¿Dios tiene escogidos y reprobados o todos tenemos la oportunidad de salvarnos? La respuesta corta a esta pregunta es: ambas cosas. Pero toma un poco más explicarlo.
Desde la eternidad, Dios sabe quién aceptará libremente su gracia y pasará a ser su hijo e hija. Esos son los escogidos por Dios. Los creó sabiendo que tendría (eventualmente) una relación de amistad con ellos.
Por otro lado, hay personas que libremente rechazan la gracia de Dios ahora y que nunca la recibirán. Son personas que no están interesados en lo absoluto, en tener una relación con Jesús y Dios no los forzará a una. Esos serían los reprobados.
Ahora, el deseo profundo del corazón de Dios es que todos sean salvos. Mira como lo dice 1 Timoteo 2:2-4 (NTV):
“2 Ora de ese modo por los reyes y por todos los que están en autoridad, para que podamos tener una vida pacífica y tranquila, caracterizada por la devoción a Dios y la dignidad. 3 Esto es bueno y le agrada a Dios nuestro Salvador, 4 quien quiere que todos se salven y lleguen a conocer la verdad.”
Dios hace disponible el arrepentimiento y la gracia a todos. Incluso los que nunca escucharán de Cristo, tienen la creación, que les apunta a la necesidad de un creador. Así también lo explica la Biblia. En Romanos 1:19-21 (NTV), leemos:
“19 Ellos conocen la verdad acerca de Dios, porque él se la ha hecho evidente. 20 Pues, desde la creación del mundo, todos han visto los cielos y la tierra. Por medio de todo lo que Dios hizo, ellos pueden ver a simple vista las cualidades invisibles de Dios: su poder eterno y su naturaleza divina. Así que no tienen ninguna excusa para no conocer a Dios.
21 Es cierto, ellos conocieron a Dios pero no quisieron adorarlo como Dios ni darle gracias. En cambio, comenzaron a inventar ideas necias sobre Dios. Como resultado, la mente les quedó en oscuridad y confusión.”
Entonces Dios quiere salvar a todos, pero habrá personas que no les interesa, aunque tienen la verdad frente a ellos.
Una pregunta que surge de esta es ¿por qué crear a aquellos que no lo recibirán? Y aquí, podemos pensar en alguna respuesta, aunque será de acuerdo a interpretación de algunos sucesos en la Biblia, no respuesta directa de Dios en ella, pues las preguntas de “¿por qué Dios hace tal cosa o la otra?” son preguntas que a menos que Dios lo haya dicho en su Palabra, estaremos adivinando la respuesta, aunque bien pueda ser una conjetura educada. Habiendo dejado claro eso, mi conjetura educada es que puede que esas personas actúen libremente para que la gloria de Dios sea manifestada. Quizás, gracias a las acciones reprobadas del no-creyente, veinte personas vengan a conocer a Cristo.
De esto encontramos varios ejemplos bíblicos. Por ejemplo: gracias al corazón malvado de los hermanos de José, al venderlo como esclavo aseguraron la vida de ellos mismos y del futuro pueblo de Israel pues por medio de su pecado, Dios llevó a José a convertirse en el segundo en mando en Egipto (Génesis 50: 20). También, cientos de años después, por medio del endurecimiento del corazón del Faraón, Dios liberó a Israel y apaciguó a Egipto (Éxodo 13). También, en consecuencia de las acciones reprobadas de Judas Iscariote, Jesús fue a la cruz para ofrecerse por nosotros (Marcos 14:10-12). La Biblia nos muestra una y otra vez que Dios no desperdicia ninguna oportunidad para encontrarse con aquellos de corazón contrito y humillado y muchas veces esto sucede por medio de la maldad de algunos, o como en el caso del apóstol Pablo, por causa de su propia maldad, Jesús lo interrumpió y lo salvó en el camino a Damasco (Hechos 9). Por eso, tenemos textos bíblicos como Romanos 8:28 (NTV) que dice:
“Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de quienes lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos.”
Ante esta realidad, los creyentes debemos reflexionar sobre la gracia inmerecida que Dios ha derramado sobre nosotros y adorarle en agradecimiento. La realidad es que no debíamos ser salvados de nuestros pecados, pero Dios así lo quiso y aquellos que conocemos que se encuentran rebeldes al evangelio, son personas por las que debemos orar. No sabemos si algún día nos sorprenden con su confesión de fe y vida transformada en Cristo. No sabemos quienes son los que definitivamente se perderán. Por lo que ejercitamos nuestro deber de predicar la Palabra de Dios y mostrarnos amigos genuinos a todos para que en todos, Cristo sea glorificado.



