Hace unos días, un hermano muy amado, que recientemente comenzó a asistir a la iglesia donde me congrego, me comentó que no ve a muchos persignarse en los servicios dominicales como en la Iglesia Católica donde había estado toda su vida. Esto le provocó la duda de la que hablo aquí hoy.
Según el catecismo de la Iglesia Católica, persignarse (hacer la Señal de la Cruz) tiene varias razones de ser. Por ejemplo:
“Las palabras (“En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén”) proclaman nuestra fe en el Nombre Único del Dios Único, quien es una Trinidad de tres Personas , Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. “El Misterio de la Santísima Trinidad es el Misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el Misterio de Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente de todos los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina.” (CIC 234) 1
También lo ven como una manera de declarar públicamente la creencia en Cristo:
“Actúan como oración en cuatro partes: Las palabras recitadas en conjunto con el gesto, son una oración de proclamación de nuestra fe, una oración de acción de gracias y de alabanza al Dios quien nos ha adoptado como sus hijos, en su Hijo, una oración de protección contra todo lo que pueda intentar alejarnos de Él, y una oración de petición de la luz verdadera que nos ilumina.” 2
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