Argumento Cosmológico de Contingencia

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¿Por qué existe algo en vez de nada?” -Gottfried W. Leibniz

Esta es la pregunta más profunda y sublime de toda la filosofía; expone el dilema que obsesionó a grandes filósofos a investigar el trascendental problema de la existencia del ser. Es indiscutible aceptar que los seres existen; pero, ¿por qué existen los seres? ¿Por qué existimos en lugar de no existir? El gran dilema de la existencia del ser.

En la Edad Antigua este dilema se identificó como la raíz de toda la filosofía; según Platón —seguido el pensar por Aristóteles— partimos desde el asombro y la admiración de los seres, luego nos preguntamos: ¿por qué las cosas son como son en vez de ser de otro modo? Durante la Edad Media el Aquinate Tomás de Aquino utiliza su comprensión de los seres en contingencia para elaborar la formulación de la tercera de sus famosas cinco vías para demostrar la existencia de Dios que expone en su gran obra Summa Theologica. Con el tiempo el enigma fue encajonado por el filósofo alemán Gottfried W. Leibniz en la gran interrogante inicialmente mencionada en el presente artículo. Leibniz también utiliza la comprensión de los seres contingentes en su famosa prueba A contingentia mundi de la existencia de Dios —esta es la que elabora y utiliza el famoso apologista William L. Craig en su esquema de demostración.

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¿Qué son los seres contingentes?

Antes de exponer la definición, comprendamos dos cualidades esenciales que poseen los seres contingentes:

1) Cualidad de dependencia: los seres contingentes dependen de la existencia de algún otro ser para existir.

Es fácil comprender esta cualidad debido a que cada uno de nosotros la ha experimentado. Pensemos en nosotros mismos; como seres humanos somos seres contingentes porque dependemos de algún otro ser para existir. Necesitamos la existencia de seres vivos —padres que den a luz nuestra existencia— y seres no vivos —alimento, agua, oxígeno, entre otros— que mantengan viva nuestra existencia. No podemos existir por nosotros mismos ya que necesitamos de la existencia de otros seres para existir. Somos seres contingentes.

2) Cualidad de existencia: los seres contingentes tiene la posibilidad de no-ser.

Los seres contingentes existen, pero no existen necesariamente. La mejor forma de comprender esto es cuestionarnos a nosotros mismos: ¿existo? ¡Claro que existo! Pero pude no existir. Mis padres pudieron vivir sin conocerse, o tomar la decisión de no tener hijos. Es posible que no hubiera nacido, o que naciera otro en lugar de mí. Entonces, ¿por qué éxito? Tenemos la posibilidad de no-existir. Somos pero podemos no-ser; nuestra existencia es contingente.

En resumen, los seres contingentes son aquellos que no poseen una razón suficiente para pasar de la no-existencia a la existencia; del no-ser al ser. Estos seres dependen de la existencia de algún otro ser que de la razón suficiente (la explicación) del traslado del no-ser al ser; es decir, necesitan de al menos un ser que brinde una razón suficientemente válida para explicar su existencia. Todo aquello que nace y muere, cambia de tamaño, forma y/o lugar es un ser contingente.

¿Qué es un ser necesario?

Un ser necesario es aquel que posee en su esencia el acto puro de existir. Existe por sí mismo y no tiene la necesidad de otro ser para existir. Este ser es en sí mismo razón suficiente de su existencia; existe por necesidad de su propia naturaleza. Muchos matemáticos piensan que los números, los conjuntos y otras entidades matemáticas existen de esta forma.

Argumento

En el presente artículo presentaremos, por primera vez, una formulación nuestra del argumento cosmológico de contingencia. Veamos el argumento:
Premisa #1: El universo es contingente o necesario.
Premisa #2: Todas las partes del universo son contingentes.
Premisa #3: El universo es el conjunto de todas sus partes.
Premisa #4: La suma de partes contingentes no puede dar un conjunto necesario.
Conclusión: El universo no puede ser necesario, por ende es contingente.

Este argumento está formulado a modo de razonamiento deductivo por medio de silogismo disyuntivo (“Modus Tollendo Ponens”) donde la conclusión —la eliminación de la disyunción— depende de la veracidad de sus premisas; si las premisas son ciertas, se deduce necesariamente que la conclusión es cierta.

Examinando las Premisa

1. “El universo es contingente o necesario”.

Esta premisa se deduce de forma empírica. Nuestra experiencia sensible del funcionamiento de los seres nos revela esta realidad. Vivimos en un mundo compuesto de seres, pero estos seres existen dentro de estas dos alternativas: no es posible concebir una tercera. O bien existen por sí mismos —seres necesarios— o necesitan de la existencia de otro ser para existir —seres contingentes. No es posible concebir otra opción.

2. “Todas las partes del universo son contingentes”.

No existe parte en el universo que pueda sostenerse por sí misma. Independientemente del significado que le demos a la palabra “parte” (estrellas, planetas, galaxias, moléculas, átomos, radiación, entre otros), ninguna de sus partes está compuesta de una energía ilimitada e inagotable.

Según la segunda ley de la termodinámica la cantidad de entropía del universo incrementa con el tiempo. La entropía mide el grado de organización en un sistema, esto significa que el incremento de entropía equivale a un aumento de desorden en el sistema, y la disminución de entropía aumenta el orden en el sistema. Según esta ley de entropía, a toda la materia del universo se le agota la energía utilizable ocasionando un incremento de entropía a medida que pasa el tiempo. En cada momento que el hidrógeno se utiliza en las estrellas, minuto a minuto, año tras año, la existencia del hidrógeno es cada vez menor y seguirá desvaneciendo hasta agotarse. No existe parte en el universo que tenga energía ilimitada para sostenerse; por ende, todas las partes del universo son contingentes.

Otra forma de sostener esta premisa es partiendo de la validez del modelo estándar del “Big Bang”. Si observamos bien el universo, ninguna de las partes que lo componen existe de modo necesario. Cuando el universo estaba muy denso en el pasado, ninguno de sus componentes existía; todos comenzaron a existir a partir del “Big Bang”.

3. “El universo es el conjunto de todas sus partes”.

Esta premisa es la forma esférica de la cadena circular de contingencia, expliquemos las cadenas:

  • Cadena lineal: la cadena lineal de seres contingentes es una regresión lineal hacia el pasado. Por ejemplo: un niño necesita de padres que existan antes de sí para nacer; sus padres también necesitan de padres previos para nacer. Luego, estos padres también necesitan de otros padres, y estos de otros, y así sucesivamente creando una cadena lineal de seres contingentes hacia el pasado. Como explica Tomás de Aquino, esta cadena no puede ser infinita hacia el pasado y por ende necesita de un ser trascendente que dé comienzo a esta cadena.
  • Cadena circular: la cadena circular de seres contingentes sugiere erradamente que los seres contingentes pueden sostenerse a sí mismos de forma circular. Por ejemplo: supongamos que una primera persona agarra la mano de un segundo, la segunda persona agarra la mano de un tercero y este de un cuarto, luego le añadimos un quinto, un sexto, y un séptimo, así seguimos añadiendo personas hasta dar la vuelta al mundo donde el último agarra la mano del primero, teniendo así una cadena circular de seres contingentes sosteniéndose unos a otros.
  • Forma esférica: para la forma esférica simplemente multipliquemos la cadena circular de personas contingentes por toda la faz de la Tierra hasta forrar la Tierra de humanidad; hemos creado una pelota gigante de seres humanos.

Si asumimos una forma esférica del universo —para beneficio del ejemplo— el universo es una pelota gigante del conjunto de todas sus partes. El modelo estándar de la física subatómica expone que la materia está compuesta por partículas diminutas llamadas “quarks”. El universo es el conjunto de toda una colección de “quarks” organizados en diversas formas. Así como la pelota humana gigante está compuesta de seres humanos, el universo entero es el conjunto de toda una colección de “quarks”; toda la materia está compuesta de “quarks”.

4. “La suma de partes contingentes no puede dar un conjunto necesario”.

Es preciso hacer la distinción de que esta premisa no va dirigida a la forma ni cantidad que tengan las partes contingentes, sino hacia el contenido en esencia de estas partes. Las partes son contingentes en su ser; todo lo que es contingente en su ser es potencialmente un no-ser. El ser es una cualidad fundamental y sustantiva, no accesoria ni adjetiva. El ser es lo que es y no algo relacionado a lo que es. Si algo es contingente en su ser, es contingente en todo lo que es. La premisa se dirige hacia la esencia del ser y no hacia la forma o cantidad del ser. Es por esto que la premisa no dice: “si todas las partes de un conjunto son contingentes, entonces el conjunto es contingente”; esta formulación simplemente nos dejaría atrapados en la falacia de composición.

La falacia de composición nos advierte que un todo no funciona necesariamente igual que sus partes. Por ejemplo: Si trazamos una “X” dentro de un cuadrado y dividimos sus partes tendríamos cuatro triángulos; si unimos nuevamente sus partes tendríamos nuevamente el cuadrado. Es por esto que es un razonamiento falaz pensar que si todas las partes tienen forma de triángulo, el conjunto de todas sus partes también tiene que tener forma de triángulo; esa es una falacia que nuestra premisa no comete. No es un asunto de forma ni cantidad sino de lo que contiene la esencia de los seres contingentes. No se trata de la forma o cantidad que utilicen las figuras geométricas; se trata de que las figuras geométricas no pueden darnos algo más allá que figuras geométricas. Agrupemos figuras geométricas hasta cansarnos y la suma de ellas nunca nos dará sonido. Unamos la totalidad del agua existente en el universo y no obtendremos fuego. Sumemos números positivos hasta el infinito y nuestro resultado nunca será negativo. No se trata de la forma o cantidad en que estén agrupados los seres contingentes (sea lineal, circular, esférica, teoría A o B del tiempo, universo ondulatorio o no, etc.), la esencia de los seres contingentes no puede darnos algo más allá de la pura contingencia. Es una imposibilidad metafísica que la suma de seres contingentes puedan dar un conjunto necesario.

Conclusión: “El universo no puede ser necesario, por ende es contingente”.

La conclusión simplemente se deduce por silogismo disyuntivo (“modus tollendo ponens”) que consiste en eliminar una disyunción (eliminar la disyunción “o”) de la siguiente forma:

  1. A o B.
  2. No puede ser A.
  3. Por tanto, B.

También puede tener la siguiente forma:

  1. A o B.
  2. No puede ser B.
  3. Por tanto, A.

La argumentación es válida si ocurre lo siguiente:

  1. Sólo hay dos alternativas posibles (no hay una tercera).
  2. Tiene que darse necesariamente una de las dos alternativas (ambas no pueden ser simultáneamente falsas).
  3. Las dos opciones son incompatibles (ambas no pueden ser simultáneamente ciertas).

Siguiendo el silogismo disyuntivo o “modus tollendo ponens” se deduce:

  1. El universo solo puede ser contingente o necesario (premisa #1).
  2. El universo no puede ser necesario (premisas #2, #3, y #4).
  3. Por tanto, el universo es contingente.

Nuestro universo contingente

Es posible concebir que nuestro universo es contingente. La colección de “quarks” que componen al universo puede ser diferente pero no sin cambiar nuestro universo. Es decir, es posible concebir una colección diferente de “quarks” a la que tenemos pero esto implicaría un universo diferente al que tenemos. Por ejemplo: Pensemos en los árboles, ¿podrían los árboles dejar de ser lo que son transformando la configuración de sus “quarks” y en lugar de ser de madera ser de hielo? Claramente, ¡no! Esto solo puede lograrse por medio de substitución y no por transformación. Los mismos árboles no pueden dejar de ser de madera para luego ser de hielo, tendríamos que cambiarlos por otros árboles diferentes o añadirle partes que no le pertenecen; pero estos árboles no serían los mismos árboles. Cambiar la colección de “quarks” automáticamente cambia el conjunto en su totalidad. Un universo hecho de diferentes “quarks”, aunque haya sido arreglado idénticamente como este universo, sería un universo diferente. Eliminar un “quarks” del conjunto elimina todo el conjunto porque los “quarks” no se componen de algo, ellos son las unidades básicas de la materia y si un “quark” no existe, la materia no existe. Se deduce, entonces, que nuestro universo no es el mismo en todos los mundos posibles y, por ende, tiene la posibilidad de no-ser como es.

El universo depende de un Ser Necesario

Todo lo que es contingente tiene la posibilidad de no-ser. Los seres contingentes son potencialmente un no-ser y depende de otro ser para ser. Todo lo que existe pero tiene la posibilidad de no existir no posee en sí la plenitud del ser y necesita de otro ser para sostener su existencia. El universo no puede sostenerse a sí mismo y necesita de otro ser para existir. Su existencia nace de algún otro ser que exista previamente antes de sí y que pueda traerlo a la existencia; esto porque lo que aún no existe solo comienza a existir en virtud de lo que ya existe.

El universo es contingente y necesita de otro ser para ser. La nada no es un ser por lo que el universo no puede salir de la ausencia de todos los seres. El universo mismo no puede ser razón de su existencia porque para traer algo a la existencia primero hay que existir para luego traer a existencia. El ser que trae al universo a la existencia no puede ser contingente porque la suma de seres contingentes no puede sostenerse. Si sumamos nuestro universo contingente más un ser contingente que lo traiga a la existencia, el resultado es contingente porque lo contingente no puede darnos algo más allá de la contingencia; lo contingente no puede sostenerse. Añadir conjuntos contingentes tampoco resuelve el dilema. Si el universo se sostiene en un multiverso, la suma de universos contingentes no puede darnos un multiverso necesario; el multiverso también es contingente y necesita de otro ser para existir.

Añadir universos no resuelve el problema por lo que se debe aplicar el principio epistémico conocido como “La navaja de Ockham”. Este principio indica que siempre debemos acudir a la explicación más simple, por ende no es correcto multiplicar y complicar innecesariamente los entes para asumir una solución inexistente del problema. La multiplicación y complicación innecesaria de los entes no resuelve el problema, simplemente lo esconde para que sea más difícil verlo.

En conclusión, el universo solo encuentra la razón de existencia en un ser que sea acto puro de existir y de sustento a su existencia. El ser que da existencia al universo debe poseer en sí la plenitud del ser y existir por sí mismo sin necesidad de otro ser para ser; este ser es precisamente lo que conocemos como un ser necesario.

¿Qué debe ser el Ser Necesario?

El Ser Necesario debe ser eterno porque un ser necesario es acto puro de existir y no posee posibilidad de no-ser. También debe ser inmaterial porque, siendo la materia contingente, es el ser que da existencia a toda la materia.

Hay solo dos entidades que podrían habitar en esta categoría:

  1. Objetos abstractos (números o entidades matemáticas)
  2. Una mente

Los objetos abstractos existen pero no son capaz de traer algo a la existencia porque estos no tienen voluntad y para crear algo se necesita voluntad. Sin embargo una mente si tienen voluntad para generar efectos en el mundo natural. Mi mente fue capaz de crear movimiento en mis dedos para escribir este artículo; tu mente fue capaz de mover tus dedos para hacer que entres a nuestra página a leer el presente artículo. Por ende, si el universo depende de un ser eterno e inmaterial para existir, a modo de eliminación este ser es una mente inteligente.

La mente inteligente que creó el universo contingente es sobrenatural porque al traer lo natural a la existencia implica que no es parte de la naturaleza misma y está por encima de ella. Este ser sobrenatural es el que conocemos como Dios.

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Referencias:

-Fides et Ratio Mx, El Argumento de la Contingencia,

https://fidesetratiomx.wordpress.com//?s=contingencia&search=Ir (última visita, 2 de agosto de 2017).

-Dante A. Urbina, ¿Dios Existe? (Charleston SC: CreateSpace, 2016), Cap. 3, de la parte 2.

-Dr. Gabriel Hernán Gebauer, La entropía y la segunda ley de la termodinámica,

http://www.homeoint.org/books3/diluciones/entropia.htm (última visita, 2 de agosto de 2017).

-Dr. William L. Craig, Argumento desde la contingencia,

http://www.reasonablefaith.org/spanish/argumento-desde-la-contingencia (última visita, 2 de agosto de 2017).

-Lee Strobel, El caso del Creador, 2da ed., (Miami, Florida: Editorial Vida, 2005), Cap. 5.

-P. Jorge Loring, Eternidad de Dios,

http://es.catholic.net/op/articulos/29898/cat/872/eternidad-de-dios.html (última visita, 2 de agosto de 2017).

-Robert Jastrow, God and the Astronomers, 15-16 (1978).

-Tomás de Aquino, Summa Theologica, 1, 2, 3 (La Tercera Vía).

Acerca de Edgardo Almedina

Hijo de Dios por la gracia que nos fue dada mediante Jesucristo nuestro Señor. Defensor del teísmo cristiano, escritor, conferenciante, poeta, y seguidor de la verdad. Entrenador y atleta internacional en lo que se conoce como el deporte ciencia, el ajedrez.
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