La Fe que Duda

Mensaje predicado el 19 de marzo de 2023 en la Iglesia Catacumba 9 de Cayey, Puerto Rico.

Hace algunos años tuve la oportunidad de participar de una conferencia de apologética en la UPR de Cayey. Fue un tiempo glorioso donde tocamos diversos temas sobre Dios y al final de cada sesión, dábamos un tiempo para preguntas y respuestas.

A mi me correspondió una de las últimas intervenciones y una vez terminado, pude dialogar con los universitarios que se dieron cita. Tenían dudas importantes que responder. Pero lo que más me llamó la atención fue un padre que aprovechó para acompañar a su hijo a la conferencia. Me llamó la atención por dos razones:

(1) El papá estaba discipulando a su hijo, creciendo juntos.

(2) El papá discipulador también era discípulo con sus propias preguntas.

Mientras este padre hablaba conmigo me dijo algo que me dejó inquieto:

“En mi iglesia, cuando yo crecía, no permitían preguntas porque decían que era un síntoma de mi incredulidad y eso ofendía a Dios.”

Me hizo pensar en cuántas personas crecieron en una iglesia así. Quizás crecieron en un hogar así.

Las dudas son como piedras. Cuando no las contestamos, es como si metiéramos cada piedra en nuestro bolsillo en el pantalón. Crecer con los bolsillos llenos de dudas no es sabio. La vida es una gran piscina donde te lanzas y si tienes todas esas piedras en los bolsillos, te hundes y te ahogas. Así no es que se practica la fe bíblica. 

Jesús resucitó de los muertos y eso proveyó la evidencia objetiva determinante para que sus discípulos creyeran en todo lo que él les había enseñado. La fe no es tan fuerte como las ganas que nosotros le metamos, sino de los rastros de su fidelidad que Dios dejó. 

Con esto en mente, deseo que hoy podamos examinar Marcos 7: 14-19 para ver lo que podemos sacar de esta narrativa con relación a la duda. Es un texto, que si lo leemos completo aprendemos varias cosas súper importante sobre la pureza interior, pero el enfoque de hoy será en estos tres puntos:

  1. Los discípulos dudan también
  2. Los discípulos no guardan las dudas
  3. Jesús tiene respuestas 

Marcos 7:14-23 NTV

14 Luego Jesús llamó a la multitud para que se acercara y oyera. «Escuchen, todos ustedes, y traten de entender. 15 Lo que entra en el cuerpo no es lo que los contamina; ustedes se contaminan por lo que sale de su corazón».

17 Luego Jesús entró en una casa para alejarse de la multitud, y sus discípulos le preguntaron qué quiso decir con la parábola que acababa de emplear. 18 «¿Ustedes tampoco entienden?—preguntó—. ¿No se dan cuenta de que la comida que introducen en su cuerpo no puede contaminarlos? 19 La comida no entra en su corazón, solo pasa a través del estómago y luego termina en la cloaca». (Al decir eso, declaró que toda clase de comida es aceptable a los ojos de Dios).

1: Los discípulos dudan también

¿Qué es una duda? Una duda es cuando tenemos un doble ánimo sobre un tema o situación. Son tres tipos de dudas:

  1. Emocional: cuando estamos convencidos intelectualmente sobre algo pero nos sentimos diferente al respecto.
  2. Volicional: cuando sabemos lo que es correcto pero a la vez, queremos tomar una decisión diferente y dudamos sobre lo que sabemos. 
  3. Intelectual: cuando tenemos una idea pero se levanta un oponente intelectual a lo que pensábamos y nos hace cuestionar lo que creíamos saber.

En el caso de los discípulos, dudaron del tercer tipo. Tenían una idea sobre la alimentación y los alimentos impuros, y aquí Jesús estaba introduciendo un oponente intelectual a la noción que tenían. Importante notar, que aunque Jesús estaba hablando de la pureza del corazón, el que Marcos destaque “(Al decir eso, declaró que toda clase de comida es aceptable a los ojos de Dios)”, nos da un indicio de lo que pensaban los discípulos al hacer la pregunta. No entendían la parábola. Los fariseos se quejaron de que no se lavaban las manos para comer. Estaban comiendo. Lo que pensaban era sobre lo que entraba por sus bocas. Pero Jesús les estaba hablando a los religiosos sobre la pureza del corazón. Entró la duda.

Imagina cómo los cerebros de estos discípulos tuvieron que haber comenzado a procesar las palabras de Jesús. Debieron haber considerado lo que les enseñaron los religiosos de la época, lo que sus vecinos hacían, lo que sus padres les enseñaron desde niños…

Si yo hubiese sido un niño judío en esa época, yo también hubiese tenido una pregunta seria sobre este tema:

“¡¿Por qué no puedo comer tocineta en el desayuno?!” 

Esto es una pregunta seria e importante que debió estar en la mente de los judíos de generación en generación. ¡De seguro!

Esto tuvo una razón de ser. Dios quería que su Pueblo viviera de manera única y diferente a las demás naciones. Dios quería que la santidad de su pueblo, aunque debía ser en el corazón, fuese también visible. Incluso en las comidas que comían y ropas que vestían. Pero Jesús, ya tenía una visión hacia dónde quería llevar el evangelio. Su mentalidad era incluir a los gentiles en el reino de los Cielos y eso significaba que los gentiles serían parte del pueblo de Dios, aunque no de manera étnica. Por eso el cambio drástico. Por eso la duda de los discípulos.

Es importante que podamos entender que las dudas no son pecado.

Tener una duda no es lo mismo que ser incrédulo o no tener fe. La duda no es lo opuesto de la fe. Lo opuesto de la fe es la incredulidad. Las dudas son normales y siempre van a surgir. El autor y filósofo cristiano C.S. Lewis lo dijo así:

“Ahora que soy cristiano, tengo mis momentos donde todo esto parece muy improbable: pero cuando era ateo, me daban unos arranques fuertes donde el Cristianismo se veía terriblemente probable.” 1

Cuando era ateo, Lewis dudaba sobre su ateísmo. Cuando se convirtió, entonces dudaba sobre su cristianismo. Lo que cambió fue el objeto de su duda, pero siempre salieron dudas.

2: Los discípulos no guardan las dudas

Fíjate en el detalle de esta narrativa con relación a lo que los discípulos hicieron con sus dudas. El texto dice:

17 Luego Jesús entró en una casa para alejarse de la multitud, y sus discípulos le preguntaron qué quiso decir con la parábola que acababa de emplear. 

Los discípulos tenían frente a ellos al Maestro de Maestros. Ya habían experimentado la inteligencia y sabiduría de Jesús, por lo que estaban seguros que encontrarían respuesta. Dudaron, claro, pero tenían fe de que Jesús les contestaría y aclararía el tema. ¿Qué hubiese sucedido si los discípulos no hubiesen hecho la pregunta?

¡Las comidas navideñas boricuas estarían faltas del lechón!

Gracias a que los discípulos se atrevieron a preguntar, la iglesia emergente fue libre de comer conforme a su conciencia. Las repercusiones de la respuesta de Jesús nos alcanzan a nosotros hoy. ¡Así de importante fue que se atrevieran a preguntarle al Señor!

Fíjate que Jesús, aunque les reprende de primera (y veremos por qué), les contesta la pregunta. La razón por la que Jesús les cuestiona y les dice:

“«¿Ustedes tampoco entienden? ¿No se dan cuenta de que la comida que introducen en su cuerpo no puede contaminarlos?”

No es un regaño por atreverse a preguntar. Para entenderlo, debemos considerar lo que ha pasado antes en el Evangelio según Marcos. Desde el capítulo 3, cuando Jesús escoge a los apóstoles, ellos han visto numerosas veces la autoridad de Jesús:

  1. Han visto exorcismos,
  2. Una multiplicación de alimentos,
  3. Sanidades
  4. La resurrección de la hija de Jairo
  5. la autoridad con la que Jesús reprende a los líderes religiosos y
  6. hasta fueron enviados con autoridad para echar fuera demonios y sanar enfermos

Entonces, ya a estas alturas, deberían saber que cuando Jesús dice algo, es porque lo dice en serio y con toda autoridad. Ya lo han visto incluso refutar la manera en que lo religiosos guardaban el sábado, por lo que tenían un trasfondo ya para entender que Jesús tenía unas categorías diferentes para con las leyes y su significado. Pero, por si no nos queda totalmente claro, recuerda: Jesús les contestó la pregunta comoquiera.

3: Jesús tiene respuestas 

Cuando los discípulos le preguntan a Jesús, él responde a quienes tiene cerca. Se aseguró de explicarles. Las parábolas eran para los de afuera, no para ellos (Marcos 4: 11). A sus amigos, Jesús no les esconde información (Juan 15:15).

Por eso, los discípulos hicieron lo correcto al ir donde él a preguntarle. Fueron a la fuente de la información.

No solamente eso, sino que la respuesta que Jesús les dio, satisfizo la duda. ¡El problema fue resuelto!

Aplicación

Nosotros, los actuales discípulos de Jesús, dudamos también.

Tener dudas no es sinónimo de incredulidad, pero la falta de respuestas pone en riesgo la fe.

Ese padre en la conferencia de apologética se me agarró al corazón porque tenía dudas que llevaba cargando desde niño. Sólo puedo imaginar la incertidumbre que debía sentir mientras crecía, e incluso antes de entrar a la conferencia ese día.

Estaba asegurándose que lo que él vivió, no fuese lo mismo que su hijo experimentaría.

  • El día que entendí que si el tiempo y la materia tuvieron un inicio, significa que la causa del universo no sólo es poderosa para producir el universo, sino que es eterna e inmaterial (o sea, Dios), experimenté el consuelo que sólo la verdad da a un corazón que busca respuestas. 
  • Cuando entendí que la maldad nos molesta porque sabemos cuál debe ser el comportamiento correcto humano; que para saber el comportamiento correcto necesitamos una ley que lo establezca; que todos tenemos conocimiento de esa ley en nuestras conciencias; y que sólo Dios puede escribir esa ley en nuestra conciencia inmaterial, fue un día muy feliz para mi.
  • El día que comprendí que el cielo no es estar sin mi cuerpo, cantándole a Dios mientras que los ángeles tocan el arpa para siempre, fue el día que finalmente pude apreciar con gran alegría lo que el Señor prometió a sus redimidos.

Estoy seguro que todos aquí hemos tenido dudas. De hecho muchas de esas dudas las llevamos cargando desde niños. Hicimos una encuesta rápida por Instagram y el 83% de las personas que contestaron, admitieron que desde niños tenían preguntas serias acerca de Dios.

Como discípulos, no podemos guardar nuestras dudas. Tenemos que tener los bolsillos con la menor cantidad de piedras posibles, si no queremos ahogarnos en la piscina de la vida.

Las dudas no deben acumularse. Como Cristianos, tenemos el deber de conocer mejor a nuestro Señor. Esto conlleva estudio y dedicación a la Palabra de Dios. Establezcamos rutinas santas de estudio de la Palabra. Agarrar la Biblia y dedicarle un rato a diario para comernos unos cuantos capítulos de una sentada. Como diría el apologeta Greg Koukl: “Nunca leas un solo versículo de la Biblia.” 2

Un comentario a los Padres

Esto aplica a nuestros hijos. Como Padres, somos los primeros discipuladores de nuestros hijos. De hecho, es el Papá el que tiene el mayor peso aquí. No porque a la mamá le falte la capacidad de enseñar y contestar las preguntas de sus hijos (es obvio que pueden y lo hacen), sino que hay una autoridad sacerdotal que Dios ha colocado sobre los hombros de los Papás. Nosotros los papás necesitamos poder exponernos a las preguntas de nuestros hijos para responderlas.

Deuteronomio 6:6-7 (NTV) nos dice:

“6 Debes comprometerte con todo tu ser a cumplir cada uno de estos mandatos que hoy te entrego. 7 Repíteselos a tus hijos una y otra vez. Habla de ellos en tus conversaciones cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes.”

Alguien me dirá, “Pastor, pero para usted es fácil porque usted tiene un conocimiento que yo no tengo…” ¡Tengo algo de conocimiento porque no me quedo quieto con mis dudas y me pongo a estudiar al respecto! Así ha sido que Dios me ha permitido tener el conocimiento que tengo. Esa excusa no le va a funcionar cuando Dios le pida cuentas sobre lo que sembró o dejó de sembrar en sus hijos. Tampoco se engañe a sí mismo pensando que con traerlos a la iglesia es suficiente.

Somos una iglesia en misión primeramente en nuestras casas. Estudie la Palabra como si su vida dependiera de ello. Si no sabe la respuesta, dígaselo, no se la invente. Pero luego vaya y busque la respuesta. Para eso también Dios les ha provisto de buenos libros, recursos y la iglesia. Aproveche los grupos pequeños y hable con su líder, o el domingo, agarre a un pastor y pregúntele. No se quede con la duda suya ni la de sus hijos. Y si el líder o pastor, no sabe… ese día será de aprendizaje para todos.

Cuando obtenga la respuesta recuerde que:

  1. Puede que sus hijos no estén listos para una respuesta completa en ese momento,
  2. Puede que no interesen una respuesta larga y compleja.

A veces, con saber que tú sabes, le será suficiente, pues sabrán que es un tema que pueden hablar contigo.

Pero si ignoras las preguntas de un niño, luego esos niños: (1) buscarán respuestas en los lugares equivocados, o (2) ya de adultos, creerán que no hay respuestas, porque nunca las tuvieron. 

Por último:

Recuerde que Jesús tiene las respuestas.

Si en algún momento les han hecho creer que las preguntas no son de Dios, perdone a esa persona. A Jesús no le molestan nuestras dudas sinceras. Él puede manejar nuestras dudas. Incluso si ya, a las alturas en que estamos se supone que sepamos la respuesta, nos la contesta comoquiera, igual a como hizo con los discípulos en el relato que vimos hoy.

El Salmos 103:14 (NTV) dice:

“Él sabe lo débiles que somos; se acuerda de que somos tan solo polvo.”

Jesús sabe que nuestro entendimiento no solamente está entenebrecido por nuestro pecado, sino que también, muchas veces, está dirigido por nuestros estados de ánimo.

Sea el tipo de duda que sea que tengamos, recordemos que él es la fuente de toda verdad, por lo que en él hallamos respuestas siempre.


Fuentes:
1: Lewis, C. S. Mere Christianity. Harper Collins, 2001.
2: Koukl, Greg. “Never Read a Bible Verse.” Stand to Reason, 4 February 2013, https://www.str.org/w/never-read-a-bible-verse. Accessed 15 March 2023.

Acerca de Rick Lipsett

(@ricklipsett) director y portavoz de verdadyfe.com. Ha escrito numerosos artículos relacionados a la apologética Cristiana. Sirve como pastor en la Iglesia Cristiana Catacumba 9 de Cayey, Puerto Rico.
Esta entrada fue publicada en apologética, Cristianismo, Vida Cristiana. Guarda el enlace permanente.