Salmo 19 «Las Rutas de Escape»

Mensaje predicado originalmente el 8 de octubre de 2023 en la Iglesia Cristiana Catacumba de Cayey, Puerto Rico.

El Salmo 19 lo escribió David. Es un salmo que nos muestra quién es Dios a través de la reflexión sobre la creación, pero nos lleva a la intimidad única que Dios ofrece por medio de su Palabra y finalmente nos obliga a reflexionar sobre nuestro propio corazón. Un salmo que apunta a la evidencia de la existencia de Dios, la Biblia y el hombre quebrantado que Dios redime.

Estudiarlo provoca felicidad. Reflexionar en él nos mueve a la reflexión. Es seguro que David contemplaba la obra de las manos de Dios. David tuvo que ser un hombre inteligente y sensible. Lo sabemos por los relatos de su vida que encontramos en 1ra y 2da de Samuel. Pero los salmos, como el Salmo 19, definitivamente nos dejan ver sus capacidades, además del asombro que tenía hacia la majestuosidad de Dios.

Hoy estaremos viendo el Salmo 19 con el propósito de poder obtener el descubrimiento que David obtuvo y que dejó plasmada en sus escritos inspirados por Dios.

Salmos 19 (NTV)
1 Los cielos proclaman la gloria de Dios y el firmamento despliega la destreza de sus manos. 2 Día tras día no cesan de hablar; noche tras noche lo dan a conocer. 3 Hablan sin sonidos ni palabras; su voz jamás se oye. 4 Sin embargo, su mensaje se ha difundido por toda la tierra y sus palabras, por todo el mundo. Dios preparó un hogar para el sol en los cielos, 5 y este irrumpe como un novio radiante luego de su boda. Se alegra como un gran atleta, ansioso por correr la carrera. 6 El sol sale de un extremo de los cielos y sigue su curso hasta llegar al otro extremo; nada puede ocultarse de su calor.

7 Las enseñanzas del Señor son perfectas; reavivan el alma. Los decretos del Señor son confiables; hacen sabio al sencillo. 8 Los mandamientos del Señor son rectos; traen alegría al corazón. Los mandatos del Señor son claros; dan buena percepción para vivir.

9 La reverencia al Señor es pura; permanece para siempre. Las leyes del Señor son verdaderas; cada una de ellas es imparcial. 10 Son más deseables que el oro, incluso que el oro más puro. Son más dulces que la miel, incluso que la miel que gotea del panal.

11 Sirven de advertencia para tu siervo, una gran recompensa para quienes las obedecen.

12 ¿Cómo puedo conocer todos los pecados escondidos en mi corazón? Límpiame de estas faltas ocultas. 13 ¡Libra a tu siervo de pecar intencionalmente! No permitas que estos pecados me controlen. Entonces estaré libre de culpa y seré inocente de grandes pecados.

14 Que las palabras de mi boca y la meditación de mi corazón sean de tu agrado, oh Señor, mi roca y mi redentor.

La Naturaleza habla del orden y propósito de Dios

Me gusta la palabra “proclamar”. El cielo hace una declaración pública 1. Cuenta las maravillas de lo que Dios ha hecho de manera evidente para todos. El cielo (donde están las nubes) y el firmamento (donde cuelgan las estrellas) se convierten en felices heraldos de la magnífica obra de Dios. La ropa de diseñador apunta a su diseñador y como donde hay diseño, hay diseñador, los árboles, las montañas y los valles cantan la canción de su diseñador, nuestro Creador.

Pero ese cántico no es solamente sobre la realidad de la existencia de un creador sino que también nos provee de orejillas de cómo es ese creador.

  • El creador de lo que existe no puede ser como lo que creó.
  • Si lo creado es material, el creador no lo es
  • Si el cosmos dio inicio al tiempo con su nacimiento, su creador está fuera del tiempo.
  • Ya que hay orden en lo creado, inferimos que el creador organiza según su sabia intención y poder

La naturaleza habla sin palabras sobre Dios y su orden en las cosas. Si estudiamos lo creado vemos instrucciones generales de lo que debemos hacer y lo que no, incluso. En términos generales, los animales cuidan de sus crías y nosotros debemos cuidar de las nuestras. Miramos a las hormigas y aprendemos la importancia de la planificación. Vemos a los perros y sabemos de la fidelidad. Observamos nuestros cuerpos y sabemos que hay un orden para el matrimonio. Contemplamos la salida y puesta del sol y entendemos que hay un tiempo para trabajar y otro para descansar.

Son muchas cosas que nos cuenta la naturaleza. No se cansa en enseñarnos sobre el balance que se necesita, sobre la simbiosis entre todo lo que tenemos. Según la naturaleza tiene su impacto en nosotros, nosotros lo tenemos en ella.

Como heraldo que proclama, la naturaleza hace un excelente trabajo en señalar a su creador y así adorarle. Pero falta. Sí, la naturaleza se queda corta en darnos una revelación precisa de quién es este Dios. Si nos quedamos con lo que la naturaleza nos cuenta únicamente, cada cual podría interpretar cómo es ese Dios y en efecto, crearíamos numerosos ídolos. De hecho eso hemos hecho y ahí tenemos las diversas religiones que han existido en la historia de la humanidad. Pero Dios quiso dejarnos claro quién es él.

La Palabra de Dios nos muestra su corazón y nos reaviva

Leamos los versículos 7 al 11 nuevamente: 7 Las enseñanzas del Señor son perfectas; reavivan el alma. Los decretos del Señor son confiables; hacen sabio al sencillo. 8 Los mandamientos del Señor son rectos; traen alegría al corazón. Los mandatos del Señor son claros; dan buena percepción (iluminan nuestros ojos) para vivir. 9 La reverencia al Señor es pura; permanece para siempre. Las leyes del Señor son verdaderas; cada una de ellas es imparcial. 10 Son más deseables que el oro, incluso que el oro más puro. Son más dulces que la miel, incluso que la miel que gotea del panal. 11 Sirven de advertencia para tu siervo, una gran recompensa para quienes las obedecen.

David reconoció la cueva de diamantes que es la Palabra de Dios. El oro y las riquezas que nos provee el mundo son sin valor, comparado con el aliento del Creador, con lo que ha dicho sobre él y sobre nosotros. Sus estatutos son la verdadera riqueza que guardamos en la bóveda de nuestro corazón. Sin la Palabra de Dios, vagamos el mundo en pobreza. No hallamos valor en nada. Ni fuera de nosotros ni adentro.

David vió en la ley de Dios algo más placentero que la miel. Nosotros hoy día tenemos postres indecibles pero para David, la miel era un deleitoso dulce sin igual. Nosotros hoy quizás diríamos que las ordenanzas de Dios son más sabrosas que un dulce de lechoza con queso del país. Meditar en la Palabra es como saborear un bizcocho de zanahoria recién horneado que ha sido adornado con una capa frosting de queso crema, la cual cubre su corteza superior, que está doradita y un poco tostada, pero que su interior es esponjoso y suave con una amalgama de zanahorias y nueces. No hay placer igualable a la Palabra de Dios, porque nos provee la delicia de conocer a su autor. Dios nos deja sin aliento con la revelación de su persona. Ni el bizcocho de zanahorias o el dulce de lechoza se le acerca a la dulzura de la Palabra de Dios.

Quien se alimenta del tesoro de la Palabra de Dios con regularidad sabe que sería necio ignorar lo que está escrito ahí. El que obedece la Palabra de Dios encuentra a un Dios que extiende sus brazos en amistad. Encontramos que ese Dios ha tomado todas las iniciativas para llegar a nosotros y traernos cerca. Es la Palabra la que nos revela la redención de Jesús por medio de su muerte en la cruz. Nos anuncia la gran salvación que el Hijo de Dios ganó para todos los que escuchan su voz y responden a ella. El que recibe de Dios la salvación y comienza a vivir su nueva vida de obediencia, disfruta de una recompensa incalculable: eternidad en amistad con Dios.

El siervo de Dios reconoce su lugar ante este Dios majestuoso y participa de una investigación activa de las ordenanzas de su amo para obedecerlas por el asombro que tiene de contar con la amistad de su Creador.

Por medio de su Palabra, Dios nos dice exactamente quién es él y cómo podemos recibir su salvación.

El conocimiento de Dios nos mueve a la autorreflexión

Hay una progresión exquisita en este salmo por parte de David. Funciona de esta manera:

  • Miro a mi alrededor y me sobrecoge la evidencia de tu existencia.
  • Tu Palabra me muestra tu corazón y tus deseos para conmigo
  • Me veo y sé que no soy digno de tenerte, ten misericordia de mí.

Salmo 19: 12-14 (NTV)
12 ¿Cómo puedo conocer todos los pecados escondidos en mi corazón? Límpiame de estas faltas ocultas. 13 ¡Libra a tu siervo de pecar intencionalmente! No permitas que estos pecados me controlen. Entonces estaré libre de culpa y seré inocente de grandes pecados. 14 Que las palabras de mi boca y la meditación de mi corazón sean de tu agrado, oh Señor, mi roca y mi redentor.

David anhela la santidad y quiere saber todas las maneras en que ofende la santidad de Dios para rendirlas. Sabe que no puede limpiarse de sus pecados sin que Dios mismo lo haga. Por eso quiere librarse de pecar a propósito. Si peca desapercibidamente quiere saberlo, pero para nada quiere pecar a propósito (planificado o en acuerdo con el pecado). La razón es que sabe que los pecados intencionales tienen la capacidad de controlarnos si se lo permitimos.

Nosotros, ¿anhelamos la santidad que Dios nos da de esa manera?

David se encontró con su propio corazón y su incapacidad de ser santo delante de Dios. Nosotros estamos en el mismo problema.

No es suficiente saber que Dios está, sin conocerlo a profundidad. Sin su palabra nos quedamos a mitad, porque la Biblia nos abre las puertas de la eternidad.

Aplicación:

El pecado intencional es como una ruta de escape bien conocida.

Ya hemos conocido una manera de vivir, por nuestra propia experiencia. Llevamos años acumulando tácticas de supervivencia. Sabemos cómo desenvolvernos en un aprieto. Esta manera de desenvolvernos se convierte en rutas de escape que acostumbramos transitar para lograr lo que queremos. Son carreteras anchas que nos llevan al placer momentáneo que el pecado produce. Pero cuando comenzamos buscando a Dios intencionalmente en su Palabra, nos damos cuenta que nuestras rutas de escape son pecaminosas.

David reconoció el problema de la ruta de escape y le pide a Dios que lo libre de intencionalmente montarse en esa avenida, que deshonra a Dios. Nosotros necesitamos ser intencionales en clausurar esas rutas de escape. A través de su Palabra, Dios nos muestra esas rutas que hemos construido para nosotros mismos que nos llevan lejos, muy lejos de él. Las señala para que por medio de su Espíritu haya un cese y desista. Por eso David dice que las leyes de Dios “sirven de advertencia para el siervo de Dios” Somos advertidos de nuestro estilo de vida mediante la Palabra. Nos persuade a la rendición de practicar el pecado.

1 Juan 3:9 (NTV): “Los que han nacido en la familia de Dios no se caracterizan por practicar el pecado, porque la vida de Dios está en ellos. Así que no pueden seguir pecando, porque son hijos de Dios.”

En Cristo, se supone que vamos en una ruta progresiva donde cada vez soy más santo. Pero si no me alimento de su Palabra diariamente (junto a la oración), corro el peligro de regresar a las rutas de escape de antes. Esto aplica a todo cristiano. Desde el pastor hasta el recién-converso. Nuestra vida se encuentra en las páginas de nuestra Biblia. Pero muchos cristianos no tienen la disciplina de estudiar la Palabra. Por lo tanto, cojeamos y tropezamos en la nueva ruta de santificación que Dios está trazando sobre nuestros corazones. Si dependemos de predicaciones por YouTube, Podcasts y la Palabra del día que nos dan en la estación de radio, siempre estaremos cojeando. Necesito la Palabra de Dios frente a mi. La Palabra y yo. Diariamente.

David estaba claro, por eso dijo: ¡Libra a tu siervo de pecar intencionalmente! La Palabra ya lo había confrontado. Por eso también dijo: Las leyes del Señor son verdaderas; cada una de ellas es imparcial. La Palabra no le pasó la mano a su pecado. ¡Se lo señaló para que lo rindiera y eso hizo!

Si no cerramos esas rutas de escape en el Espíritu, oración y con la Palabra, nunca estaremos libres de ellas. Nuestros pecados acostumbrados nos controlarán y puede que, pensemos “ni modo hay que vivir así”. Pero esto es falso. Cristo murió en la cruz no sólo para salvarnos de los pecados del pasado, sino que ahora que contamos con el Espíritu Santo podemos decirle que no al pecado y construir una ruta nueva y diferente. Dios da la solución para que no nos quedemos como éramos y que le sigamos en santidad.

2 Timoteo 1:7 (NTV)
“Pues Dios no nos ha dado un espíritu de temor y timidez sino de poder, amor y autodisciplina.”

¿Cómo pongo en práctica el dominio propio?

Luego de estudiar las escrituras y ver la voluntad de Dios en áreas que chocan con la manera en que hacemos las cosas, tenemos que pedirle a Dios que nos ayude a descifrar las rutas de escape, que son patrones que regularmente nos llevan a pecar. Cuando logramos identificar los patrones, podremos disciplinar mejor nuestra carne.

1 Corintios 9:27 (NTV)
27 Disciplino mi cuerpo como lo hace un atleta, lo entreno para que haga lo que debe hacer. De lo contrario, temo que, después de predicarles a otros, yo mismo quede descalificado.

Les sugiero el siguiente proceso 2 de autodisciplina para decirle que no al pecado:

  • Evita la tentación inmediatamente
  • Di que no al pecado por el poder del Espíritu Santo
  • Vuélvete hacia algo magnífico en la Palabra (como la cruz)
  • Mantén esa imagen bíblica o pasaje bíblico en tu mente.
  • Disfruta los grandes placeres de las promesas de Dios, compradas a precio de la sangre de Jesús.
  • Muévete hacia una actividad que exalte a Cristo.

David deseaba reflejar la santidad de Dios en su vida. La reflexión sobre la majestuosidad de Dios en lo creado, su Palabra que revela su corazón y la autorreflexión debe movernos a como termina el salmo:

“Que las palabras de mi boca y la meditación de mi corazón sean de tu agrado, oh Señor, mi roca y mi redentor.” Salmo 19:14 (NTV)

Este Salmo da esperanzas, pues frente a la Santidad de Dios y su poder transformador, se acaban los patrones de mentiras, la manipulación emocional a los demás, los patrones de fraude, la impureza sexual, la contienda, la provocación de controversias y divisiones, etc…

La esperanza que nos ofrece este salmo, es que Dios puede perdonar nuestros pecados ocultos, pero también puede y quiere rescatarnos de nuestros pecados intencionales; esas rutas de escape o patrones que nos esclavizan.

Cristo puede formar nuevas rutas en nuestro corazón que hagan obsoletas las anteriores porque el Señor es nuestra roca y nuestro redentor.


Fuentes:
1. Definición de proclamar según wordreference.com: https://www.wordreference.com/definicion/proclamar
2. Piper, John, Brothers, We Are Not Professionals, Kindle Edition (Nashville, Tennessee, B&H Publishing Group) 147 de 269

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About Rick Lipsett

(@ricklipsett) director y portavoz de verdadyfe.com. Ha escrito numerosos artículos relacionados a la apologética Cristiana. Sirve como pastor en la Iglesia Cristiana Catacumba 9 de Cayey, Puerto Rico. Actualmente cursa una maestría en Teología de Southern Baptist Theological Seminary (SBTS).
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