El Costo del Discípulo

Somos románticos con la Palabra muchas veces. Leemos la Palabra y nos cautiva su belleza moral. También es común que pasemos por encima de las enseñanzas de Jesús y quedamos maravillados por lo que nos dice. Vemos unas partes y otras, las pasamos de largo. Por ejemplo, pensamos en que Jesús enseñó que él da la luz de su sol tanto a los malos como a los buenos y envía la lluvia sobre los justos y los injustos por igual, pero quizás se nos olvida que lo dijo para exigir a los suyos que sean perfectos como el Padre es perfecto (Mateo 5: 46-49). Es cierto que Jesús nos ama con amor inagotable. Lo mostró en la cruz. Pero también es cierto que seguir a Cristo o pertenecer a Dios es cosa seria. No sé si todos lo entendemos.

Quizás decimos ligeramente que somos Cristianos porque venimos a la iglesia los domingos o porque nos criaron en el cristianismo. Pero ser cristiano es ser seguidores de Jesús. Ser seguidores de Jesús es imitarlo a él. Imitarlo es morir a nosotros. ¿Estamos en ese camino?

Vayamos a Lucas 14:25-35 (NTV). En esa porción veremos tres puntos:

  • El Señor tiene un compromiso completo
  • Lo que Cristo quiere en nosotros es más de lo que imaginamos
  • Cristo construye un Palacio

25 Una gran multitud seguía a Jesús. Él se dio vuelta y les dijo: 26 «Si quieres ser mi discípulo, debes aborrecer a los demás—a tu padre y madre, esposa e hijos, hermanos y hermanas—sí, hasta tu propia vida. De lo contrario, no puedes ser mi discípulo. 27 Además, si no cargas tu propia cruz y me sigues, no puedes ser mi discípulo.

28 »Sin embargo, no comiences sin calcular el costo. Pues, ¿quién comenzaría a construir un edificio sin primero calcular el costo para ver si hay suficiente dinero para terminarlo? 29 De no ser así, tal vez termines solamente los cimientos antes de quedarte sin dinero, y entonces todos se reirán de ti. 30 Dirán: “¡Ahí está el que comenzó un edificio y no pudo terminarlo!”.

31 »¿O qué rey entraría en guerra con otro rey sin primero sentarse con sus consejeros para evaluar si su ejército de diez mil puede vencer a los veinte mil soldados que marchan contra él? 32 Y, si no puede, enviará una delegación para negociar las condiciones de paz mientras el enemigo todavía esté lejos. 33 Así que no puedes convertirte en mi discípulo sin dejar todo lo que posees.

34 »La sal es buena para condimentar, pero si pierde su sabor, ¿cómo la harán salada de nuevo? 35 La sal sin sabor no sirve ni para la tierra ni para el abono. Se tira. ¡El que tenga oídos para oír, que escuche y entienda!».

El Señor tiene un compromiso completo

Dios nunca está descansando con nosotros. Nunca descansa con nadie. Su actividad es absoluta. Mientras trabaja conmigo, también lo hace con mi esposa, mis hijos, familia, mis amigos, compañeros, etc. Dios es un Padre presente. Como tal, no desperdicia ninguna oportunidad para trabajar en nosotros. Desde antes de crearnos sabía lo que conllevaría. Pero no fue impedimento para hacernos. Dios contó el costo de crearnos y lo pagó. No sólo eso sino que se propuso continuar trabajando en nosotros hasta el día en que su Hijo regrese triunfalmente

Filipenses 1:6 (NTV)
“Y estoy seguro de que Dios, quien comenzó la buena obra en ustedes, la continuará hasta que quede completamente terminada el día que Cristo Jesús vuelva.”

Entonces, Dios no nos está pidiendo algo extraño cuando nos dice que lo entreguemos todo, sino que él mismo lo hizo y lo hace. Su compromiso es completo y lo que pide de nosotros también es un compromiso completo.

Lo que Cristo quiere en nosotros es más de lo que imaginamos

Que quede claro que Dios hace la obra en nosotros muchas veces sin que estemos de acuerdo. Me explico: cuando llegamos a la conclusión de que le necesitamos absolutamente, cuando nos arrepentimos de nuestros pecados, cuando le vemos más satisfactorio que todo lo demás… esto no es porque tenemos una cualidad especial en nosotros que puede reflexionar sobre las verdades espirituales y bíblicas. Dios nos ha cautivado y nos ha enamorado. ¡Nos conquistó!

Sin embargo, la relación que Dios comienza con nosotros no es para dejarla ahí. Su intención es mucho más grande.

Como dijo C.S. Lewis: “Una vez le invites a entrar, (Cristo) te dará el tratamiento completo.”

Ahora, no me malinterpretes. Esto no significa que Dios sólo se va a complacer con nosotros cuando hayamos llegado a la perfección. Todo padre se complace del primer intento que hace su bebé en caminar, aunque ciertamente el deseo del Padre será que el bebé logre caminar firmemente y sin tropiezos.

El costo del discípulo es entregarlo todo, rendirlo todo. Es morir. Nuestra naturaleza pecaminosa tiene que ser matada. No hay nada de esta naturaleza que agrade al Señor. El pretende transformarnos en algo completamente diferente, como la oruga que se transforma en una mariposa. La oruga muere para nacer un nuevo ser.

Hace algunos años, recuerdo que Tim Keller escribió un Tweet donde decía que el pecado sexual nos deshumaniza. Recuerdo el tweet por la controversia que se levantó por sus palabras. Pero la realidad es que cada pecado que comentemos nos deshumaniza. Dios no quiso que los seres humanos fuesen así. Por lo tanto, el pecado se va en dirección opuesta al diseño de Dios para nosotros.

Contar el costo de ser discípulos conlleva entender que Dios internacionalizando hacer de sus hijos, pequeños Cristos. La transformación es completa y absoluta.

Cristo construye un Palacio

Jesús pide que consideremos el costo y nos dice dos cosas:

  • El costo es nuestras vidas
  • No aceptar el reto conlleva convertirnos en sal que no sirve y se tira

La buena noticia es que la intención del Señor en lo que hace con nosotros es magnífica. “Él está construyendo un palacio. Su intención es venir y él mismo vivir allí.” 2

Lo que Dios hace con su transformación es acercarnos más a él, nos va haciendo resplandecer poco a poco, para que seamos perfectos y así podamos difrutar de Él perfectamente y para siempre. Quiere que cuando le veamos cara a cara, podamos ponernos de pie y no seamos destruidos ante su presencia. Dios está formando hijos en nosotros que levanten su nombre en alto, como el propio Cristo lo hizo y lo hace. La intención de Dios es que aprendamos a depender de él y nos gocemos desde ya.

Aplicación

Cuando decidimos por Cristo, estamos aceptando que Dios haga su labor en nosotros. Por eso es que Jesús nos dice que contemos el costo. Si aceptamos a Jesús como nuestro Señor y Salvador y hemos comenzado a caminar detrás de él, debemos dejarle hacer lo que quiere en nosotros y cooperar con su voluntad.

C. S. Lewis dijo: “Quizás estamos contentos de permanecer como estamos, personas comunes; pero Jesús está determinado en completar otro plan diferente. Huir de lo que Él está haciendo o quedarse en neutro no es humildad; es vagancia y cobardía.”

Esto se va a ver cuando Dios saque a la luz un área en nosotros para trabajar. Si somos hijos redimidos de Dios, no aquellos que aún no tenemos una relación con Dios: ¿Qué haremos ahí? (1) Podemos negarnos o (2) podemos ponernos de acuerdo con Dios y lo que quiere hacer en nosotros.

Amigos, que Dios quiera hacer una transformación en nosotros es indicio de su amor. Cuando alguien te muestra una mejor manera es porque se preocupa por ti y eso es amor. Si Dios señala áreas de tu vida para trabajar es porque desea tenerte cerquita y tu pecado lo impide.

Hoy te suplico, deja que el Señor haga la obra que quiere en ti. No se queden como están. Jesús les recibió como estaban ,pero desea transformarles en un palacio. ¡Déjense transformar! No hacemos bien en pelear contra el Señor. Nuestra negación de la obra de Dios en nosotros podría resultar en apartarnos eventualmente. O peor, creer que seguimos en el Señor y realmente no seamos criaturas nuevas redimidas.

Es cierto, el costo que Cristo pide es todo. Nos pide todo, pero considera la ganancia. ¡Lo obtenemos todo! ¡Lo obtenemos a él! La transacción es buena y es favorable. Incluso, obtenemos mucho más de lo que invertimos. Podremos estar rindiendo nuestras vidas, pero a quien obtenemos es al dador de la vida.

Mi invitación es a que ya no te resistas más. Ríndete a la obra que el Señor quiere hacer en ti.


Fuentes:
1. Lewis, C.S., Mere Christianity (Harper Collins, Broadway, NY, 1952) p.202
2. Ibid, p 205
3. Ibid, p.204

Acerca de Rick Lipsett

(@ricklipsett) director y portavoz de verdadyfe.com. Ha escrito numerosos artículos relacionados a la apologética Cristiana. Sirve como pastor en la Iglesia Cristiana Catacumba 9 de Cayey, Puerto Rico.
Esta entrada fue publicada en Biblia, Cristianismo, Vida Cristiana. Guarda el enlace permanente.