con tener una convicción intelectual de las verdades Cristianas ya estamos “set” pero esa es precisamente la condición de la Iglesia de Laodicea. Eran tibios y Jesús los escupiría de su boca.

Esta es la amenaza ante la que nos tenemos que examinar constantemente. La opulencia nos puede empobrecer espiritualmente. La abundancia o riqueza de bienes nos puede engañar y bajemos la guardia. Donde antes dependíamos de Jesús, ahora podríamos pensar que lo tenemos resuelto, dependiendo de nuestra astucia o fuerzas. 

Cometemos un grave error cuando creemos que estamos bien con Dios, pero descuidamos las disciplinas espirituales. Cuando no le buscamos con fervor en oración y en Su Palabra. Cuadramos nuestro tiempo devocional y sentimos que con esos minutos de devocional ya “ponchamos” con Dios, mientras que Jesús anhela sentarse a la mesa y tener un largo tiempo de calidad con nosotros. (No es un comentario sobre los minutos, sino con la frecuencia y calidad del tiempo, aunque ciertamente la vida Cristiana debe ir en un crescendo).

Si hemos dejado a un lado la santidad, la oración o la Palabra, viviendo un Cristianismo sin Cristo, eso es ser tibio y Jesús nos escupirá de su boca.

Consejo de Jesús

Jesús deja claro las malas noticias, pero rápidamente incluye una Palabra de alivio, una solución. Lo llama un consejo. Un consejo es una sabiduría que optamos por seguir o no.

“18 Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.” 

Necesitamos: (1) oro refinado en fuego, (2) vestiduras blancas y (3) colirio para nuestros ojos. Cuando consigamos esto, podremos estar bien con el Señor. Necesitamos obtener estas tres cosas, pero tenemos un problema. Así lo definió el Pastor John Piper:

“Jesús sabe que estamos en la ruina y no solo arruinados, sino ciegos, no podemos trabajar. Y no solo ciegos, sino vergonzosamente desnudos, ni siquiera podemos salir del armario para trabajar.” 3

~John Piper

El consejo que Jesús le da a la Iglesia de Laodicea y a nosotros también, no es algo que podemos conseguir nosotros mismos, pues nuestra condición espiritual es de bancarrota, por más opulentos que podamos ser. No tenemos escapatoria. Este consejo nos invita a reaccionar de una manera muy específica:

“19 Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. 20 He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.”

Jesús declara su amor por la Iglesia en Laodicea, y por nosotros también si es que estamos siendo incomodados hoy. Básicamente nos recuerda que nos corrige porque nos ama. Si no le importara, no diría nada a la iglesia y los Laodicenses recibirían la sorpresa más horrible posible cuando les tocara encontrarse con Jesús. Hubiesen estado viviendo una vida cristiana sin Cristo y ellos sin saberlo, pero Jesús lo dice y los incomoda hasta la profundidad porque es celoso con los suyos. Los Laodicenses y nosotros también somos suyos y como tales, necesitamos arrepentirnos de nuestra auto-suficiencia.

Además hay un llamado que Jesús hace que debían responder y nosotros hoy también.

si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.”

Este texto lo podremos usar en campañas evangelísticas, pero en su contexto, Jesús se los dice a los cristianos de Laodicea, y puede que a nosotros también. Al parecer, estaban disfrutando de la fiesta y comiendo hasta la saciedad, pero el invitado de honor no estaba. Jesús estaba tocando a la puerta de sus corazones (con golpes fuertes, pues las palabras de este texto son fuertes) porque quería sentarse a la mesa y compartir con los suyos.

Como cuando invitamos a un hermano a almorzar después del servicio el domingo y terminamos compartiendo el resto del día, porque se pone cada vez mejor y no queremos dejar de compartir, así mismo desea Jesús.

Hay una manera de vivir una vida que se ve piadosa, pero no tiene a Cristo. Cristo necesita ser el centro de nuestra vida y cuando lo dejamos entrar a cenar con nosotros, entonces obtenemos el oro, las vestiduras y el colirio que necesitamos en nuestra bancarrota espiritual. El consejo y la solución a nuestra agua tibia es Jesús. El nos reinstala como fríos o calientes. Y la iglesia necesita los hermanos fríos que refrescan y los calientes que energizan… Pero para ser fríos o calientes, necesitamos a Jesús, de lo contrario, seguiremos siendo tibios y Jesús nos sacará de su boca.

¿Quieres ser vencedor?

Finalmente, Jesús presenta una promesa para aquellos que le abren la puerta a que entre y haga lo que quiera dentro de sus corazones:

“21 Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. 22 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”

¿Puedes creerlo? ¡Jesús puede hacernos vencedores y sentarnos en el trono de Dios junto a él! No todos serán vencedores, pues dice “Al que venciere”, pero esta es la promesa para quién la abrace.

Entonces, el que persevere hasta el final será vencedor. Esto significa que la obra que Jesús está poniendo delante de los Laodicenses y de nosotros hoy, es una contínua. No es algo que se resolvió en el pasado y ya no me preocupo. Es una obra contínua de depender en Cristo, obedecerle y buscarle activamente. Cuando vivimos vidas radicales para Cristo, seremos agua fría o agua caliente según el propósito de Dios para cada cual. Si deseas gozarte el privilegio de sentarte en el trono junto con Cristo… ¡vence!

Hoy podemos ser vencedores si dejamos que Jesús entre a cenar con nosotros y nosotros con él. Esto conlleva una verdadera devoción a nuestro Señor, una lealtad a quien nos salvó, a tal nivel, que le incluyamos en todo. Ahí seremos como un buen café caliente o frío, según las cualidades que Dios puso en nosotros.

Conclusión:

Necesitamos crecer en nuestra relación y dependencia de Jesús. Necesitamos orar con fervor, contemplando a nuestro Dios mientras nos comunicamos y conectamos con él. Necesitamos estar inmersos en la Palabra regularmente para conocer a nuestro Dios mejor.

Esta carta está escrita a una iglesia, no a un individuo. Significa que el enfoque de Dios es en colectivo. Necesitamos crecer juntos en esta área. Nos necesitamos los unos a los otros. Ciertamente implica el esfuerzo de cada uno como individuo, pero que sea con miras al cuerpo de Cristo, la congregación a la que pertenecemos. Trabajemos por que seamos fríos o calientes como congregación, siendo fríos o calientes como individuos que pertenecen a la iglesia.

Hoy, la Palabra nos invita a ser fríos o calientes en Cristo. No seamos Cristianos sin Cristo. Hoy, vayamos a Jesús en arrepentimiento de nuestra hipocresía y abramos todas las puertas de nuestro ser, para que Jesús entre a cenar con nosotros y nosotros con él.


1 – Richards, E. Randolph, and Brandon J. O’Brien. Misreading Scripture with Western Eyes: Removing Cultural Blinders to Better Understand the Bible. IVP Books, 2012.
2 – Zondervan, NIV, The Grace and Truth Study Bible, Edited by R. Albert Mohler Jr., August 24, 2021, Page 1781
3 – “How to Buy Gold When You’re Broke.” Desiring God, 30 June 2022, http://www.desiringgod.org/messages/how-to-buy-gold-when-youre-broke.

Acerca de Rick Lipsett

(@ricklipsett) director y portavoz de verdadyfe.com. Ha escrito numerosos artículos relacionados a la apologética Cristiana. Sirve como pastor en la Iglesia Cristiana Catacumba 9 de Cayey, Puerto Rico.
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