¿Estoy obligado por la Biblia a votar por alguien en específico?

[Este artículo fue escrito hace un tiempo atrás por el Lcdo. Juan M. Fronteras para la revista 180º Magazine. Publicado con permiso.]

Les confieso que en estos momentos no hay pregunta que recurra a mi mente con más insistencia que esta. Es incisiva, apremiante, molestosa y, a veces, irritante. No porque mi conciencia este atada a una visión política en particular, sino porque en lo profundo de mi corazón me interesa agradar a Dios en todo lo que hago – aún cuando en ocasiones falle miserablemente en conseguirlo. Me interesa escudriñar Su Palabra para conocerle y glorificarle en mi vida. Si esto no fuese apremiante para mi, simplemente cerraba los ojos y votaba por el que me dijeran, o por el que me agradara más, o por el que tuviera más cosas a fines conmigo y me quitaba esta molestosa e irritante mosca mental que ronda mi vida en estos días. Pero no puedo. No me deja tranquilo.

_____

¿Entonces que hago?  Pues como todo buen cristiano voy a la palabra de Dios en búsqueda de dirección. «Lámpara es a mis pies tú palabra y lumbrera a mi camino» (Salmo 119:105). Pero me topo con un problemón gigante: ni Isaías, ni Jeremías, ni Miqueas, ni Daniel, ni Juan, ni Pablo, ni Pedro, ni Jesús mencionan a ninguno de los candidatos en la papeleta.

Entonces se pone la cosa difícil.

Busco y escudriño un poco mas y me percato que Dios, en el establecimiento del reino por medio de Jesús, en esta etapa temporal (entre lo otorgado y lo que esta por venir), ha comunicado unas características que identifican a aquellos que dicen ser discípulos y/o miembros de dicho reino. Bienaventurados los pobres de espíritu, los que lloran, los humildes, los que tienen hambre y sed de justicia, bienaventurados los misericordiosos, los de limpio corazón, los pacificadores, los perseguidos y calumniados por causa de la justicia Mateo 5:3-10). Reflejando estas características en sus vidas y en sus acciones los discípulos o miembros del reino de Dios serán sal y luz de la tierra (Mateo 5:13).

Ahora bien, ¿como estas características deben influir al momento en que me meto en la caseta de votación y pongo la papeleta al frente y veo todos esos emblemas de partidos y nombres? Me sigo confundiendo.

Ser sal y ser luz de la tierra dentro de la caseta de votación significa que debo buscar cuál de los candidatos tiene una tarjeta de miembro de tal o mas cual iglesia. Significa que tengo que conocer el credo de fe que confiesa o niega. Significa que tengo que conocer qué piensa sobre la existencia de Dios y cómo se creó el universo. Significa que todo el que gobierne este pueblo tiene que ser cristiano o sino no esta capacitado para gobernar a Puerto Rico. Significa que todo el que vaya a gobernar o a ocupar un puesto en la legislatura tenga las características de los discípulos y/o miembros de reino de los cielos.

La verdad es que no lo creo.

He visto cristianos ortodoxos en sus normas de fe, íntegros en su caminar y que aman a Dios con todo su corazón que no podrían administrar el presupuesto de la tiendita de la esquina, o no podrían estar al frente de una organización, o no podrían manejar la toma de decisiones difíciles para el bien común. ¡Ayyyyy! Tengo que correr al gabinete y buscarme una cosa de esas que quita el dolor de cabeza.

No me rindo. Me rasco la cabeza un rato más y sigo pensando. Tengo que poder entender y resolver este dilema antes de votar. Quizás es que no debo requerirle a los candidatos que se conviertan y confiesen el nombre de Jesús. Quizás es que lo que debo buscar es que recojan conmigo en vez de que desparramen. Que aunque no sean parte del reino, no trabajen para destruir sus valores y sus principios. Pero en este dilema me encuentro con otra contrariedad: no existe un candidato – ni aún uno – que en su totalidad defienda los valores del reino, o como hemos venido diciendo, recoja en todo momento con el reino en vez de desparramar. Me parce mas a que con una mano recogen y con otra desparraman. A que con la misma boca que en ocasiones expresan valores que me parecen acorde con el reino, con esa misma boca un segundo después lo destruyen. Mas aún, con sus labios honran los valores del reino pero sus acciones están lejos de él. Este dolor de cabeza se torna en migraña en un abrir y cerrar de ojos. No quiero pensar tanto. Simplemente quiero actuar y tomar esta decisión para calmar esta cosa que me molesta tanto. Pero no puedo, eso que llamamos conciencia no me lo permite.

Es que no puedo concebir cómo podemos catalogar a candidatos específicos como dignos del voto cristiano, como si el voto pudiese convertirse a Cristo. Me parece que nos embarcamos en aguas muy peligrosas que Jesús no quiso embarcarse en ellas al requerirnos que como parte del reino tomemos partido con uno o con otro candidato político. Apoyemos a uno u a otro. No creo que hagamos mucho en preguntarnos ¿Cómo votaría Cristo si fuera puertorro y viviera hoy? Pues confieso que si le hiciéramos la pregunta a Jesús lo mas probable es que nos contestaría con una de sus sabias preguntas devolviéndonos la pelotita.

Mas peligroso encuentro aún cuando los pastores y lideres eclesiásticos entran al juego político apoyando a tal o mas cual candidato. Firmemente creo que los pastores y lideres de la Iglesia están para enseñarnos la palabra de Dios y ayudarnos a que Dios cumpla su propósito en nuestras vidas por medio de transmitirnos el consejo completo de Dios que surge de su palabra. No para indicarnos, y ni siquiera sugerirnos, por quién ejercer nuestro voto. Cada vez que la Iglesia y sus pastores, como institución, han rebasado esa línea el costo para el reino ha sido incalculable. La Iglesia pierde más cuando endosa candidatos políticos. Si hay algo que creo que podemos discernir de las Escrituras es que eso no se hace.

Hermanos, la separación de Iglesia y Estado a beneficiado más a la Iglesia en la historia política de occidente. Esa línea nunca debemos considerar cruzarla y si pecamos de algo debemos pecar en lo conservador en cuanto a esto, pues una vez se cruza es muy difícil retroceder.

No obstante, pienso que Dios requiere de nosotros a que vivamos en este mundo pero no seamos del mundo. Ejercer nuestras funciones civiles, incluyendo el voto, guiados por los principios del reino de los cielos. Aunque pueden existir dos (2) reinos, el de los cielos (Mateo 5) y el civil (Romanos 13). El dueño y señor de ambos es Dios.

En ambos, tengo que vivir los principios del reino, pero no puedo exigirle a los que forman parte del reino civil que se comporten según los principios del reino celestial.

Mi función es llamarlos a cuenta y exigir que reconozcan que su autoridad no proviene de ellos sino de Dios y que en algún momento le rendirán cuentas a alguien mayor que el pueblo sobre sus funciones. Por consiguiente: que cumplan con la justicia y la verdad al momento de ejercer el poder de la espada. Que no atropellen al pobre y menesteroso. Que no devoren a los que no tienen influencia ni poder político. Que velen porque los ricos no atropellen a los pobres, que juzguen a base de la justicia y no a base de las influencias, que no socaven los fundamentos de nuestra sociedad por los impulsos de unos pocos, que las decisiones estén basadas en el bien colectivo y no el de aquellos que considero los más cercanos a mi.

Es difícil, lo sé.

No hay respuestas directas, ni absolutas. Lo cierto es, como me dijo un buen amigo, “para los cristianos la moral es absoluta y la política es relativa, pero para el mundo la moral es relativa y la política absoluta”.

Si hay algo que debemos dejar a un lado es la ignorancia de la política partidista de nuestra tierra. Eso es un patrón impractico de nuestro entorno social que debemos enterrar de una vez y para siempre. Nuestro voto debe ir dirigido por los valores totales del reino y, cuando le damos nuestro voto a algún político, debemos hacerlo con la firme decisión de llamarlos a cuenta cuando defraudan e incumplen sus promesas.

A su vez, aquellos que se oponen de frente y tenazmente a los valores cristianos no deben de tener nuestro respaldo. Juan el Bautista señalo a Herodes y le costo su cabeza. Esther se esforzó y entro a la presencia del Rey dispuesta a perecer. Daniel abrió sus ventanas y oro tres veces al día en violación directa al edicto del Rey, quien era su jefe. Oremos profundamente, honestamente y con sencillez de corazón dejemos que nuestra fe informe nuestro voto de una manera consistente y racional.

No te quedes en tu casa, exprésate con tu voto.

___

Acerca de Verdad y Fe.com

Página dedicada a ofrecer argumentos a favor de la existencia de Dios, la veracidad de Biblia y los fundamentos razonables del Cristianismo. Nuestro propósito es fortalecer la fe y el intelecto de los creyentes al igual que provocar el pensamiento y la discusión en los no-creyentes.
Esta entrada fue publicada en Cristianismo, religión, Vida Cristiana y etiquetada , , , , , , , , , , , . Guarda el enlace permanente.