La Importancia de Cuestionar la Biblia

«La mejor cura para el Cristianismo es leer la Biblia».

Esta cita se le atribuye a Mark Twain y captura el sentimiento general del ateo ante la Biblia: si lees la Biblia, vas a dejar de ser Cristiano. Sin embargo, una cantidad sorprendente de las personas que se ponen la camisa que lleva el mensaje «Soy ateo porque leí la Biblia» no han leído la Biblia —y toman lo que otros ateos dicen sobre la Biblia como cierto. En realidad, existen casos de que una lectura investigada y sincera lleva a la creencia en Cristo —dos de los más famosos son Lee Strobel y Josh McDowell.

Por lo tanto, si para un ateo estudiar la Biblia mientras la cuestionaba lo lleva a conocer a Dios; entonces cuestionar la Biblia te puede llevar a una fe más profunda.

¿Por qué debo cuestionar la Biblia?

¡Porque aceptar las cosas ciegamente no es tener fe!

Creer y conocer no es lo mismo: cuando uno conoce, uno cree —¡pero creer no necesariamente significa que conoces! Lo que Dios quiere es que lo conozcamos (Juan 17:3), y el conocimiento incluye creer. Por ejemplo: una persona que no conoce, y solo cree, por lo general es influenciado por la persona que sí conoce. Si no conoces mucho de matemáticas y el profesor de matemáticas comete un error, ¿vas a saber que lo cometió? Si no conoces las matemáticas, vas creer lo que diga esa persona quién tú estimas como conocedor de matemáticas —¡aunque sea equivocado!

En un mundo lleno de información (buena y no tan buena), conocer es esencial e importante. En la Biblia, la palabra «fe» se traduce del griego pistis, que significa «confiar». Por supuesto, antes de confiar, se necesitan razones para confiar. En otras palabras, hace falta tener evidencia de que algo es confiable para que puedas poner tu confianza en ello. Por eso es que los médicos, por poner un ejemplo, enmarcan y exhiben sus certificados de doctor y sus honores: para presentarse confiables o dignos de tener tu confianza. Para que se pueda tener fe en ellos.

Por lo tanto, cuando algo se ha demostrado ser confiable es completamente lógico y razonable poner tu fe (confianza) en ello.

Esto requiere uso de nuestra razón y de nuestro juicio para determinar qué es verdaderamente confiable. Por lo tanto, la fe es un ejercicio de nuestro intelecto.

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¿Cómo leo la Biblia?

La manera correcta de leer la Biblia es en su sensis literalis —o en su sentido literal. ¿A qué se refiero con esto? Que la Biblia se debe interpretar literalmente: en su interpretación Literal-Gramática-Histórica. El propósito de esto es encontrar el significado de cada pasaje bíblico tal y como fue intencionado por el autor original, aquello que los lectores originales hubiesen entendido y tomando en cuenta las reglas de interpretación del género literario en el cual se escribió el pasaje. El Espíritu Santo inspiró al autor para comunicarle primero a esa primera audiencia, antes que a nosotros hoy quienes estamos separados por el tiempo. Hay que entender el texto como su primera audiencia lo entendió.

Una vez el Cristiano afirma esta interpretación literal del texto, inmediatamente surgen las preguntas de los ateos/escépticos: “Si eso que dices es cierto, entonces Jesús es –—literalmente— una puerta, porque en Juan 10:9 Él dijo: ‘Yo soy la puerta’”.

Desafortunadamente, el ateo/escéptico ignora el uso de los diferentes géneros literarios que utiliza la Biblia (como poesía, narrativo, enseñanzas didácticas, et cétera) y técnicas literarias de la misma forma que otra literatura lo hace. Éstos métodos no le restan a una lectura literal de la Biblia, sino que le añaden profundidad al texto. Algunas de las prácticas más comunes que se encuentran en la escritura incluyen:

Lenguaje Fenomenológico: describir cosas de a diario en un lenguaje común. (Ejemplo: “Y cuando el sol se iba a poner, mandó Josué […]” [Josué 10:27])

Hipérbole: una obvia e intencional exageración (o disminución) para expresar un punto. (Ejemplo: “Mirad, el mundo se va tras él.” [Juan 12:19])

Metáfora: Aplicación de una palabra o de una expresión a un objeto o a un concepto, al cual no denota literalmente, con el fin de sugerir una comparación (con otro objeto o concepto) y facilitar su comprensión. (Ejemplo: “Porque el nombre de Jehová proclamaré. Engrandeced a nuestro Dios. Él es la Roca. [Deuteronomio 32:3-4])

Antropomorfismos: cosas atribuyen a la divinidad, la figura o las cualidades del hombre u otros elementos no divinos. (Ejemplo: “Yo habitaré en tu tabernáculo para siempre; Estaré seguro bajo la cubierta de tus alas.” [Salmo 61:4])

Personificación: atribuirle un carácter o naturaleza personal a algo inánime o noción abstracta. (Ejemplo: “[…] los montes y los collados levantarán canción delante de vosotros, y todos los árboles del campo darán palmadas de aplauso.” [Isaías 55:12])

Simbolismo: elude nombrar directamente los objetos o conceptos y prefiere sugerirlos o evocarlos. (Ejemplo: Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro […]” [Apocalipsis 1:12])

Éstas técnicas literarias no evitan la lectura de la Biblia en su sensis literalis y es importante recordar esto. Cuando se ignora o se omite alguna técnica literaria empleada por el autor original, se pierde lo que se quiere decir y es fácil distorsionar el significado de lo leído. Por alguna razón, a los enemigos del Cristianismo, esto les pasa mucho con la Biblia… y sólo con la Biblia.

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¿Cómo cuestiono la Biblia?

Lo primero que hay que entender es que, por lo general, tratamos de encajar lo que leemos en nuestras respectivas culturas y no en la cual fue escrito el texto. Colocar correctamente lo que estamos leyendo en tiempo y espacio se llama contexto. Como no es suficiente conocer el significado de las palabras que leemos, el contexto nos ayuda a entender e interpretar eso que estamos leyendo. Por ejemplo, imagina que estás leyendo un periódico y lees: «Los tigres devoraron a los indios». Esa oración toma significado dependiendo de la sección del periódico que estás leyendo. Si la lees en la sección de «Deportes» tiene un significado MUY diferente a leerla en la sección de «Ciencia». Y si el periódico es de hace 10 años atrás, ¡puede cobrar otro significado por completo!

Por lo tanto, sin el contexto las cosas se llevan a lugares extraordinarios que son realmente sorprendentes —y sumamente equivocados. Es importante recordar que hay tres tipos de contexto: Local, Histórico y Global. Para cuestionar el texto, haz las siguientes preguntas relacionadas con cada contexto mientras lees:

  • Contexto local: en relación exclusivamente con el pasaje en sí.

¿Quién estaba?

¿Quién lo dijo?

¿A quién se lo dijo?

¿Por qué lo dijo?

¿Qué estaba diciendo antes?

¿Qué dijo después?

  • Contexto Histórico: en relación al momento histórico del pasaje (no el tuyo).

¿En qué año se escribió lo que estoy leyendo?

¿Qué estaba sucediendo en la época en el momento de la acción/discurso?

¿Cuáles eran las costumbres/tradiciones del momento/lugar?

¿Qué era aceptado? ¿Qué no?

  • Contexto Global: en relación al resto de la Biblia

¿Qué dicen los versículos paralelos (relatos sobre el mismo evento en otro libro)?

¿Qué otros versículos hay sobre el tema leído?

¿Qué dicen?

¿Están de acuerdo los versículos o hay alguna aparente contradicción entre ellos? (¿Qué hago si pienso que se contradicen?)

¿Por qué?

Otras preguntas generales que puedes hacerte mientras lees:

• ¿Qué género literario estoy leyendo (narrativo histórico, poema, epístola, etc)?

• ¿Cómo se interpreta este género que estoy leyendo?

• ¿Este versículo se puede interpretar de una forma perjudicial al Cristianismo? ¿Cómo? ¿Se puede refutar?

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¡Empieza!

Hemos contestado tres preguntas importantes e iniciales para que puedas leer la Biblia en plena confianza:

Cuando anclas tu fe al conocimiento de la verdad, tu fe se vuelve indestructible. Leer la Biblia es una de las fuentes de verdad más importantes en la historia —y máxime en la vida de un Cristiano. Acércate, prueba, y confirma. ¡Dios no tiene nada para esconder!

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