¿Qué debe hacer una madre Cristiana? Pablo elogió a la madre y a la abuela de Timoteo. Algo hicieron bien. Nunca se menciona ni al papá ni al abuelo de Timoteo. Hechos 16:1 dice que el papá era griego. Sin embargo, las dos mujeres importantes de su vida se encargaron de enseñarles lo que Timoteo necesitaba.
Hay muchas cosas que una madre o una abuela pueden enseñarle a su hijo/nieto. Pero una cosa muy diferente es aquello que necesitan enseñarle con urgencia.
Podríamos elogiar a las madres que enseñan a sus hijos a sacar buenas notas, ser buenos ciudadanos o exitosos en lo que emprendan, pero una honra mayor merece aquella que dedicó tiempo a sembrar la Palabra de Dios en sus corazones, para la eternidad. Eso hicieron Loida y Eunice.
2da de Timoteo es la última carta que Pablo escribió que tenemos en récord, donde decidió escribir a su hijo espiritual Timoteo. Eso dice mucho del amor que tenía el apóstol por este joven creyente. Pablo había visto la necesidad en Timoteo también y había sido su figura paterna, pues Timoteo no tenía una. Pablo derrama su corazón en lo más importante que tenía que decirle a su hijo. Pablo hizo equipo con Loida y Eunice en el crecimiento espiritual del joven Timoteo, como hace la iglesia con los niños y jóvenes, cuando les sirve la Palabra de Dios. Muchas cosas podemos sacar de esta carta, pero quiero que podamos fijarnos en la gran honra y estima que Pablo tiene por estas dos mujeres de Dios. Lo vemos a través de lo que le dice a Timoteo que él tiene, gracias a lo que ellas sembraron.
2 Timoteo 1: 5-6 NTV
“5 Me acuerdo de tu fe sincera, pues tú tienes la misma fe de la que primero estuvieron llenas tu abuela Loida y tu madre, Eunice, y sé que esa fe sigue firme en ti. 6 Por esta razón, te recuerdo que avives el fuego del don espiritual que Dios te dio cuando te impuse mis manos.”
2 Timoteo 3:14-15 NTV
“14 Pero tú debes permanecer fiel a las cosas que se te han enseñado. Sabes que son verdad, porque sabes que puedes confiar en quienes te las enseñaron. 15 Desde la niñez, se te han enseñado las sagradas Escrituras, las cuales te han dado la sabiduría para recibir la salvación que viene por confiar en Cristo Jesús.”
1: Confiar sinceramente en Dios
La sinceridad, según el diccionario, es: verdad, falta de fingimiento o mentira en lo que alguien hace o dice.1 Por lo tanto, Timoteo no fingía confiar en Dios. La confianza está en el centro de nuestra aceptación del evangelio. Timoteo confiaba de verdad. Había aprendido que a Dios se le agrada cuando confiamos en él (Heb 11:6). No sólo eso, sino que si Pablo impuso manos en Timoteo, para nombrarlo pastor en Éfeso (1 Timoteo 1:3) es porque había quedado demostrado que su fe era en la obra redentora de Cristo. La fe de Timoteo era en la persona de Jesús. Precisamente esa, es la ruta al corazón de Dios.
Juan 3:35-36 (NTV)
“35 El Padre ama a su Hijo y ha puesto todo en sus manos. 36 Los que creen en el Hijo de Dios tienen vida eterna. Los que no obedecen al Hijo nunca tendrán vida eterna, sino que permanecen bajo la ira del juicio de Dios.”
De esto, podemos inferir que Loida y Eunice le enseñaron a Timoteo a confiar absolutamente en Jesús y Pablo colaboró con estas grandes mujeres en enseñarle a Cristo en su vida y ministerio. Timoteo entendió que sus obras buenas nunca podrían ganarle una relación con Dios. Entendió que era necesario depositar su confianza en Jesús para tener amistad con Dios. Él entendió que Dios era poderoso para guardarlo para sí. Sabía que su salvación no dependía de sí mismo, sino de la obra contínua de Dios en él. La obediencia a Cristo la ofrecía desde su confianza sincera en la obra santificadora del Espíritu Santo, y la eficacia que tiene la gracia de Dios sobre nosotros en los días buenos y los malos.
Su madre y abuela le enseñaron a depender de Dios absolutamente. Le enseñaron a ser como un niño para Dios.
¿Cuántos de nosotros confiamos así en el Señor? ¿Qué opinamos sobre la gracia de Dios? Si tropezamos, ¿imaginamos inmediatamente que Dios nos ha rechazado? No es que juguemos con la tentación y el pecado. Eso no honra a Dios ni nos es útil, pero ¿pensamos que Dios nos abandona? Fíjate que Timoteo no tenía a su Padre ni a su abuelo. Podía pensar que de la misma manera en que su padre faltó, su Padre celestial también lo haría. Pero Pablo nos dice que su fe era sincera. Como niño esperaba y dependía del amor inagotable y la gracia de Dios.
Esta fe sincera es la que Dios había puesto en Timoteo, por medio de su mamá y abuela, y era la fe que había ordenado para ser de bendición a la congregación en Éfeso. ¿Dejamos que Dios cultive este tipo de fe en nosotros? ¿Nuestra fe es útil a otros, como la de Timoteo?
2: Aprender a confiar (contínuamente) en Dios
Sin la provisión de sus esposos, en la época en que esto fue escrito, Loida y Eunice se las arreglaron para sobrevivir y criar a este muchacho solas. ¿Cómo lo hicieron? Confiaron en la provisión de Dios. El Salmo 23 comienza diciendo:
“El Señor es mi pastor; tengo todo lo que necesito.” (Salmos 23:1 NTV)
Loida y Eunice habían visto y vivido la provisión de Dios sobre sus vidas. Estaban solas, pero tenían todo lo que necesitaban. Habían recostado sus vidas y dependían de la mano generosa del Señor. Timoteo lo vio, lo escuchó y lo vivió. Sus sentidos lo percibieron, no sólo en la Palabra que le enseñaron, sino en acciones y eso impactó su corazón. La fe que su madre y abuela tenían, se la hablaban a Timoteo, pero se la mostraban sinceramente también. Ellas no fueron hipócritas en decirle qué creer, pero no vivirlo ellas mismas. Eso convenció el corazón de Timoteo para hacer lo mismo.
Una madre sabia enseña con palabras que ella misma aplica a su vida. No puede haber una dicotomía entre lo que se dice y lo que se hace. Eso no le agrada a Jesús. Por eso tenemos en registro lo que Jesús le dijo en una ocasión a la gente que seguía las enseñanzas de los fariseos:
Mateo 23:2-3 (NTV)
2 «Los maestros de la ley religiosa y los fariseos son los intérpretes oficiales de la ley de Moisés. 3 Por lo tanto, practiquen y obedezcan todo lo que les digan, pero no sigan su ejemplo. Pues ellos no hacen lo que enseñan.
Cuando vinieron los días difíciles, Timoteo vio que su amada madre y abuela no desesperaron porque sabían en quién habían creído. Cuando no había abundancia y cuando había suficiente, vio que en su casa se confiaba en Dios comoquiera. Ante la constante dificultad dentro de una sociedad donde la mujer no tenía los mismos accesos que el hombre, Dios siempre estuvo en el centro del hogar. Timoteo lo vio con sus propios ojos.
Necesitamos imitar a estas grandes mujeres. Tenemos personas que nos ven y aprenden de nuestro ejemplo. Entonces nuestras palabras tienen que concordar con nuestras acciones. Si decimos que confiamos y amamos a Dios, se tiene que ver en nuestra vida cotidiana. De lo contrario, lo que enseñaremos será teoría intelectual únicamente que se guarda en el cerebro, pero no se vive ni se atesora en el corazón. La información meramente intelectual se descarta sin remordimientos, pero una que se ha visto y experimentado no. (No es religión, sino relación.)
Seamos personas que vivimos lo que creemos y enseñamos con palabra y acción. Que el recuerdo de nuestras vidas en los corazones de los demás sea audible pero también visual.
3: Cultivar y madurar la confianza en Dios
Luego de ver cómo se vivía en dependencia a Dios, Pablo nos dice que Timoteo seguía firme en su fe. Comprobó lo que vio en su madre y abuela. Guardaba su corazón y testimonio porque sabía que lo que había creído era real.
Una madre sabia, enseña a vivir una fe firme. Los hijos hacemos bien en imitar a esa madre.
Timoteo tuvo que vivir y poner en práctica su fe. Tuvo que ver en carne propia que lo que vio en su madre era verdadero. Por eso, Pablo supo que su fe era real y le impuso manos para el llamado pastoral de Dios sobre su vida. Pablo le dejó dicho:
“6 Por esta razón, te recuerdo que avives el fuego del don espiritual que Dios te dio cuando te impuse mis manos.” 2 Timoteo 1:6
Timoteo recibió al Espíritu Santo y Pablo le invitó a soplar sobre el fuego del Espíritu en él que es lo contrario a entristecer al Espíritu, de lo que Pablo también habla en otro momento:
Efesios 4:30 (NTV)
30 No entristezcan al Espíritu Santo de Dios con la forma en que viven. Recuerden que él los identificó como suyos, y así les ha garantizado que serán salvos el día de la redención.
Por lo tanto, ya que Timoteo sabía y estaba convencido de que podía depender del Señor y tenía toda su fe sincera y firme en Él, ahora debía vivir de acuerdo a lo que afirmaba, tal y como le enseñó su mamá y su abuela. Vivir conforme a la voluntad de Dios es soplar sobre el fuego del Espíritu. Lo podemos ver y experimentar cuando hacemos algo para el Señor que sabemos que le agrada y que lo hacemos por él y para él. Es lo que sentimos cada vez que las células servimos en el hospital, o que vamos de misiones locales, o de evangelismo en el estacionamiento de Walmart. Ahí, no queremos que se acabe el tiempo, porque la llama del Espíritu arde fuertemente en nuestro corazón. Esa es la exhortación de Pablo a Timoteo.
Conclusión:
Timoteo recibió de su madre y abuela una semilla de salvación. Fue una buena semilla que pudo germinar en su debido tiempo, porque vio el fruto del árbol que proviene de esa semilla en su mamá, en su abuela y en Pablo.
Madres, no subestimes el poder de la Palabra predicada en casa a tus hijos y nietos. En todo lo que hagas, muestra tu fe sincera. Confía en Jesús en todo tiempo y que vean cuán sincera y firmemente dejas a Jesús en el trono de tu corazón y tu casa.
El mundo necesita de Timoteos, pero para eso, hacen falta Loidas y Eunices. Gracias a Dios, que nos ha dado ejemplos en la Escritura y en nuestras congregaciones locales de cómo se ven esas madres.
Fuente:
1 https://www.wordreference.com/definicion/sinceridad



