Una defensa a favor del llamado al Altar

Episodio 229 de Verdad y Fe Podcast

Esta semana publicamos dos episodios de nuestro podcast pues lo vimos pertinente. Hace dos días publicamos el episodio 228, y desde entonces hemos recibido algunas reacciones al respecto. Veo que mis palabras pudieron haberse entendido diferente a la intención que tenía al grabar el episodio así que voy a esclarecer mejor lo que deseaba.

Quisiera comenzar diciendo que el equipo de Verdad y Fe, tanto en el Podcast como en los artículos que escribimos o las charlas que damos, nos esforzamos por traerles un contenido responsable y bíblico porque reconocemos que rendiremos cuentas de cada palabra dicha al Señor. Aún así, no somos infalibles. Yo, Rick Lipsett, no soy infalible. Si eres Cristiano, es importante que cualquier enseñanza o podcast que escuches, como este que escuchas ahora mismo, lo filtres a través de lo que dice en la Biblia. La Palabra de Dios es la que da dirección al creyente.

Pero bueno, cuando hablaba de llamados al altar en el episodio anterior, y en este, me refiero al llamado que la iglesia moderna (de la actualidad) hace, a que las personas respondan al mensaje de salvación predicado y pasen al frente, a la tarima, plataforma o “altar” (dependiendo como le digan en esa congregación) para recibir a Jesús como Señor y Salvador de sus vidas. Es el momento donde se expresa la fe en Cristo y las personas le entregan públicamente sus vidas al Señor.

La vez anterior mencioné que este tipo de llamado no se ve en la Biblia. Me refería a ese llamado moderno específico. En la Biblia no hay ese tipo de llamado, pero sí hay llamados. Por ejemplo: Mateo 11:1 (NTV) Nos muestra lo siguiente:

“Cuando Jesús terminó de darles esas instrucciones a los doce discípulos, salió a enseñar y a predicar en las ciudades de toda la región.”

Más abajo en este capítulo, Jesús les dice a los que presenciaron su predicación lo siguiente:

“Vengan a mí todos los que están cansados y llevan cargas pesadas, y yo les daré descanso.” Mateo 11:28 (NTV)

Eso es un llamado. Jesús extiende una invitación a los presentes a depender de él.

Luego en Hechos de los Apóstoles vemos algo similar. Cuando Pedro hablaba a la multitud en su primera predicación dijo:

Hechos 3:19 (NTV)
“Ahora pues, arrepiéntanse de sus pecados y vuelvan a Dios para que sus pecados sean borrados.”

Eso es otro llamado al arrepentimiento y salvación, lo cual debe ser la intención de los llamados que se dan en nuestras iglesias.

Incluso en el relato que compartí la vez anterior en Hechos 26:28, Pablo persuade al Rey Agripa y ante la pregunta que le hacen a Pablo, que si deseaba convertirles a Cristo, Pablo responde en afirmativa. ¡Esto es un llamado también!

El punto que deseaba hacer claro la vez anterior, es que el llamado moderno al altar no es la única manera de llegar a Jesús. Hay momentos en donde Dios interrumpe a las personas para extenderles su gracia y salvación. Hoy día, por ejemplo, a muchos musulmanes Dios se les revela en sueños y ellos aceptan a Cristo sin ir a un llamado al altar en alguna iglesia. También conozco testimonios de personas cuya conversión fue en su cuarto en privado, en la noche mientras oraban.

Otra cosa que quería dejar claro es que ese momento, sea el llamado al que las personas pasan al frente para salvación, la reacción a una visión de Dios o la entrega en la privacidad del cuarto de una persona, son el inicio de la vida en Cristo. Cuando la persona honestamente recibe a Cristo bajo estas circunstancias, la fe ha sido ejercitada para salvación. Si esa persona muere un minuto después de haber recibido al Señor de esa manera, es mi convicción que se salva.

Ese primer paso es importante, sea la manera en que sea que se de. Pero es un primer paso. La nueva vida en Cristo ha comenzado. El nuevo creyente necesita ser discipulado en el Señor para vivir vidas que den honra y gloria a Dios. Pero repito, si alguien responde a la Palabra predicada y va al llamado al altar, eso fue una respuesta de fe. La salvación llegó a esa persona. Ese momento ha sido el inicio de su vida en Cristo.

La vez anterior dije:

“No debemos depender del llamado al altar y la oración del pecador que hacemos como si hubiésemos dicho las palabras correctas que activan la salvación.”

A lo que me refería aquí es el tomar el llamado al altar como un acto supersticioso. Como si hubiésemos puesto una marca de cotejo en las cosas que necesito “hacer” para ser salvo. No podemos tratar el llamado al altar de esta manera. El caminar por el pasillo de la iglesia y llegar al frente no es lo que te salva, sino que la obra redentora de Jesús en la cruz. Lo que haces es recibir en fe ese regalo de salvación. Cristo es quien te salva, no tus obras.

El llamado al altar, si lo hacemos como una respuesta honesta a la persuasión de la Palabra de Dios (el Evangelio) predicada y en arrepentimiento, pasamos porque deseamos comenzar una relación con Jesús, ese fue nuestro día de salvación.

Recuerdo cuando fui por segunda vez a mi iglesia local en el 2012. Ya Dios me había convencido de confesarle, pero no creía importante hacerlo junto a otros. Salí del culto ese domingo y visité a unos familiares. Les hablé de lo que estaba sucediendo con nosotros, pues ellos llevaban años orando para que viniéramos a Cristo… “¿Ya lo aceptaste frente a la iglesia?” fue la pregunta que me hicieron. Recuerdo mi frustración y molestia. Conteste: “¡Yo no tengo que hacer eso, Jesús es mi Señor ya!”. Con una sonrisa y mucho amor, me mandaron a leer en mi casa a Mateo 10: 32-33 (NTV) que dice:

“32 »Todo aquel que me reconozca en público aquí en la tierra también lo reconoceré delante de mi Padre en el cielo; 33 pero al que me niegue aquí en la tierra también yo lo negaré delante de mi Padre en el cielo.”

El domingo siguiente, tan pronto como mi Pastor hizo el llamado a recibir a Cristo, mi esposa y yo saltamos y casi corrimos al altar. ¡Ha sido la mejor decisión de nuestras vidas! Respondimos a la Fe que Dios había despertado en nuestros corazones.

Hay muchas maneras de reconocer públicamente a Jesús como nuestro Señor. Puede ser cuando oras por alguien en necesidad en público, cuando te preguntan por que vives y haces lo que haces, pero también puede ser al final del servicio dominical cuando pasas al frente a recibir a Cristo en fe. Como nos pasó a mi esposa y a mi.

Quizás no lo veas en las predicaciones que compartimos por nuestro canal de YouTube porque se edita para dejar ese momento en privado, pero cuando yo predico en mi iglesia local, suelo hacer un llamado a salvación. Incluso en el episodio anterior, ¡terminé con un llamado!

Los llamados son muy útiles. El llamado moderno quizás no lo encontremos en nuestras Biblias, pero no significa que sea algo anti-cristiano o anti-bíblico.

Para mi, el problema está cuando se trata de forzar a conversión a la persona, cuando el llamado se trata como a un espectáculo, donde empujan a las personas para que caigan al piso o cosas así. Pero un llamado honesto a dar un paso de fe por Jesús, ¡es lo que Pedro hizo en Hechos! Solo que no había una plataforma, micrófonos, luces y música. Pero la raíz del llamado es la misma.

La bomba teológica de hoy es que Dios nos hace un llamado al arrepentimiento por medio de su Palabra y nosotros como embajadores de Cristo tenemos la responsabilidad de extender ese llamado a quienes les predicamos.

Ahora, tampoco estoy diciendo que todas las personas e iglesias tienen que adoptar algún modelo específico de cómo se hace eso. Hay denominaciones que no practican los llamados al altar para conversión al final de la enseñanza, pero son congregaciones muy bíblicas y de Sana Doctrina. Hay diversidad de miembros y órganos en el cuerpo de Cristo.

Por eso, mi postura muy personal es que es conveniente mantenernos en el centro de las posturas sobre los llamados. Me explico: ni irnos al extremo de hacer del llamado un espectáculo ni el otro extremo de no hacer invitación en lo absoluto a recibir a Cristo. La Palabra de Dios nos confronta y nos persuade a seguir a Cristo. Debemos seguir el momentum de Dios y abrir la oferta de salvación a las personas que nos escuchan.

Así que si hoy escuchas esto y reconoces que necesitas aceptar el llamado a arrepentimiento y salvación que Jesús viene ministrando a tu corazón, no endurezcas tu corazón y pon tu fe en Jesús. Será lo mejor que has hecho. Sí. Eso fue un llamado.

Acerca de Rick Lipsett

(@ricklipsett) director y portavoz de verdadyfe.com. Ha escrito numerosos artículos relacionados a la apologética Cristiana. Sirve como pastor en la Iglesia Cristiana Catacumba 9 de Cayey, Puerto Rico. Actualmente cursa una maestría en Teología de Southern Baptist Theological Seminary (SBTS).
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