En la Parte 1 de «El Problema de la Familia Cristiana» pudimos ver que el problema más grande que enfrentamos en nuestras familias es la falta de obediencia al diseño de Dios para la familia Cristiana:
Si estamos haciendo lo mismo que todo el mundo hace en cuanto a nuestras relaciones amorosas y el matrimonio, ¿por qué nos sorprendemos cuando los resultados son iguales? Debe ser esperado que la taza de divorcio sea igual entre Cristianos y no-Cristianos, por ejemplo. Si no dejamos que Cristo sea la diferencia, ¿qué más se puede esperar?
¿Como podemos solucionar esta situación?
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Se Empieza por los Padres
Un señor llamado Ken Ham, en su libro «Already Gone,» publicó unos estudios para explorar ciertas tendencias dentro de la Iglesia Cristiana. Lo que descubrió es sumamente profundo y desalentador:
Lo más probable es que una persona se va a apartar de la fe Cristiana si fue criado en la iglesia (participando en escuelita Bíblica, primera comunión, bautizo, etc).
Wow.
¿Por qué será así?
Gastamos nuestro tiempo y esfuerzo para llevar a los niños a la escuelita bíblica los domingos y, a veces, hasta buscamos colegios religiosos para que aprendan de Jesús. Intentamos de que les enseñen sobre todo lo que hizo y lo importante que es imitarlo… pero esos niños se encuentran en una paradoja cuando sus padres NO SON EJEMPLOS de eso que ellos están aprendiendo.
Llevamos a nuestros niños a que conozcan a Jesús, cuando Jesús – se supone – que viva en casa.
De seguro el mundo secular está teniendo un impacto profundo en la transmisión de la fe, pero el peor daño está ocurriendo internamente. Estamos creando problemas dentro de la misma iglesia. ¿Cómo? Para empezar, estamos dejando de amar y separando nuestras creencias de nuestro diario vivir. Además se sobre-institucionaliza todo lo espiritual a pesar de (y en vez de) lo que dice la Biblia sobre la transmisión de la fe. En otras palabras, pensamos que el hablar de Dios y compartir la salvación es trabajo de los líderes de las iglesias, y no nuestro deber.
Además, es preocupante que el promedio de las personas que asisten a una iglesia a penas sepan amarrarse los zapatos espirituales.
La rutina es la misma. Llegamos al culto de adoración, enviamos los niños a la escuelita bíblica, el pastor habla algo bonito y entendemos que mágicamente será aplicado a toda nuestra vida, sin nungún tipo de esfuerzo de nuestra parte. Básicamente, estamos otorgándole el fin eterno de nuestros niños y de nuestras almas a los «profesionales» de la fe: los líderes de la iglesia.
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Hombre, ¡despierta!
No estamos diciendo que la iglesia no necesita líderes, pero las familias necesitan un líder también.
Por eso es que los roles conyugales bíblicos deben ser practicados. La Biblia no menciona: «Esposas, sométanse a sus esposos [Y A SUS PASTORES] como al Señor.» (Efesios 5:22)
No dice que «el esposo [y los líderes, maestros, etc] es la cabeza de su esposa. (Efesios 5:23)
No es accidental que Pablo conecta su discusión de sujeción a Génesis (2:24), el pasaje que contiene la fórmula divina del matrimonio. Las Escrituras describen una jerarquía (y sólo una): los esposos – y únicamente los esposos – son las cabezas de sus esposas, así como Cristo es la cabeza de la Iglesia. Ningún otro hombre es la cabeza sobre tu esposa. Sólo tú. El pasaje NO puede ser interpretado como «cualquier hombre tiene autoridad sobre cualquier mujer dentro de la iglesia.» Las palabras de Pablo están ancladas al matrimonio.
El matrimonio bíblico es la forma en que experimentamos y entendemos la relación entre Cristo y la Iglesia. Recházalo, cámbialo, niégalo, desestímalo, modifícalo, ignóralo, altéralo y habrán grandes consecuencias.
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Papá y Mamá: el Equipo Perfecto
Ese pasaje de Efesios continúa hablando de los hijos. Estos pasajes no son para tomarse aislados los unos de los otros; el pasaje empieza en Efesios 5:21-33 y termina en Efesios 6:1-4. En el capítulo 6 de Efesios, Pablo menciona los deberes de los hijos hacia sus… ¿pastores? ¿Maestros de escuela bíblica? ¿Líder de jóvenes?
No.
Son los deberes a sus padres, con una notita diciendo que los padres «no hagan enojar a sus hijos» y un mandato de criarlos «según la disciplina e instrucción del Señor.»
Para acentuar el punto: Tal y como las Escrituras señalan que el esposo – y ningún otro hombre – es la cabeza de la esposa, las personas responsables por criar a sus hijos en Cristo son…
Los padres de esos niños.
Por supuesto, no es que la Iglesia no tienga ningún rol en la formación espiritual de los niños. Pero, ¿cuándo fue la última vez que le preguntamos a nuestros hijos qué aprendieron en escuela bíblica? ¿Cuán a fondo se discutió? ¿Qué aportaste a la lección de la escuelita bíblica? ¿Están, como familia, poniendo en práctica aquello que aprendió en su vida diaria?
Dios en su eterna sabiduría, les dio a los padres de los niños una ventaja clave para su crecimiento espiritual que los maestros de escuelita bíblica no tienen: ¡viven bajo el mismo techo!
Comenzamos a ver cómo una epidemia de familias rotas dentro de la iglesia puede tener tan amplias implicaciones.
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La Familia que Trasciende
Tal vez todo lo que hemos escrito se podría resumir en algo simple: La Biblia dice que el transmisor primario de la fe, de una generación a la próxima, son – y deben ser – los padres. Nadie piensa lo contrario, pero no importa dónde miremos, los padres son marginalizados. Ese es el punto. La Iglesia en general no se comporta como si los padres pueden ser confiados a impartir la fe de la próxima generación. Las excusas varían muchísimo: los padres no tienen tiempo, no tienen el conocimiento, no tienen la energía…
No es que no sea verdad. Como padres, sabemos lo difícil que puede ser. Es parte de nuestra naturaleza humana tomar un paso hacia atrás cuando nos enfrentamos a una tarea difícil – especialmente cuando vemos que alguien la hace por nosotros.
Si una persona ve que su cónyuje está lavando ropa, va a dejar que lo haga, ¿no?
No importa hacia dónde miremos, un fracaso a vivir lo que la Biblia dice sobre matrimonio y familia se puede ver dentro de la Iglesia. Básicamente, nos comportamos como si el patrón bíblico no correspondiera con nuestra realidad actual. Sin embargo, como la familia es el «denominador común» creado y diseñado por Dios, trasciende los tiempos. Es fácil de entender, ya que el rechazo en la práctica de lo que la Biblia establece tiene gigantescas consecuencias – aunque estemos de acuerdo con nuestros labios sobre lo que dice.
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Obediencia que influye
La solución de este problema se trata de obediencia.
Obediencia de parte de los Cristianos comprometidos con las Escrituras y que las llevan a cabo.
Las consecuencias sí caen dentro de la apologética, que es la razón por la cual se ha entrado en tanto detalle. Aunque podríamos dedicarnos a enfrentar ateos en el campo intelectual como se suele hacer, sería mucho más fácil y mucho mejor si se pudiese prevenir de que se volvieran ateos desde un principio.
Es por esto que es necesario equipar a los jóvenes – y sus padres – con las herramientas necesarias para enfrentar el mundo que trata, sin descansar, de quitárnoslos.
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