¿Qué significa perdonar?

Foto por Melanie Stander en Unsplash.

El perdón es de esos temas que uno sabe a lo que se refiere, pero es difícil de describir, ¡y aún más difícil de llevar a cabo! Para las personas Cristianas, es un mandato: si no perdonamos, no seremos perdonados (Mateo 6:15). Pero, ¿qué exactamente es el “perdón”? ¿Qué significa perdonar? ¿Cómo se perdona?

¿Qué es “perdón”? ¿Qué significa perdonar?

En la Biblia, la palabra en griego que se utiliza como traducción de “perdón” es aphesis (ἄφεσις, Strong’s NT #859) y significa una “remisión de la penalidad”. En otras palabras, el perdonar es “absolver una deuda” como si “nunca hubiera estado la deuda”.

De forma sencilla, “perdonar” es eliminar una deuda o absolver a otra persona de la penalidad que te debería pagar – a tal punto que debe ser como si la deuda o penalidad nunca hubiera existido.

¿Qué deuda es la que se perdona?

Todo pecado es una deuda.

Piensa en este ejemplo: imagina que estás en el auto de tu amigo, quién te lo prestó con mucho gusto. Desafortunadamente, sacaste un segundo para mirar la notificación que sonó en el celular y… ¡chocaste el auto contra un árbol! Tú estás bien, pero el auto fue pérdida total. Esto significa que tus acciones te han hecho quedar en deuda con tu amigo: le debes un auto nuevo. Si tu amigo decide perdonar la deuda que tienes del carro que le debes, significa que esa deuda ya no existe para ti.

El problema es que la deuda todavía existe; ¡tu amigo todavía necesita un carro! El que tu amigo te haya perdonado significa que el costo del carro nuevo no te tocará a ti pagarlo – pero alguien tiene que pagar.

Ahora bien, el pecado nos pone en deuda con Dios (¡y es una deuda mucho más alta que la de un auto!). Así como tu amigo te dio su carro, Dios le dio a Adán una vida perfecta, pero Adán dejó entrar el pecado al mundo y el pecado ha dañado la vida perfecta que Dios le dio a todos los seres humanos. Ahora, estamos en deuda con Dios; le debemos una vida perfecta, y, ¿sabes qué? ¡Ninguno de nosotros la tenemos! Pero Dios decidió eliminar nuestra deuda – decidió perdonarnos. Ya no nos toca pagar el precio de la deuda que nos dejó el pecado (Romanos 6:23).

No obstante, a pesar de que la deuda ya no es tuya ni mía, todavía alguien la tiene que pagar. Ya saben cómo: Jesús pagó la deuda. Jesús murió nuestra muerte para que podamos vivir su vida. ¿Lo mejor de todo? Jesús pagó la deuda de TODOS los pecados. Para siempre.

Entonces, ¿qué haces cuando pecan contra ti?

Lo mismo que Jesús hizo contigo: perdonar.

Si nos llamamos Cristianos, tenemos que hacer lo que hizo Jesús (1 Juan 2:6). Esto significa que, en estos casos así, nos toca ser compasivos con las faltas de los demás y perdonarlas, así como lo hizo Jesús con nosotros (Colosenses 3:23). C.S. Lewis lo pone de la siguiente manera: “Ser Cristiano significa perdonar lo inexcusable en los demás porque Dios perdonó lo inexcusable en nosotros.” 1

Es nuestro deber perdonar, ¡porque si no perdonamos no seremos perdonados! (Mateo 6:14-15; 18:21-35). Este detalle es importante porque la tendencia humana es desconectar el perdón de Dios sobre nuestras vidas del perdón que extendemos a otros – pero están intrínsecamente ligados. Con la misma facilidad que se recuerda la deuda que nos deben, olvidamos la deuda que le debíamos a Dios: que fue gracias a nuestro pecado que El Hijo murió (1 Pedro 2:24)

Pero, ¿qué pasa si no quiero perdonar?

La realidad es que perdonar es sencillo, pero no es fácil. Por supuesto, hay cosas que son más fáciles de perdonar que otras. Algunas deudas duelen mucho. Hay muchísimos sentimientos complejos que llegan a nuestro corazón; cosas que nos hacen sentir que tenemos el derecho de no perdonar. ¿Sabes qué es lo interesante de perdonar? Que es a través del perdón que vamos a ser libres de estos sentimientos de dolor y de rencor. Guardar rencor es como si te tomaras un veneno esperando a que la otra persona se muera: sólo te haces daño a ti mismo(a).

En última instancia el perdón es una decisión – y es una decisión individual, porque las circunstancias bajo las cuales nos hieren tienden a ser únicas para cada cual. No es que se van todos esos sentimientos complejos en el instante que decidimos perdonar a esa otra persona, pero sí es un paso gigantesco hacia sanar la herida que hay en tu corazón. Perdonar significa que hay una fecha límite para tu dolor; no perdonar deja esa herida abierta que sangra cada vez que te viene el recuerdo. Perdonar significa que la deuda se la quitas a quién te hirió y la pones en la cruz, entregándosela a Aquel que ya la pagó.

¿Cómo sé que he perdonado?

¿Alguna vez te has cortado profundamente y tuviste que ir al hospital? Esa herida está tierna cuando regresas a tu casa. Cuando la tocas duele mucho y trae vivos recuerdos de lo sucedido. Ahora bien, lo más importante que hiciste fue ir al hospital para que el Doctor colocara los puntos de sutura que cierran la herida para que no siga sangrando. Una vez en casa, hay que cuidarla; limpiar el área, cambiar los vendajes y asegurar que no te vuelvas a cortar de la misma manera. Eventualmente, tendrás una cicatriz. Cuando eso sucede, ya no hay que limpiar ni cambiar vendajes. Cuando ves la cicatriz, no experimentas lo que experimentaste cuando obtuviste la herida – puedes recordar sin el dolor que la provocó, y puedes tocarla sin miedo a que vuelva a sangrar. Ahí es que sabes que ya tu herida sanó; ahí el perdón se completó.

Para la persona Cristiana, perdonar es un requisito. Sencillamente, no se puede crecer en Cristo hasta que perdonamos a quiénes nos han ofendido. Sin embargo, ¡es para nuestro bien! La persona que no deja que Cristo sane sus heridas, se desquitará con quienes no lo merecen, porque la gente herida hiere.

Si te han herido, ¡perdona! Esa deuda que te deben cada vez se vuelve más pesada. ¡Entrégala a Quién ya la pagó para eliminarla!

Si has herido a alguien (o no estás seguro si heriste a alguien), ¡ve y pide perdón! Es tan importante que Jesús dijo que si estás presentando tu ofrenda y “te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti”, ¡que te olvides de la ofrenda! Dice: ”ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.” (Mateo 5:23-24). No olvides que es un mandato bíblico estar en paz con todos siempre que dependa de ti. (Romanos 12:18). Siempre que pides perdón, aceleras la recuperación de la herida que hiciste.


Fuentes:
1- C.S. Lewis, The Weight of Glory (New York: Simon & Schuster, 1996), pp. 135-136.

Acerca de J.R. Morales

Joel Rodríguez Morales es el autor del libro “Casi Cristianos” y colaborador en la página de VerdadyFe. Orgulloso esposo de Ivy, y papá de Ana y Amelia.
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