¿Puede un Dios amoroso realmente enviar a la gente al infierno?

Episodio 272 de Verdad y Fe Podcast

Esta pregunta surge de una mala interpretación del evangelio. Pinta una imagen de un Dios molesto que agarra a ciertas personas y las lanza a un lago de fuego para que sufran para siempre, mientras que él observa su sufrimiento para siempre. Pero ese no es el infierno. Para empezar, el infierno no fue hecho para nosotros los humanos. Fue hecho para hacer justicia sobre satanás y los demonios (Mateo 25:41). La razón por la que el ser humano se encuentra destinado hacia allí, es por nuestra pecaminosidad.

Es cierto que la Biblia enseña que Dios es amor (1Juan 4:8), pero también enseña que es perfectamente justo (Salmos 9:7-8). El infierno es la justicia ejecutada de Dios. El que comete una fechoría merece pagar por su crimen. Todos estamos de acuerdo con eso aquí en la Tierra. ¿Por qué no podemos concebir que Dios piense de la misma manera? Si mi hijo le hace daño a su hermana, yo como Padre tengo que disciplinar a mi hijo porque le amo y quiero que sea mejor persona, pero puede que además de la corrección, reciba un castigo por sus acciones. El castigo viene a ser la manera de hacer justicia para mi hija. Si no hago nada al respecto, ¿cómo puedo decir que amo a mi hija? Si Dios no castiga la injusticia, deberíamos cuestionar también su amor por nosotros.

Ahora, el infierno no es para los hijos de Dios. La Biblia enseña que sólo los que creyeron Cristo y lo recibieron, les es dado el derecho de ser hijos de Dios (Juan 1: 12). Esos hijos adoptados de Dios no verán el infierno. Los que experimentarán el infierno serán aquellos que no estuvieron interesados en una relación íntima con Dios. En ese sentido, no es que Dios envíe a la gente al infierno, sino que ese es el destino por defecto de la humanidad, pues no hay ni tan siquiera un sólo justo entre nosotros (Romanos 3:10). Todos estamos perdidos en nuestros pecados y merecemos la justicia de Dios por nuestros crímenes (los pecados).

También hay que distinguir que el infierno no es un lugar de tortura en el sentido de alguien que aplica dolor a otro por placer o por obtener información o algo así. La tortura, si es que se quiere llamar así, del infierno es que estaremos separados eternamente de la muano buena de Dios.

Aún aquí en la Tierra, aquellos que no tienen una relación con Dios, viven bajo la cobertura y cuidado de Dios (Mateo 5:44-46). Pero en el infierno, Dios quitará su mano de protección, por así llamarlo, y los presentes estarán sin la mano que los sostiene.

Aquí alguien se quejará de que Dios podría perdonar a todos y ya, pero se nos olvida lo que decía al comienzo sobre la justicia de Dios. Como Dios es perfectamente justo, no puede dejar pasar los crímenes de la gente como si mirara para otro lado. Como Dios es perfectamente santo y bueno, no puede tener comunión con aquellos que no lo son. Para estar en la presencia de Dios hay que llegar conforme a sus propios estatutos, como cuando nosotros dejamos que una persona entre en amistad con nosotros porque cumple con ciertos requisitos. Si nosotros descartamos personas que no nos convienen o nos hacen daño, ¿por qué pensar que Dios no lo hará también de manera perfecta cuando hablamos de las personas que entrarán en su casa–el cielo?

Para Dios perdonarnos de nuestro pecado, tenemos que pagar por nuestra transgresión. Él está listo y disponible para ofrecernos su perdón, pero alguien tiene que pagar por nuestra falta, porque si perdona sin justa paga, deja de ser justo. Aquí el problema es que nadie tiene manera de pagarle a Dios. Por eso Dios mismo ofrece la solución.

La Bomba teológica de hoy es que Dios, sabiendo que nuestro destino por defecto, es el infierno, hizo provisión por medio del sacrificio de Jesús en la cruz, para que Cristo tomara nuestro lugar y pagara por nuestros pecados, mientras que nosotros tomábamos el lugar suyo en santidad frente a Dios. Ese intercambio se le llama propiciación en la Biblia como lo vemos en Romanos 3:25. Todo esto, Dios lo hizo por que nos amó. Su amor es eterno (Jeremías 31:3), por lo que decidió amarnos incluso antes de que el pecado entrara en el mundo.

Todos tenemos la oportunidad de acceder al amor de Dios en Cristo y escapar del infierno. Por eso Jesús mismo hablaba de que su entrega en la cruz era en rescate de muchos (Mateo 20:28). Dios hizo provisión para que nadie experimente la separación eterna de él, sino que goce de su amistad desde ahora y para siempre. ¿Quién rechazará tal oferta?

Lo más interesante de todo es que el hecho de que exista un infierno, es evidencia de que Dios ama apasionadamente a sus hijos adoptados y hace justicia en el infierno, a todo el que no quiso arrepentirse y recibir en fe, el perdón de Dios.

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About Rick Lipsett

(@ricklipsett) director y portavoz de verdadyfe.com. Ha escrito numerosos artículos relacionados a la apologética Cristiana. Sirve como pastor en la Iglesia Cristiana Catacumba 9 de Cayey, Puerto Rico. Actualmente cursa una maestría en Teología de Southern Baptist Theological Seminary (SBTS).
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