Imagina que tu primo es amigo de una estrella del cine. Porque tu primo tenga esa relación, no significa que tu también, ¿cierto? Esa es la naturaleza de las relaciones. No se transfieren de persona en persona.
El mismo principio lo podemos decir de la relación de amistad que podemos tener con Jesús. Sin embargo algunos han concluido que tienen una relación con Dios porque su familia ha sido cristiana siempre. Incluso porque fueron bautizados de niños. Pero, ¿es esto una verdadera relación salvífica con Dios?
Hechos 16:30-31 (NTV) dice:
“Después los sacó y les preguntó: —Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?
31 Ellos le contestaron: —Cree en el Señor Jesús y serás salvo, junto con todos los de tu casa.”
Con una lectura sencilla y literal podríamos concluir que los familiares del carcelero de Filipo pudieron ser salvados por Dios porque él recibió a Jesús como Señor y Salvador de su vida. ¿Imaginas la aplicación que esto tendría para nosotros hoy? Si yo creo, ¿automáticamente mi esposa e hijos están salvos por Jesús? ¿Qué tal si uno de ellos se declara ateo abiertamente? ¿Será que aunque no quiere nada que ver con Jesús, aún así Cristo le considera amigo? Suena casi como si Dios se forzara sobre la voluntad de los familiares, ¿cierto?
Hechos 16: 30-31, es un texto muy famoso dentro del Cristianismo y se utiliza, incluso, en los evangelismos. Pero si se lee sólo podría causar malos entendidos teológicos.
El problema está cuando encontramos versículos bíblicos que nos sorprenden con lo que dicen, y no indagamos más sobre el contexto en el que fueron escritos.
Pero si leemos un poco más, mira lo que sucede:
Hechos 16:29-34 (NTV)
29 El carcelero pidió una luz y corrió al calabozo y cayó temblando ante Pablo y Silas. 30 Después los sacó y les preguntó:
—Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?
31 Ellos le contestaron:
—Cree en el Señor Jesús y serás salvo, junto con todos los de tu casa.
32 Y le presentaron la palabra del Señor tanto a él como a todos los que vivían en su casa. 33 Aun a esa hora de la noche, el carcelero los atendió y les lavó las heridas. Enseguida lo bautizaron a él y a todos los de su casa. 34 El carcelero los llevó adentro de su casa y les dio de comer, y tanto él como los de su casa se alegraron porque todos habían creído en Dios.
Fíjate que el versículo 34 nos dice claramente que todos habían creído en Dios. Significa que ante la predicación de Pablo y Silas, estas personas creyeron en el evangelio y recibieron al Señor Jesús como Señor y Salvador de sus vidas. Ante esta proclamación abierta y pública de su fe, fueron bautizados y confirmados en las aguas, que habían creído verdaderamente. Entonces, no fue una salvación automática, sino que todos en la casa pasaron de muerte a vida porque todos creyeron, no sólo el carcelero. En ese sentido, podríamos concluir que las palabras de Pablo y Silas: “Cree en el Señor Jesús y serás salvo, junto con todos los de tu casa.” Funcionó como una profecía. Estaban diciendo lo que sucedería si el carcelero daba el paso de fe: todos en su casa también creerían.
Por lo tanto, este texto bíblico no está abogando por una salvación colectiva o por una fe que se presta o se transfiere a otro miembro de la familia porque uno creyó. Cada uno tiene que ser convencido en su corazón y venir a Jesús en arrepentimiento a recibirle como Señor y Salvador de su vida. No funciona de otra manera.
Jesús anhela una relación personal con cada persona, pero para que puedas ser contado entre sus amigos, debes conocerle personalmente. Hoy, si no tienes una relación con Cristo y sabes que le necesitas, arrepiéntete de tus pecados, ve en oración a Dios y pídele que te dé la oportunidad de conocerle personalmente. Comienza a leer el Nuevo Testamento y acércate a una iglesia que enseñen correctamente el evangelio, para que en comunidad puedas crecer en tu nueva relación con el Señor.
Será lo mejor que te podrá suceder jamás.