La pregunta de hoy, nos la enviaron a nuestro correo electrónico preguntas@verdadyfe.com. Creemos que es una duda importante de contestar pues sus implicaciones afectarían no sólo la experiencia de la Iglesia sino la fiabilidad de las Escrituras, en específico, el Nuevo Testamento.
La pregunta nos la hicieron así:
¿Realmente los apóstoles realizaron curaciones y expulsaron demonios o son historias de ficción para atraer creyentes? ¿Es realmente una manifestación del espíritu santo el hablar en lenguas ,dar saltos , tirarse al suelo y salir corriendo mientras se da un culto o predicación?
Cuando se comete un crimen, en este caso, el engaño de la gente, se suelen tener 3 posibles motivaciones:
- Sexo
- Poder
- Dinero
Sin embargo, el relato de los apóstoles lo que les produjo fue la muerte. Fueron martirizados por el mensaje que proclamaron.
Además, al momento de escribir estos relatos (Los Evangelios, Hechos de los Apóstoles, etc.) todavía los testigos oculares de estas alegadas sanidades y milagros estaban vivos. Por ejemplo, en Hechos 3, Dios sana a un paralítico por medio de Pedro. Esto trae repercusiones con los líderes religiosos. En aquel momento, cuando Lucas redactó el libro de los Hechos, estos líderes estaban vivos y pudieron haber traído evidencia en contra de estos hechos, pero no lo hicieron. Lo mismo pasó con el ministerio de Pablo, Felipe, etc. los milagros que hacían por el poder del Espíritu Santo, fueron atestiguados por otras personas. Significa que no hubiesen podido mentir libremente.
Considerando que estos testimonios les costó la vida a los apóstoles, no vemos ninguna oportunidad de que lo hayan hecho para lograr seguidores o algo así (obtener poder). Sencillamente, no hace sentido. Los mentirosos no son buenos mártires.
La segunda pregunta es sobre las manifestaciones del Espíritu Santo hoy día en la iglesia.
Lo primero que hay que dejar claro es que Dios hace como él desee y no hay quién pueda detenerlo. Si se quiere manifestar de alguna manera con alguna persona de manera específica, lo puede hacer fácilmente.
Segundo, la Biblia nos habla de las manifestaciones del Espíritu. En específico, de profecías, hablar en lenguas y de interpretar las lenguas.
Así lo dice 1 Corintios 14:27-33 (NTV):
“No más de dos o tres deberían hablar en lenguas. Deben hablar uno a la vez y que alguien interprete lo que ellos digan. Pero, si no hay nadie presente que pueda interpretar, ellos deberán guardar silencio en la reunión de la iglesia y hablar en lenguas a Dios en forma privada. Que dos o tres personas profeticen y que los demás evalúen lo que se dice. Pero, si alguien está profetizando y otra persona recibe una revelación del Señor, el que está hablando debe callarse. De esa manera, todos los que profeticen tendrán su turno para hablar, uno después de otro, para que todos aprendan y sean alentados. Recuerden que la gente que profetiza está en control de su espíritu y puede turnarse con otros. Pues Dios no es Dios de desorden sino de paz, como en todas las reuniones del pueblo santo de Dios.”
Pablo le escribe a la iglesia en Corintios y afirma las lenguas, la interpretación de las lenguas, la profecía y el discernimiento de las profecías. Algo muy importante en lo que él dice, es el orden que debe caracterizar estas manifestaciones, ya que Dios es un Dios de orden.
Curioso que Pablo enseñara que las lenguas no se pueden controlar, pero sí el profetizar. Cuando la persona habla en lenguas, debe haber un intérprete o hacerlo en privado pues es para su propia edificación, o para la iglesia, si alguien las interpreta. De lo contrario, debería ser algo que se hace en privado.
Así termina Pablo esta sección en 1 Corintios 14:39-40 (NTV):
“Por lo tanto, mis amados hermanos, con todo corazón deseen profetizar y no prohíban que se hable en lenguas; pero asegúrense de que todo se haga de forma apropiada y con orden.”
El texto deja fuera algunas de las manifestaciones que se incluyeron en la pregunta.
¿Qué podemos hacer en ese entonces? Necesitamos prudencia y discernimiento. Si estás en una reunión donde esto sucede, cierra los ojos y ora. Si hay algo importante que no debe suceder en ese momento, es perder la comunión con Dios. Si el evento provoca desorden y desenfoque de la ministración de la Palabra o adoración a Dios, podría ser una distracción a la que no deseamos sucumbir en medio del culto a Dios. Si se nos hace difícil manejar el enfoque en ese momento, quizás no debemos de participar. Mejor continúa tu culto racional y ordenado, fuera del salón donde surgen estas actividades. Cuando el orden regrese, volvemos a incorporarnos con nuestros hermanos.
Así que la invitación es al orden, la paz, la compasión y el discernimiento y todo esto lo provee en nosotros, el Espíritu Santo.