¿Es el Problema del Mal un buen argumento en contra de Dios?

Por muchísimos años, «el Problema del Mal» (que es la aparente contradicción de que exista un Dios bueno y también exista sufrimiento en el mundo) ha sido uno de los argumentos más comunes y utilizados en contra de Dios y del Cristianismo. No sólo eso, sino que aún sigue siendo una de las razones primordiales por las cuales las personas abandonan sus creencias.

Pero, ¿es «El Problema del Mal» un buen argumento a favor del ateísmo? ¿La existencia del mal en el mundo significa que Dios no existe? ¿El ateísmo ayuda a darle sentido al sufriemiento?

Contestemos estas tres preguntas.

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¿Es «El Problema del Mal» un buen argumento a favor del ateísmo?

Desafortunadamente, el Problema del Mal no es un buen argumento a favor del ateísmo.

De hecho, ni siquiera es un reto para la existencia de Dios.

En un sentido general, lo siguiente es lo que se afirma por los opositores del Cristianismo con respecto al Problema del Mal:

1. Si Dios existe, entonces no es lo suficientemente bueno como para prevenir el mal.
2. Si Dios existe, entonces no es lo suficientemente poderoso como para eliminar el mal.
3. Como el mal existe, Dios no existe.

El problema con utilizar un argumento así a favor del ateísmo es sencillo: un Dios que no es lo suficiente bueno como para detener el mal sigue existiendo, por lo tanto el ateísmo sigue siendo falso. Es decir, para decir que Dios no es «lo suficientemente bueno» se tiene que asumir que hay un Dios que existe, el cual no llega a nuestros estándares de lo que es bueno. En otras palabras, es como decir que Dios existe, pero es malo. De igual manera, un Dios que no es lo suficientemente poderoso como para eliminar el mal sigue existiendo – y el ateísmo sigue siendo falso.

Entonces, ¿por qué llamarlo «Dios»? Esta pregunta es problemática para los que creen en Dios, no los que piensan que no existe – y tiene una respuesta sencilla: un Dios bueno y poderoso no es contradictorio a la existencia del mal. Aunque no las sepamos, es posible que Dios tenga buenas razones para permitir el mal.

Otras versiones del argumento, dicen que si Dios existiese, fuese bueno y todopoderoso, entonces no habría mal en el mundo. Pero, como hay mal en el mundo, Dios no puede existir.

Pero, ¿es la existencia del mal una prueba de que Dios no existe?

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¿La existencia del mal en el mundo significa que Dios no existe?

La existencia del mal en el mundo y la existencia de Dios no son contradictorias.

Hay dos argumentos que prueban razonablemente la afirmación anterior. Primero, Dios es responsable por el hecho de la libertad de escoger, pero el ser humano es responsable por sus elecciones. Dios hizo la maldad posible, el ser humano la hizo real a través de su libre albedrío. Segundo, aunque no se utilice el argumento del libre albedrío, Dios puede tener muy buenas razones para permitir el mal – como se mencionó anteriormente.

Imagina un padre que lleva a su hijo a vacunar. Las vacunas le provocan dolor y, tal vez, el niño no entiende porqué su papá permite que él tenga dolor. Sin embargo, su papá sabe que un poco de dolor momentáneo ayudará a que un mal peor no acontezca.

Por lo tanto, aunque no negamos la realidad de que exista el sufrimiento en el mundo, sí lo podemos explicar y hasta ofrecer una esperanza para sobrellevarlo: Llegará el momento en el cual Dios se deshará de todo el mal y el sufrimiento (Apocalipsis 21:3-4).

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¿El ateísmo ayuda a darle sentido al sufriemiento?

El ateísmo tiende a asumir una postura naturalista. De por sí, el naturalismo es sumamente problemático, pero cuando se traduce al problema del mal, el ateísmo pierde toda posiblidad de utilizar el Problema del Mal en contra del Cristianismo.

¿Por qué?

Porque si el ateísmo es cierto, entonces no hay ninguna base para decir que algo está bien, mal o que algo debe hacerse, objetivamente hablando. El naturalismo no puede decir que algo es bueno o es malo – sólo puede decir que sucedió. El famoso Richard Dawkins dice en su libro que «no hay bien ni mal, sólo una indiferencia sin ninguna pena» en nuestro universo. ¡Vaya descripción de la realidad!

Lo que esto significa es que, si el ateísmo es cierto, lo que es «bueno» o «malo» es esencialmente aquello que «te gusta» o «no te gusta.» Por ejemplo, un ateo puede decir «No me gusta la idea de que trafiquen seres humanos» o «No me gustaría ser la víctima de abuso sexual» pero no puede decir que esto es objetivamente malo y que no debe suceder. Decir que algo es objetivamente malo y que no debe suceder ya implica que hay una ley moral por la cual nos debemos regir – y eso implica que Alguien tuvo que dar esa ley moral que nos impulsa ha actuar según lo que se debe hacer. Decir que la moralidad es producto de la evolución no salva al ateo en ningún caso.

Por lo tanto, siendo ateos no nos ayuda a darle sentido al mal y el sufrimiento que hay en el mundo.

No sólo eso, sino que tampoco provee buen fundamento para el bien que sucede en el mundo – convirtiéndolo en «El Problema del Bien.» Una persona que rescata a otra y muere es un idiota evolutivo: si podía salvarse él, que era el más fuerte de los dos en peligro, ¿por qué salvar al débil? Esto no merece ninguna recompensa, porque no podemos decir que lo que hizo estuvo bien ni que era lo que debía de hacer: no hay fundamentos para lograrlo en el ateísmo. Hacer el bien no merece premios ni tiene héroes – porque hacer el bien y hacer el mal son lo mismo: ambos nacen de preferencias, no de deber.

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Aparte de su auge, el Problema del Mal no es un argumento en contra de la existencia de Dios ni a favor del ateísmo. No nos lleva a una conclusión ateísta de forma automática.

Como mucho, el Problema del Mal apuntaría a la existencia de un Dios malo – pero el hecho de que Dios exista (sea bueno o no), automáticamente hace que el ateísmo desaparezca.

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Inspirado y adaptado del artículo original por Mikel Del Rosario.

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