Seguramente has escuchado la queja de labios de alguien alguna vez: “¿por qué Dios no salva a todos de una vez y ya?” Pareciera ser una cosa buena que Dios salve a todos y los lleve consigo al cielo. Sin embargo la Biblia no parece que enseña eso. Si vemos 2 Tesalonicenses 2:9-12 (NVI), por ejemplo, nos encontramos lo siguiente:
9 El malvado vendrá, por obra de Satanás, con toda clase de milagros, señales y prodigios falsos. 10 Con toda perversidad engañará a los que se pierden por haberse negado a amar la verdad y así ser salvos. 11 Por eso Dios les envía un poder engañoso, para que crean en la mentira. 12 Así serán condenados todos los que no creyeron en la verdad, sino que se deleitaron en la maldad.
Cuando leemos este texto inicialmente puede que nos enfoquemos sólo en la parte que dice que Dios enviará engaño para que crean las mentiras. Pero la realidad es que ese texto está hablando de qué pasará con las personas que no interesan tener a Dios y una relación con él, y que prefieren las mentiras que se presentan como alternativa a la única verdad suya. Dice que cuando esto suceda al fin de los tiempos, Dios no impedirá que la gente crea las mentiras, sino que los dejará así y terminarán condenados. O sea, que Dios no interviene y deja que los que quieren engañarse y vivir engañados lo hagan. Dios no los salva… porque no quieren ser salvados.
Esto me recuerda lo que también encontramos en Romanos 1:21-26 (NVI)
“21 A pesar de haber conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se extraviaron en sus inútiles razonamientos y se les oscureció su insensato corazón. 22 Aunque afirmaban ser sabios, se volvieron necios 23 y cambiaron la gloria del Dios inmortal por imágenes que eran réplicas del hombre mortal, de las aves, de los cuadrúpedos y de los reptiles.
24 Por eso Dios los entregó a los malos deseos de sus corazones, que conducen a la impureza sexual, de modo que degradaron sus cuerpos los unos con los otros. 25 Cambiaron la verdad de Dios por la mentira, adorando y sirviendo a cosas creadas antes que al Creador, quien es bendito por siempre. Amén.
26 Por tanto, Dios los entregó a pasiones vergonzosas. En efecto, las mujeres cambiaron las relaciones naturales por las que van contra la naturaleza. 27 Así mismo los hombres dejaron las relaciones naturales con la mujer y se encendieron en pasiones lujuriosas los unos con los otros. Hombres con hombres cometieron actos indecentes y recibieron sobre sí mismos el castigo que merecía su perversión.”
Esta porción también enseña que Dios no interviene para rescatar a aquellos que se niegan a recibir la verdad. Aquellos que persisten en la mentira y en sus maneras en vez de en la de Dios. Aquellos que insisten en ignorar la verdad bíblica, la verdad de quién es Dios y lo que espera de sus creaturas. Quien no quiere vivir como Dios quiere, Dios no lo obliga.
Esto también me recuerda Génesis 7:15-17 (NVI):
“15 Así entraron en el arca con Noé parejas de todos los seres vivientes; 16 entraron un macho y una hembra de cada especie, tal como Dios se lo había mandado a Noé. Luego el Señor cerró la puerta del arca. 17 El diluvio cayó sobre la tierra durante cuarenta días. Cuando crecieron las aguas, elevaron el arca por encima de la tierra.”
Después que entraron libremente la familia de Noé y los animales y ya nadie más quiso entrar, Dios cerró la puerta del arca y derramó su ira sobre los que permanecieron en sus maneras de pensar y vivir.
El punto de estos textos es que Dios nos da realmente la capacidad de escogerle a él. Aunque su deseo es que le conozcamos y entremos en una relación con él, si la persona se resiste y se niega, Dios se niega a sí mismo el deseo de su corazón y le concede el deseo a la persona. Todos tienen la oportunidad de conocer a Dios a través del arrepentimiento. Pero si son obstinados en no aceptar su error, Dios no los obligará.
Obviamente, la Biblia nos enseña que Dios es quien persuade nuestro corazón y nos da el arrepentimiento (Juan 16: 8) y produce la fe que necesitamos (Hebreos 12:2). Hay una persuasión activa de parte de Dios similar a como un hombre conquista el amor de una mujer. Dios nos persuade activamente para rescatarnos, pero no nos fuerza a recibirle. Podemos resistirnos y ahí es que se aplican estos textos que compartí arriba.
La bomba teológica de hoy es que la pregunta está al revés. En realidad Dios sería malo si, en efecto, salvara a todos porque así lo quiere. Significaría que no nos da la opción real de escogerlo y amarle. Nos obligaría a una relación con él y eso no es amoroso. Seríamos marionetas o mascotas de Dios, no hijos adoptivos, como él desea.
He escuchado de personas que no quieren una relación con Dios como él la estipula, pero que asumen que cuando mueran estarán en el cielo. Pero esto es absurdo, pues si nunca quisiste estar cerca de Dios, ¿cómo pretenderás estar con él por toda la eternidad? Si en los 80 ó 90 años que viviste en la Tierra no te interesó, ¿cómo pretenderías llegar al cielo, que es la casa de Dios, y poder entrar como si nada? No hace sentido. De hecho, si no lo quisiste en la tierra, ¿qué te hace pensar que lo quieras en la eternidad? –o sea–¡para siempre!
Cuando se piensa así es porque no entendemos el concepto del pecado ni lo que significa que Dios sea perfectamente bueno, santo y justo. Que Dios tenga estas tres cualidades como parte de su carácter indica que no puede soportar la maldad. El pecado, por más pequeño que creamos que sea, es un trazo de maldad. Por lo tanto, como Dios es bueno, santo y justo no puede tenernos cerca a nosotros los pecadores.
Esa es la realidad que nos presenta la Biblia. Pero como Dios es también amor, recibimos buenas noticias: Jesús, siendo Dios (Hijo) encarnado, se entregó libremente para pagar por toda nuestra maldad, dando su vida por la nuestra. Por eso es que Dios exige que si vamos a entrar en una relación con él, tenemos que arrepentirnos de nuestros pecados, y recibir el regalo de salvación de Jesús. Ahí es que comienza nuestra nueva vida. Esa nueva vida, si perseveramos en ella, es la que nos da acceso al cielo.
Dios desea que todos estén con él, pero no obliga a nadie. Les concede la vida que desea cada cual. Si deseamos estar lejos de él, lo concede. Pero si deseamos tenerle cerca, con gozo nos recoge y nos recibe.
Esto significa que el Universalismo Religioso tiene que ser falso. No podemos llegar a Dios como nos plazca, sino de la manera que él presenta únicamente.
Romanos 1:20 (NVI) enseña algo sobre Dios muy particular:
“20 Porque desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó, de modo que nadie tiene excusa.”
Cuando pensamos en el sol, sabemos que es necesario absolutamente para que tengamos vida en el planeta. Pero de la misma manera, el sol no es algo que podemos tocar o tan siquiera acercarnos. Seríamos destruidos. Lo mismo pasa con el agua. Es necesaria para nosotros pero si nos descuidamos ese mismo elemento que nos da vida, podría ahogarnos. La Naturaleza nos comunica algo sobre Dios: es bueno y necesario absolutamente, pero no es como para jugar con Él. Dios no es un osito de peluche.
No digo esto con el motivo de asustar ni manipular las emociones de nadie. Al contrario, quiero que pienses en la imagen de Dios que nos pinta la Biblia como un hecho objetivo. Necesitamos tomar con seriedad la oferta increíble que Dios nos hace a todos. La salvación está lista y accesible a todos. Hacemos bien en considerarlo bien. Si hoy Dios llama, no endurezcas tu corazón, no hay nada igual. Como dice el Salmos 16:11 (NVI)
“Me has dado a conocer el camino de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia y de dicha eterna a tu derecha.”



