Esta pregunta es muy curiosa y que muchos no creyentes usan en contra del cristianismo pues entienden que nuestra postura es muy angosta y que no permite espacio para que la gente conozca a Dios. Con relación a este tema hay un versículo clásico que lo dice y que es muy conocido. Dice así:
“Jesús le contestó: —Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie puede ir al Padre si no es por medio de mí.” Juan 14:6 NTV
Mensaje predicado el 19 de marzo de 2023 en la Iglesia Catacumba 9 de Cayey, Puerto Rico.
Hace algunos años tuve la oportunidad de participar de una conferencia de apologética en la UPR de Cayey. Fue un tiempo glorioso donde tocamos diversos temas sobre Dios y al final de cada sesión, dábamos un tiempo para preguntas y respuestas.
A mi me correspondió una de las últimas intervenciones y una vez terminado, pude dialogar con los universitarios que se dieron cita. Tenían dudas importantes que responder. Pero lo que más me llamó la atención fue un padre que aprovechó para acompañar a su hijo a la conferencia. Me llamó la atención por dos razones:
(1) El papá estaba discipulando a su hijo, creciendo juntos.
(2) El papá discipulador también era discípulo con sus propias preguntas.
Mientras este padre hablaba conmigo me dijo algo que me dejó inquieto:
“En mi iglesia, cuando yo crecía, no permitían preguntas porque decían que era un síntoma de mi incredulidad y eso ofendía a Dios.”
Me hizo pensar en cuántas personas crecieron en una iglesia así. Quizás crecieron en un hogar así.
Las dudas son como piedras. Cuando no las contestamos, es como si metiéramos cada piedra en nuestro bolsillo en el pantalón. Crecer con los bolsillos llenos de dudas no es sabio. La vida es una gran piscina donde te lanzas y si tienes todas esas piedras en los bolsillos, te hundes y te ahogas. Así no es que se practica la fe bíblica.
Jesús resucitó de los muertos y eso proveyó la evidencia objetiva determinante para que sus discípulos creyeran en todo lo que él les había enseñado. La fe no es tan fuerte como las ganas que nosotros le metamos, sino de los rastros de su fidelidad que Dios dejó.
Con esto en mente, deseo que hoy podamos examinar Marcos 7: 14-19 para ver lo que podemos sacar de esta narrativa con relación a la duda. Es un texto, que si lo leemos completo aprendemos varias cosas súper importante sobre la pureza interior, pero el enfoque de hoy será en estos tres puntos:
Al igual que los adultos, los niños tienen preguntas acerca de la fe. De hecho, muchas veces los adultos tienen preguntas porque no fueron contestadas cuando eran niños. Lo que siempre debe ser de suma importancia es buscar responder a los niños cuando tienen estas preguntas.
Soy padre y he notado que según la capacidad de mis hijos y según fueron (y siguen) creciendo, sus preguntas también van siendo más profundas. Significa que según la edad, serán las preguntas. Lo que preguntan será lo que pueden manejar. Entonces la respuesta debe ser una que logre satisfacer la duda, pero no significa que hay que exponer toda la profundidad del tema. Puede que: (1) no estén listos para una respuesta completa, o (2) no interesen una respuesta larga y compleja. Con saber que tu sabes les será suficiente muchas veces, pues sabrán que es un tema que pueden hablar contigo.
¿Tener dudas es pecado? A muchos de nosotros nos han dicho en el pasado que si dudamos, pecamos. Incluso que si tenemos preguntas, ofendemos a Dios o algo así. Algunas personas no permiten preguntas en la iglesia tampoco, como si automáticamente nos convirtiéramos en incrédulos por tener preguntas.
Recientemente atendí una conferencia de apologética llamada Reality: Seek and you will Find (Busca y hallarás), y uno de sus ponentes, Tim Barnett, del canal de YouTube “Red Pen Logic” habló sobre las dudas y me impactó tanto que supe que debía hablarles del tema.
Recientemente nos expusimos a una serie de argumentos de nuestros amigos ateos, que afirman lo siguiente:
“¿Cómo Dios puede hacernos responsables de un sistema moral fallido que él mismo creó?”
Una pregunta muy curiosa que contiene mucho peso e información entre líneas que hay que hay que entender. El reclamo mismo establece que Dios creó, por lo que presume que hay un Dios, que es creador y que hay una ley moral objetiva que aparentemente no cumplimos por culpa de Dios quien nos hizo como somos: imperfectos.
¿Alguna vez un profesor, amigo o compañero en la universidad ha dialogado contigo sobre tu fe? Esta pregunta es otra que usualmente usan en contra del Cristianismo en forma de aseveración. Alguien dirá: ¡La Biblia está llena de contradicciones! O ¡La Biblia se contradice! La intención es la misma: desacreditar la Biblia y por lo tanto, el cristianismo.
Lo primero que tenemos que aprender es que si alguien dice una aseveración, la responsabilidad de probar lo dicho es de quién dijo la aseveración. Si un profesor es quien dice que la Biblia se contradice, el estudiante que está en el salón para aprender, puede pedirle al profesor con mucho respeto que le diga cómo sabe que la Biblia se contradice. Si un amigo dice que la Biblia se contradice, le toca presentar evidencia. Significa que le podemos pedir ejemplos de contradicción. Curiosamente habrán personas que lo dicen como algo que escucharon y es un simple slogan para el que no tienen fundamento. Incluso otros ni entenderán bien lo que es una contradicción.
Esto es una pregunta muy común. De hecho, usualmente se dice en la siguiente forma de afirmación: ¡Jesús nunca dijo ser Dios! Pero hoy tomaremos el tiempo para responder a esto.
Podríamos contestar esta pregunta de dos maneras. Por una parte, podríamos decir “Jesús nunca dijo «Yo soy Dios».” Pero por otro lado podríamos decir: “Jesús dijo que era Dios de otras maneras.”
En los episodios #162 y #164 hablamos sobre el título “Hijo de Dios” y como la comprensión de la gente al momento en que Jesús caminó e interactuó con la gente aquí en la tierra apuntaba a que el título de «Hijo de Dios» era una relación particular con Dios, no que era el único hijo engendrado por Dios. Por lo tanto, esa no es la ruta para contestar esta pregunta, aunque es cierto que ya los escritores de los evangelios habían concluído que Jesús sí era el hijo único de Dios, por lo que ellos sí lo pensaban. Pero vamos a contestar esta pregunta de otra manera.
El pasado 18 de enero publicamos nuestra respuesta a la pregunta: «¿Satanás sabía de la Trinidad?» y concluimos que no. Hoy queremos reexaminar el caso pues estamos conscientes que hay otros momentos donde se deja entender que los demonios parece que sí sabían que Jesús es el Hijo de Dios. Si eso se refiere a que conocían que era la Segunda Persona de la Trinidad, entonces había un conocimiento adicional sobre la realidad de Dios que a la iglesia le tomó cientos de años de reflexión teológica para concluir.
Nos preguntaron si trabajaríamos en el cielo. De a nuestro amigo le repugnó la idea de esto pues usualmente se piensa que el trabajo es como un castigo. Es una noción muy común. Pero entender bien esto, nos dará una mejor comprensión de la esperanza de la resurrección, por lo cual necesitamos pensarlo. Aquí tres puntos a considerar.
Hay una idea popular de que Satanás es igual y opuesto a Dios, como si fuese el Ying del Yang. Sin embargo el concepto ortodoxo judeo-cristiano es el de un ser creado por Dios quien actualmente está sumergido absolutamente en pecado. Así que:
Satanás no es la imagen inversa de Dios o igual en poder a Dios.
Su mente está distorsionada, porque el pecado distorsiona su mentalidad (como nos pasa a nosotros). Satanás es esclavo de su pecado.
Para poder probar que Satanás era ignorante acerca de la Trinidad, sólo necesitamos ver lo que él pensaba sobre Jesús. Para esto quiero presentar tres puntos: