Hay varias razones por la cual las personas abandonan el Cristianismo. Sin embargo, hay una fuente sorprendente que a veces contribuye a que los números del Cristianismo desciendan: los pastores de la iglesia.
¿Qué están haciendo algunos pastores que hieren el Evangelio? ¿Qué se supone que hagan?
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Es importante enfatizar que no significa que esto es cierto de TODOS los pastores, ni estamos afirmando que somos expertos en situaciones dentro de la iglesia. Lo que sí afirmamos es que hay pastores que desvían de lo principal: Cristo, el mensaje de la Cruz, y la gente.
A continuación, siete tipos de pastores que nos deben preocupar
1. El que atrae gente predicando sobre la auto-ayuda y prosperidad en vez de enseñarles a las personas a ser estudiantes de la Biblia y teología.
El problema de ganar gente utilizando este tipo de sermón es que no logra que la persona verdaderamente profundice su fe en Cristo, sino en lo que Dios puede hacer por ellos. Les dan herramientas para crear casas sobre la arena – y cuando llegue la tempestad a sus vidas preguntan: «¿Y dónde está Dios?» Es preocupante porque este tipo de pastor hace que nos enfoquemos en las bendiciones de Dios y no en el Dios de las bendiciones. El favor de Dios no suele a reflejarse en adquisiciones materiales.
2. El que es un director ejecutivo y no un sabio contemplativo.
Parte del llamado pastoral es una vida contemplativa de oración y estudio bíblico (Hechos 6:4; Efesios 4:11-16). Es de esa vida que fluye su ministerio. El pastor no fue llamado a ser una estrella de rock o un director ejecutivo. El «jefe» es Dios y es de quién el pastor recibe dirección. En las palabras de John McArthur: «[El pastor] no es el chef del restaurante, es el mesero. El chef prepara la comida y es la tarea del mesero que esa comida llegue a las mesas sin errores. Eso es todo.» No es que el pastor no se encargue de lo que haga falta, sino que sea responsable delegando tareas para enfocarse en lo que Dios le llamó.
3. El que hace que su meta sea hacer crecer la iglesia y no glorificar a Dios
No hay ningún mandato bíblico diciendo que las iglesias tienen que crecer. Claro, hay que predicar el evangelio y hacer discípulos, pero el propósito de Dios para nuestras vidas es conocerlo, darlo a conocer y disfrutarlo para siempre. No hay nada en la Biblia, salvo el orgullo, que lleva a los pastores a llevar multitudes a la iglesia, en vez de ocuparse de que los que ya tenga en su congregación glorifiquen a Dios.
4. El que edifica su ministerio usando gente en vez de edificar la gente usando su ministerio
Thom Rainer & Eric Geiger tocaron un poco de este tema en el libro de Simple Church. De forma sencilla: la iglesia no es mejor por que tenga muchos ministerios y/o programas. De hecho, es posible que estos programas puedan distraer a la iglesia de su verdadera misión: edificar y discipular a las personas para que sean como Jesús. Es en esta filosofía que el pastor se cree que los miembros de su iglesia no son hermanos en Cristo, sino sus súbditos.
5. El pastor que crea una cultura de dependencia de él en vez de cultivar una cultura de comunidad en la iglesia
El pastor que no crea una cultura de comunidad en su iglesia, va a desgastarse emocional, física y espiritualmente. El pastor que no delega responsabilidades a líderes, que sean personas de Dios y fieles a la Palabra, está preparando su propia caída. No olvides que Cristo es el verdadero pastor de la iglesia – ¡ella depende de Él! No solo eso, sino que el pastor depende de la cobertura de la iglesia. La iglesia debe ser una comunidad de fe que se edifican lo unos a los otros (incluyendo a su pastor) – no que dependen de que su pastor apruebe de cada minucioso detalle de lo que se hace en la iglesia (o en las vidas de sus miembros).
6. El pastor que interpreta y enseña la Biblia fuera de su contexto correcto.
La Biblia es un libro único porque fue inspirado por Dios. Sin embargo, la Biblia es como cualquier otro, en el sentido de que sigue las reglas de gramática y hay que interpretarla según su contexto y el género en el cual fue escrito el libro que se lee. No toda la Biblia es para ser tomada simbólicamente, ni todo de la Biblia es preceptivo. Sobre todo, la Biblia no es una colección de frases bonitas para utilizarse cuando nos de gusto y gana. Los pastores que no saben utilizar la Biblia son extremadamente peligrosos.
7. El pastor que contribuye a una cultura de consumismo en vez de combatir la idolatría
Los pastores que alcahuetean a los miembros de sus iglesias son como los padres de los niños que le dan de todo con tal de que no llore o para que los amen. El Cristianismo no es un bufé de creencias donde las personas escogen qué les gusta y qué no. San Agustín escribió que «si crees solamente en las cosas que te gustan del evangelio y rechazas las que no, no crees en el evangelio – crees en ti mismo.» No le toca al pastor predicar sólo de lo que le gusta a la gente, sino también predicar de las verdades fuertes que provocan cambios reales.
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Seamos como las personas de Berea en Hechos 17:10-11. Dice la Palabra que “día tras día examinaban las Escrituras para ver si Pablo y Silas enseñaban la verdad.”
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Traducido y adaptado del artículo original por Scott Postma.