Deja que Dios declare

Mensaje predicado originalmente el domingo 23 de enero de 2022, en la Catacumba 9 de Cayey, Puerto Rico

Recuerdo la primera vez que leí el libro de Jueces. Me sorprendió mucho lo sangriento que puede ser. Vi todas las malas decisiones que cometieron los héroes de la fe que presenta. Por un lado hacen grandes hazañas para y por Dios, pero por otro lado pecan tremendamente. Testimonio de que verdaderamente todo ser humano necesita de Cristo urgentemente, pues por más grandes obras que hagamos todos estamos cortos para verle, si no nos arrepentimos y recibimos como Señor y Salvador de nuestras vidas.

Así es la historia de Jefté. Vemos unas victorias tremendas, pero un final terrible que se sale completamente de la voluntad de Dios.

Un poco de trasfondo: Dios había declarado a Abraham (Génesis 15:18-21) y luego le reafirmó a Moisés (Éxodo 13:5), que le daría las tierras de los amorreos. Dios cumplió su promesa y cuando Israel entró a la tierra prometida, la tierra de los amorreos fue ocupada por los Israelitas, hechos dueños de esas tierras conforme al creador de la misma.

Llegamos a la época de los jueces, donde estas personas eran escogidas por Dios para liberar a su pueblo y dirigir por un tiempo. Entre ellos: Débora, Gedeón, Sansón y Jefté.

Quiero que consideremos a Jefté hoy y una de sus decisiones. Tocaré Tres puntos:

Jefté, hijo de Galaad y una prostituta, fue rechazado por su familia por causa de su madre pero cuando los Amorreos se levantaron a pelear contra Israel para repelerlos de las tierras que estaban ocupando, el pueblo decidió rendirse ante el liderazgo de Jefté, quién aceptó, y en el momento clave donde se enfrentaría a los amorreos para obtener la victoria inminente que Dios le prometió, sucede lo siguiente:

Jueces 11:29-31 (NTV)

29 En esa ocasión, el Espíritu del Señor vino sobre Jefté, y él recorrió toda la tierra de Galaad y de Manasés, incluida Mizpa en Galaad y, desde allí, lideró al ejército contra los amonitas. 30 Y Jefté hizo un voto al Señor: «Si me das la victoria sobre los amonitas, 31 yo entregaré al Señor al primero que salga de mi casa para recibirme cuando regrese triunfante. Lo sacrificaré como ofrenda quemada».

Jueces 11:34-35 (NTV)

34 Cuando Jefté volvió a su casa en Mizpa, su hija salió a recibirlo tocando una pandereta y danzando de alegría. Ella era su hija única, ya que él no tenía más hijos ni hijas. 35 Cuando la vio, se rasgó la ropa en señal de angustia. —¡Hija mía!—clamó—. ¡Me has destruido por completo! ¡Me has traído una gran calamidad! Pues hice un voto al Señor y no puedo dejar de cumplirlo.

Muchas personas leen estos pasajes de Jueces y llegan a la conclusión que Dios es malvado. Este es uno de esos relatos que siempre me enfrenta, me molesta y me invita a estudiar la Palabra de Dios más. Soy alentado a permanecer cerca de Cristo, porque en el ejemplo de Jefté veo que definitivamente apartado de Jesús nada puedo hacer.

1: No vayamos donde Dios no está

Fíjense que el Espíritu Santo se posa sobre Jefté con un propósito específico: “liderar al ejército contra los amonitas”. Luego de eso, Dios no aparece dando instrucciones a Jefté.

Dios no está en la parte del relato que nos incomoda.

Muchos leerán esto y concluirán que Dios es malvado, que la Biblia es sangrienta, Dios no es bueno o algo así. Es importante notar que lo que se muestra ahí son las decisiones humanas y no la dirección de Dios. Similar a lo que pasó con la derrota de Israel en Hai (Josué 7) Este relato nos apunta a nuestra incapacidad natural de seguir a Dios, pues nuestro orgullo (pecado) se mete en el medio de la posibilidad de relacionarnos con Dios. Por eso es tan importante que el Cristiano se deje dirigir por el Espíritu Santo.

  • Nuestras promesas a Dios son de agradecimiento, no deben ser para “comprar” a Dios y “obligarle” a hacer algo por nosotros.
  • Quizás Jefté pensó que un ángel lo detendría, como con Abraham. Pero una declaración como esta, no puede darse ante una incertidumbre. Abraham no tenía incertidumbre. Estaba obedeciendo un mandato de Dios, conociendo la promesa de Dios, que en Isaac serían benditas todas las naciones. “Abraham llegó a la conclusión de que si Isaac moría, Dios tenía el poder para volverlo a la vida.” (Hebreos 11:19a)

31 Han edificado santuarios paganos en Tofet, el basurero en el valle de Ben-hinom, donde queman a sus hijos y a sus hijas en el fuego. Jamás ordené un acto tan horrendo; ¡ni siquiera me pasó por la mente ordenar semejante cosa!

Quién único tiene el derecho de exigir una vida es el Señor, pues le pertenece. Dios había sido claro que los sacrificios humanos no eran permitidos.

Es de suma importancia que estemos apercibidos si donde estamos, lo que estamos haciendo o lo que decimos incluso, es lo que Dios nos ha enviado a hacer o decir. Si salimos de la dirección de Dios, solos caminaremos en la destrucción.

2: Obedecemos a Dios en lo que nos manda

Dios quiso honrar su Palabra y otorgarle la tierra prometida a su Pueblo. Quiso usar a Jefté para este esfuerzo. Era el deber de Jefté obedecer a Dios en lo que le pedía. De hecho, eso fue lo que hizo. Con toda emoción se lanzó en valentía e hizo todo lo que tenía que hacer.

  • Primero se comunicó con el rey de Amón y le explicó como era inevitable que sus tierras pasaran a manos de los israelitas; ¡Dios lo había decretado así!
  • Significa que Jefté no devolvería lo que Dios había dado, obedeciendo así los deseos de Jehová. (Esto requiere gran valentía y convicción) “»Así que, como ves, fue el Señor, Dios de Israel, quien les quitó la tierra a los amorreos y se la dio a Israel. Entonces, ¿por qué tendríamos que devolvértela a ti?” ~ Jueces 11:23
  • Obedeció a Dios en liderar al ejército (gran valentía) para vencer los amorreos.

Es notable que Jefté amaba a Dios.

Jesús dijo:

“21 Los que aceptan mis mandamientos y los obedecen son los que me aman. Y, porque me aman a mí, mi Padre los amará a ellos. Y yo los amaré y me daré a conocer a cada uno de ellos.” ~Juan 14:21

Para amar a Dios, tenemos que ser obedientes a sus mandamientos. Este es un punto importante, pues no hay otra manera de amar a Dios. El que recibe el amor es quien establece la manera de ser amado. El objeto de nuestro amor como Cristianos es Dios, quien dice: si me quieres amar, obedéceme. Significa que a Dios no se le ama a nuestra propia manera. Es importante que examinemos siempre el consejo de Dios en su Palabra para saber y entender qué Dios espera de nosotros y hasta por qué. No añadimos (ni quitamos) al mandato de Dios.

3: Deja que sea Dios quien declare

Dios declaró que daría la tierra de Amón a Israel y lo cumplió. Jefté declaró algo que estaba fuera de la voluntad de Dios (le quiso añadir a la directriz del Señor, con sus buenas intenciones, pero terminó deshonrando a Dios.

  • Este es el peligro de declarar sin fundamento Bíblico: Este hombre hizo unas declaraciones fuera de la voluntad de Dios y se tendió la trampa él mismo. Dios no fue glorificado. Cuando Dios declara, tiene toda la autoridad y soberanía para cumplirlo. Nosotros nunca hemos estado en control.
  • Cuando declaramos por voluntad propia, y no por el fundamento bíblico, Dios no es glorificado. Declarar nuestros deseos como si fueran Palabra de Dios apunta a nosotros, no a quien nos envió, si somos realmente sus embajadores.
  • ¡Cuidado con las emociones! Jefté declaró contrario a la voluntad de Dios pues era un momento de grandes emociones. El nerviosismo de ser enviado a la guerra y la convicción de que ganaría porque actuaba en obediencia le cegó e impulsó a hablar de más. Era mejor quedarse callado: Proverbios 17:28 (NTV) “Hasta los necios pasan por sabios si permanecen callados; parecen inteligentes cuando mantienen la boca cerrada.”

La Biblia nos enseña a que declaramos las verdades reveladas en la Palabra de Dios. De hecho, no sólo las decimos sino que nos estamos poniendo de acuerdo con otros que también han sido convencidos de esa verdad bíblica. La palabra Bíblica (en griego) para declarar es homologeó que significa: en una misma mentalidad, que dice lo mismo en acuerdo con otros.

Por ejemplo: Romanos 10:9 (NTV)

Si declaras abiertamente que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo.

Declarar conforme al consejo de nuestro corazón, nos hará caer en la trampa de lo que hemos dicho (nuestras propias palabras) y deshonramos a Dios porque:

“Hablar demasiado conduce al pecado. Sé prudente y mantén la boca cerrada.” ~Proverbios 10:19 (NTV)

El tema de promesas al Señor es uno muy serio para Dios. Tengamos precaución de no tomarlo muy a la ligera.

Eclesiastés 5:2 (RV1960)

“No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras.”

No nos dejemos llevar por las emociones y querer añadir a la voluntad de Dios, reconozcamos que si Dios está en el cielo es porque su autoridad y dirección está sobre nosotros. Que nuestras palabras sean menos para que las de Dios sean más.

Si Jefté quería hacer un pacto, debía hacerlo de manera que no estuviese en contra de la voluntad de Dios. Si deseaba sacrificar algo en aquellos tiempos, había maneras para hacerlo. Si lo que deseaba era hacer una declaración de fe, podía declarar que El Señor es fiel y siempre cumple sus promesas, o que el Señor es fiel y le daría la victoria (Porque ya había sido enviado a hacerlo por parte de Dios).

Si usted quiere prometerle algo al Señor, no lo haga para tratar de mover a Dios, sino en agradecimiento por lo que hizo. Haga una promesa de seguirle para siempre, pues le rescató de su pecado –y luego la cumple, en el poder del Espíritu Santo.

Si quiere declarar en público, declare la Palabra de Dios que es infalible, no caiga en la trampa de declarar palabras que Dios nunca le dijo que dijera.

Nuestro deber es honrar a Dios.

Conclusión

  • La Palabra de Dios está para corregirnos, dirigirnos y enseñarnos. Tomemos este ejemplo de Jefté para aplicarnos la enseñanza a nuestras vidas. La conclusión de sus palabras deberían sacudirnos hasta la médula. No para negar la Biblia ni entender que Dios es malvado, sino que somos todos necios si actuamos conforme a los deseos de nuestro corazón. Vayamos donde Dios está, y donde no está, mejor no digamos o actuemos según nuestras propias ideas, no nos irá bien. (No vayamos donde Dios no está)
  • Si amamos al Señor y queremos dirección para nuestras vidas en Él, lo primero que tenemos que hacer es obedecerle. Para lograr esto, necesitamos usar nuestras Biblias. No son para decoración, necesitamos estudiar el contenido de las Escrituras para entender lo que Dios espera y requiere de nosotros –nuestros deberes. No dependamos de predicaciones únicamente, busquemos a Dios a diario, para aprender a ser sus discípulos. (Obedecemos a Dios en lo que nos manda)
  • La revelación final y completa de Dios fue Cristo. (Hebreos 1:2). No hay nueva revelación ni la habrá. Si vamos a declarar algo, que sea la voluntad explícita de Dios, que siempre se cumple. Que de nuestras bocas jamás salga una promesa que Dios no nos requiere en su Palabra. Que nuestras declaraciones sean las de Dios para que siempre se cumplan y siempre le honremos. (Deja que sea Dios quien declare)

Necesitamos hacer una introspección y ver si hemos deshonrado a Dios es estas áreas, para que podamos arrepentirnos. El amor de Dios cubre multitud de pecados, por lo que necesitamos acercarnos cada vez más a Jesús.

Acerca de Rick Lipsett

(@ricklipsett) director y portavoz de verdadyfe.com. Ha escrito numerosos artículos relacionados a la apologética Cristiana. Sirve como pastor en la Iglesia Cristiana Catacumba 9 de Cayey, Puerto Rico.
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