«Perfil del Cristiano Tibio» por Francis Chan

Francis Chan, en su libro «Loco Amor,» nos describe cuales son las características de un Cristiano tibio. Cuando primero leí, me provocó mucha auto-evaluación hacia mi vida con Jesús. Espero que a ustedes les provoque lo mismo.

A continuación unos fragmentos de su libro para que reflejen. Este libro es ALTAMENTE recomendado.

Les dejo con Francis Chan:

«Conozco tus obras; sé que no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras lo uno o lo otro! Por tanto, como no eres ni frío ni caliente, sino tibio, estoy por vomitarte de mi boca. Dices: ‘Soy rico; me he enriquecido y no me hace falta nada’ ; pero no te das cuenta de que el infeliz y miserable, el pobre, ciego y desnudo eres tú. Por eso te aconsejo que de mí compres oro refinado por el fuego, para que te hagas rico; ropas blancas para que te vistas y cubras tu vergonzosa desnudez; y colirio para que te lo pongas en los ojos y recobres la vista.» (Apocalipsis 3:15-18)

Muchas personas leen este pasaje y suponen que Jesús está hablando de personas Cristianas.

¿Por qué?

Cuando usted lee el pasaje, ¿llega a la conclusión natural de que ser ‘vomitado’ de la boca de Jesús significa que eres parte de su reino? Cuando lees las palabras ‘infeliz,’ ‘miserable,’ ‘pobre,’ ‘ciego’ y ‘desnudo’, ¿piensas que Jesús está describiendo a los santos?

Un Cristiano ‘tibio’ es una contradicción; no existe tal cosa. Para decirlo claramente: los que asisten a la iglesia que son ‘tibios’ no son Cristianos.

No los veremos en el Cielo.

LA PERSONAS TIBIAS…

  • asisten a la iglesia con bastante regularidad. Es lo que se espera de ellas – lo que ellas creen que hacen «los buenos cristianos» y por eso van.
  • dan dinero a la iglesia y obras benéficas…. siempre y cuando no afecte su estilo de vida. Si tienen algo extra, es seguro darlo. Después de todo, Dios ama al dador alegre, ¿verdad?
  • tienden a escoger lo que es popular por encima de lo que es correcto en los momentos que éstas confligen. Desean encajar dentro de la iglesia, pero no ser rechazados fuera de ella. Se preocupan más por lo que los demás piensan (si está asistiendo a la iglesia, si ofrenda, etc) y no por cómo Dios opine de su corazón y su vida.
  • no quieren realmente ser salvas de su pecado – sólo quieren ser salvas del castigo de su pecado. No aborrecen genuinamente su pecado, sólo se sienten mal porque Dios va a castigarles. Las personas tibian no creen realmente que la nueva vida que Jesús ofrece sea mejor que la vieja vida del pecado.
  • son conmovidas por historias de personas que hacen cosas radicales para Cristo, sin embargo ellas no actúan. Supone que tales actos son para cristianos «radicales», pero no para los cristianos comúnes.
  • no tienden a compartir su fe con sus vecinos, compañeros de trabajo o amigos. No quieren ser rechazados, ni tampoco quieren hacer sentir incómoda a la gente hablando de cosas tan personales como lo es el tema de la religión.
  • miden su moralidad comparándose a sí mismas con el mundo secular y no con Jesús. Se sienten satisfechas de que, aunque no son tan comprometidas como fulano o mengano, no son tan horribles como las personas de la calle.
  • dicen que aman a Jesús y, sin duda, Él es parte de sus vidas; pero sólo una parte. Le dedican una parte de su tiempo, una parte de su dinero, una parte de sus pensamientos… pero no permiten que Él controle sus vidas.
  • aman a Dios, pero no con todo su corazón, su alma, su mente y sus fuerzas. Enseguida asegurarían que intentan amarlo así, pero que ese tipo de dedicación total no es verdaderamente posible para un cristiano común. Sólo lo alcanzan los pastores, misioneros, radicales, etc.
  • aman a otros, pero no tanto como a sí mismos. Su amor por los demás se enfoca a los que les aman de vuelta y les sobra poco amor para los que no lo pueden devolver – ¡y mucho menos para aquellos que, deliberadamente, nos menosprecian o hieren! Es un amor condicionado e interesado.
  • sirven a Dios y a los demás, pero con restricciones. Hay límites en cuanto a cuán lejos irán o cuánto tiempo, dinero y energía están dispuestos a dar.
  • piensan en su vida aquí en la tierra mucho más a menudo que en su vida eterna en el Cielo. La vida cotidiana se centra en los quehaceres diarios, el horario del trabajo o las vacaciones del mes que viene. Rara la vez – si es que sucede – piensan en la vida eterna y sus implicaciones.
  • son agradecidas por sus lujos y comodidades y es rara la vez que piensan en dar todo lo posible a los pobres. Rápidamente señalan: «Jesús nunca dijo que el dinero es la raíz de toda maldad. Es el AMOR al dinero…»
  • hacen lo necesario para evitar sentirse demasiado culpables. Hacen lo mínimo para ser «basante bueno,» pero sin que eso requiera demasiado de ellas. Preguntan: «¿Cuánto tengo que dar?» en vez de «¿Cuánto puedo dar?» Preguntan: «¿Cuánto tiempo tengo que orar y leer Biblia?» en vez de «¿Puedo quedarme hoy leyendo Biblia y orando?»
  • están contínuamente preocupadas por estar seguras; son esclavas del dios del control. Este enfoque en vivir una vida segura lo que logra es evitar que se arriesguen y se sacrifiquen para Dios.
  • no viven por fe; sus vidas están estructuradas de modo que nunca tienen que hacerlo. No tienen que confiar en Dios si ocurre algo inesperado: tienen una cuenta de ahorros. No necesitan la ayuda de Dios: tienen plan de retiro. No buscan genuinamente la vida que Dios quiere que vivan: ya está todo organizado. No hay necesidad de depender de Dios todos los días: las neveras están llenas y, por lo general, tienen buena salud. La realidad es que su vida no fuese significativamente muy diferente si dejasen de seguir a Cristo.
  • beben y maldicen menos de lo normal, pero aparte de eso, no son tan diferentes al típico no-creyente. Igualan ese «limpio vivir» con la santidad, pero están equivocados.

«Examínense para ver si están en la fe; pruébense a sí mismos.» (2 Corintios 13:5)

TODOS somos seres humanos estropeados, y nadie es totalmente imune a las conductas antes descritas. Sin embargo, hay una diferencia entre una vida que está caracterizada por este tipo de mentalidades y hábitos y una vida que está en el proceso de ser radicalmente transformada.

– Francis Chan

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«Servir a Dios a medias es un insulto a la sangre de Cristo.» (Dr. César A. Vázquez)

Cualquier duda o necesidad, no esperen en contactarme.

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