«Los libros no cambian a la gente», observa John Piper. «Los párrafos sí. A veces, una sola oración».
Una buena oración es un regalo. Nos encantan ver verdades profundas envueltas de forma sencilla y memorable. Es la razón por la cual C.S. Lewis y Charles Spurgeon son tan famosos en un news feed cerca de ti. Hasta a Dios le gustan las frases concisas —tanto que los Proverbios son un libro completo dedicado a ellas.
Sin embargo, no siempre son edificantes. A veces, en nuestro deseo de simplificar la verdad, la escondemos —y pierde lo que la hace verdad.
Veamos algunas frases que no son bíblicas y necesitan descansar en paz.
1. «Dios no cierra una puerta, sin abrir otra».
El sentimiento detrás de esta frase es entendible. Al fin y al cabo, es cierto que Dios hace lo que quiere (Jeremías 32:27), a veces cambia nuestro curso (Proverbios 16:9), y nunca abandona a los suyos (Hebreos 13:5).
Pero, si Dios cierra una puerta en tu vida, no hay garantías de que abrirá otra. Ni siquiera una ventana. Tal vez Dios quiere que te des cuenta de que estás en el lugar equivocado.
La Biblia está llena de momentos en los cuales Dios cierra puertas, ventanas y cualquier otra entrada imaginable con el fin de que no se entre al lugar incorrecto, ni en el momento inadecuado —como en: Prov. 16:9, 19:21; Hech. 16:6-7, por nombrar algunos. ¿Por qué? Porque Él es soberano y sabe lo que es mejor para nosotros. Después de todo, dice la Biblia que lo que Dios cierra nadie lo abre (Apoc. 3:7).
Cuando se detiene tu camino porque se «cerró una puerta,» debemos detenernos y preguntar: «¿Y si Dios quiere otra cosa enteramente diferente?» ¿Y si Dios no quiere que te cambies de trabajo, o te mudes de ciudad, o entres en esa relación? Tal vez, Dios quiere re-evalúes tus deseos, tus dones, y tus opciones reales para poder tomar el camino que debes tomar.
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2. «Déjalo en las manos de Dios».
Este es el amparo para quién busca rendirse. Esta frase hace que el símbolo del Cristianismo sea un sofá y no una cruz. Muy a menudo se utiliza esta frase para ponerle freno al trabajo —al esfuerzo.
La vida Cristiana es agotadora. Cuando Pablo reflexiona en ella, él no piensa en hamacas y siestas, sino en soldados y atletas (1 Tim. 2:3-6); él piensa en pistas de correr y cuadriláteros de boxeo (1 Cor. 9:24-27).
Dios nos llama a esforzar hacia afuera el trabajo que Él hizo dentro de nosotros —no trabajar para nuestra salvación, sino desde nuestra salvación.
«Dejarlo en las manos de Dios» parece un acto de fe, pero en realidad no es lo que nos enseña la Biblia (Luc. 11:5-8; 18:1-7).
En las palabras de J.I. Packer:
«Nuestro lema no debe ser ‘déjalo en manos de Dios’, sino ‘confía en Dios y no dejes de hacer.'»
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3. «Dios no te dará más de lo que puedas soportar».
En una cultura la cual dice que podemos ser todo lo que queramos ser, este lema motivacional tiene como fin alentarnos de que la vida no va a ser muy difícil. Van a haber dificultades, claro, pero Dios conoce mis límites. Él no va a sobrepasarlos.
Muchos piensan que esto es cierto porque confunden lo que dice en 1 Corintios 10:13:
“Las tentaciones que enfrentan en su vida no son distintas de las que otros atraviesan. Y Dios es fiel; no permitirá que la tentación sea mayor de lo que puedan soportar. Cuando sean tentados, él les mostrará una salida, para que puedan resistir.”
Si leemos cuidadosamente, nos damos cuenta que el versículo habla de la tentación, no las situaciones y dificultades que afrentamos a diario.
El problema es que sí vas a tener más de lo que puedas soportar. Vivimos en un mundo caído y lo mejor que podemos hacer cuando la situación sobrepasa nuestras fuerzas es depender de las de Él, como enseña Pablo en Filipenses 4: 12-13:
«Sé vivir con casi nada o con todo lo necesario. He aprendido el secreto de vivir en cualquier situación, sea con el estómago lleno o vacío, con mucho o con poco. Pues todo lo puedo hacer por medio de Cristo, quien me da las fuerzas.»
Cristo nos fortalece para poder superar lo que, con nuestras fuerzas únicamente, no lograremos. En esa situación que no podemos superar, aprendemos a vencerla por la Gracia de Dios. Ahí nuestro carácter es transformado. Ahora, somos capaces de vencer situaciones que antes no. Gracias a que aprendemos a depender de Cristo.
El autor de la famosa canción «Amazing Grace», John Newton, le escribió a una viuda que tenía miedo a la muerte:
Aunque nuestros marcos y percepciones pueden variar, el reporte de fe concierne al tiempo de muerte es el mismo. El Señor guarda la fuerza de morir para nuestra hora de muerte. Cuando llegue el momento que Él asignó para tu partida, no tengo la más mínima duda que Él vencerá todos tus miedos, silenciará a tus enemigos y te dará una cómoda y triunfante entrada a Su reino. No tienes nada que temer de la muerte; porque Jesús mismo, al morir, le desarmó de su aguijón, ha perfumado la tumba, y ha abierto la entrada a la gloria para los creyentes.
La buena noticia no es que Dios no nos dará más de lo que podamos soportar, sino que Él no nos dará más de lo que Él puede soportar.
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4. “Ayúdate que Yo te ayudaré”.
Hay personas que creen que esto es un versículo bíblico. No lo es. La frase original fue creación de Benjamín Franklin («God helps those who help themselves.») en su publicación de «Poor Richard’s Almanac».
Si Dios solo ayuda a los que se ayudan a sí mismos, ¡estamos todos en peligro! Él no vino por personas excepcionales, vino por lo fracasado, por lo vil, lo menospreciado (Mat. 9:12-13; Luc. 19:10) —vino por nosotros.
Aunque éste puede ser un excelente lema para algunas otras religiones, el mensaje central de Cristo se balancea sobre la realidad cruda de que, como dijo Charles Spurgeon:
Dios ayuda a quienes no pueden ayudarse a sí mismos.
Sin duda, Dios ayuda a quiénes se humillan a sí mismos, se arrepienten, y confían en Jesús como Señor y Salvador.
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La Amorosa Verdad
Aunque el sentimiento detrás de las frases mencionadas es, sin duda, genuino, hay una razón por la cual no terminan siendo de ayuda: no son bíblicas.
Hablar bíblicamente no se trata sólo de decir la verdad, es una cuestión de amor. La palabra de Dios no es sólo verdad, sino buena para el mundo. Amamos a nuestro prójimo siendo mayordomos de nuestras palabras —y somos mayordomos de nuestras palabras diciendo lo que es verdad. El amor se regocija de la verdad (1 Cor. 13:6).
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[Traducido y adaptado del artículo original por Matt Smethurst]