Helen Keller 1 nació el 27 de junio de 1880 y durante los primeros dos años de su vida, fue una niña saludable con todas sus capacidades. Keller nació con sus sentidos de la vista y el oído, y comenzó a hablar cuando tenía solo 6 meses. Comenzó a caminar a la edad de 1 año. Pero luego una extraña fiebre la atacó y perdió la visión, la audición y se atrofió su capacidad de hablar.
Según creció, Keller se convirtió en una niña de voluntad muy firme, que no quería nada a menos que fuese a su manera. Se había vuelto muy salvaje y rebelde. Ella pateaba y gritaba cuando estaba enojada y se reía incontrolablemente cuando estaba feliz. Atormentaba a los que tenía cerca e infligió rabietas furiosas a sus padres. Muchos familiares sintieron que debería ser internada en una institución.
Cuando Helen cumplió sus siete años, sus padres trajeron una maestra muy recomendada que quizás podría ayudar a su hija a vivir en un mundo de vista, audición y habla. Anne Sullivan comenzó a trabajar de inmediato y Hellen se dio cuenta rápidamente, que la fuerza de voluntad y autoridad de su maestra era incluso mayor a la suya. Esto provocó tiempos de dificultad y resistencia hacia aquella maestra que había entrado en su mundo a rescatarla del estilo de vida que llevaba.
Pero un día, luego de grandes batallas y grandes frustraciones para ambas, Anne llevó a Helen a la bomba de agua y descargó el líquido sobre las pequeñas manos de Helen una y otra vez, interrumpiendo cada descarga de agua con las señas para “a-g-u-a” en las manos de la niña. Una y otra vez repitió el proceso, hasta que de repente Helen pareció tener un avance extraordinario y agarró la mano de su maestra y repitió “a-g-u-a”. Había sucedido. La maestra que entró al pequeño mundo de Helen, había podido llegar a su corazón. De ahí en adelante la niña halló su norte y continuó aprendiendo. Al punto que logró ir a universidades, estudiar y hasta convertirse en una educadora impresionante, defensora de los ciegos y sordos y de los derechos de las mujeres. Todo esto, gracias a la compasión que recibió, cuando estaba confundida y desamparada. Todos estos logros, gracias a que permaneció al lado de su amada maestra.
Dios vio que estábamos confundidos en nuestra supuesta sabiduría humana (que es necedad ante el Rey). Vió que no teníamos esperanza si nos dejaba a nuestro propio ingenio, nos hubiéramos perdido. Necesitábamos de su intervención si es que íbamos a reconocerle y entrar en una relación de amor con Él. Entonces, no nos dejó perdidos.
Dios vió nuestra confusión y nuestro desamparo y decidió acercarse e intimar con nosotros para que le encontremos a Él. ¿Por qué?
La Respuesta de Jesús ante el desamparo y la dispersión
Cuando todo está bien, no se hace nada para cambiarlo. Pero es obvio que si vemos algo que está como no se supone, vayamos y hagamos algo al respecto. Cuando alguien llora, queremos consolarle, cuando alguien tropieza queremos levantarle… Eso es lo que hacemos nosotros seres pecadores e imperfectos, imagínate nuestro Señor.
Dios vio nuestra situación y se movió en amor.
Mateo 9:35-38 Reina-Valera 1960
“35 Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. 36 Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. 37 Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. 38 Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.”
6 puntos sobre la compasión de Jesús:
- Jesús no está ajeno a la situación nuestra, pues está inmerso allí donde vivimos.
- Jesús llega al lugar donde vamos a aprender y nos enseña allí.
- En dónde le vamos a ver y escuchar, allí nos revela la buena noticia del Evangelio – restauración de nuestra relación con Dios, a través de Él (Jesús).
- Sana las dolencias para capturar nuestro corazón. Atiende nuestra necesidad, para que le miremos a Él.
- Jesús nos observa mientras hace todo esto y ve el caos de nuestra vida.Ante nuestras circunstancias difíciles y problemas, Jesús no huye, como quizás haríamos nosotros. Ve el «revolú» y se incluye allí para traer orden y lo hace con gran compasión. Ve que sin Él, estamos desamparados y dispersos, como si no tuviésemos pastor. Triste, pues sí tenemos: Él es nuestro pastor.
El desamparo y la dispersión no le agrada al Señor. Jesús ve algo que no está bien, y hace algo al respecto. ¿Por qué no le agradan el desamparo y la dispersión?
Desamparo: Abandono, falta de protección. 2
Dispersión: Separación, diseminación en distintas direcciones. 3¿De dónde se nos ocurre que estamos abandonados y desprotegidos? ¡Dios está al pendiente nuestro, ¡nos protege! ¿Por qué nos alejamos y tomamos nuestras propias rutas conforme a nuestro propio corazón engañoso? En Cristo tenemos la unidad que deseamos y necesitamos.
Por eso no le agrada a Cristo. El desamparo y la dispersión se alejan de su plan para nuestra vida. Sus deseos de amarnos, protegernos, darnos sentido y propósito. De guardarnos bajo sus alas y suplir como buen Padre que es.
- Inmediatamente después de sentirse conmovido, Jesús tomó acción adicional. Ya estaba en medio de las ovejas dispersadas y desamparadas, pero miró a sus seguidores y les instruyó a orar, por más manos que vinieran a ayudar a la gente que Él mismo estaba sirviendo. Acto seguido, sucede esto:
Mateo 10: 1, 5-8
“1 Jesús reunió a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus malignos y para sanar toda clase de enfermedades y dolencias…”“5 …envió a los doce apóstoles con las siguientes instrucciones: «No vayan a los gentiles ni a los samaritanos, 6 sino solo al pueblo de Israel, las ovejas perdidas de Dios. 7 Vayan y anúncienles que el reino del cielo está cerca. 8 Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, curen a los leprosos y expulsen a los demonios. ¡Den tan gratuitamente como han recibido!”
El ministerio de Jesús, que comenzó en Israel, luego fue expandido también a los gentiles, por el propio Cristo, quien envió a sus discípulos a ir por todo el mundo y predicar el Evangelio (Mateo 28:19). Significa que Cristo está inmerso en nuestras vidas para traernos de vuelta al redil. Ve las áreas de nuestra vida que no están conforme a su diseño, que en efecto van por mal camino, lejos de Él y se mueve a traernos de vuelta y lo hace con sus discípulos. Está presente en medio nuestro, porque sus seguidores están en medio nuestro.
¿Cuál debe ser nuestra reacción ante los esfuerzos de Dios por alcanzarnos?
Rendirnos. Nos toca rendirnos, pues si seguimos como vamos, nos encontraremos con la destrucción cara a cara. No importa lo bueno que parezca tu vida, lo bien que aparentemente te va. Si no tienes a Cristo, vas encaminado a la destrucción y a la muerte. Si Cristo no está en tu vida, estás perdido, desamparado y disperso a tu propia suerte. Necesitas regresar a casa. Aún si no piensas que estás perdido. Si Cristo no es el centro de tu vida, lo estás. Se trata del único Dios que existe y que su propósito para ti es que vivas en comunión con Él, nunca alejado de Él.
¿Y si ya nos hemos rendido en el pasado y hoy seguimos a Cristo ya?
Ríndete. Todos los días. Contínuamente. El vivir en Cristo es abrazados a Él, pues nada podemos hacer separados de Él. Precisamente de ahí fue que nos tuvo que rescatar. No abraces tu aparente sabiduría, sino déjate guiar por la instrucción de Papá. Escudriña la Palabra como si tu vida dependiera de ello, porque así mismo es.
Dios hace con nosotros como hizo con Helen Keller. Va a donde nosotros y se baja a nuestro nivel. Insiste una y otra vez para que le veamos y le comprendamos. Una vez logra ese avance maravilloso en nosotros, nos corresponde vivir junto al maestro para asegurarnos de no dispersarnos nuevamente.
A la Iglesia
Comienza un nuevo año y es común para muchos hacer resoluciones. Pero hay resoluciones que deben permanecer siempre con nosotros, pues son parte de nuestro caminar.
- Rindamos nuestra voluntad y nuestra vida a Papá. Él siempre tiene mejor ideas que las nuestras.
- Oremos por todas las personas que Dios nos ha puesto cerca y sabemos que sufren del desamparo y dispersión que Jesús miró y quiso eliminar.
- Oremos para que más hermanos se den a la tarea de llegar a estas vidas que viven como si no tuviesen un pastor que les ama.
- Mientras oramos, vayamos donde estamos necesitados, a presentar la buena noticia del Evangelio.
A Nuestros Amigos
Quizás aún no invitas a Jesús a que tome las riendas de tu vida. Puede que hoy estés a la vista de Jesús y seas recipiente directo de su compasión. Tu también puedes abrazar resoluciones para tu vida:
- Ríndete. El desamparo que estás experimentando, va contrario a lo que Jesús anhela para ti. El Señor sabe mucho más sobre lo que necesitas y el rumbo que debe tomar tu vida, que tu mismo. El quiere cubrirte y cuidarte. Hay amparo seguro en sus brazos.
- Ríndete. La dispersión que vives, tratando de hacer sentido de las cosas por tus propios medios no te llevará a donde quieres llegar. Necesitas abrazar a Jesús. Sólo Él, trae orden a nuestro caos y nos muestra el propósito real de nuestras vidas, pues fue quien nos diseñó.
Ven a recibirle. El lleva tocando a la puerta de tu corazón por un tiempo ya y te ha traído hasta aquí para mostrarte el verdadero amor, que es Él.
Si hay una resolución que vale la pena abrazar desde hoy mismo, es seguir a Jesús.
¿La Compasión tiene algún costo?
Para Dios:
- Bodas de Caná – Le costó el inicio del camino a la cruz
- Sanar ciegos y leprosos – le costó ser reconocido ante la multitud
- Sanar enfermos en el día de descanso – le provocó persecución
- Aceptar la humilde adoración de una mujer – le costó la credibilidad
- Salvarnos y redimirnos – le costó la muerte en la cruz
Para nosotros:
- Tiempo – Sacrificar nuestra agenda para bendecir a otro.
- Recursos – Dar lo que sudamos con nuestro trabajo a otro.
- Orgullo – Ayudar a quien entendemos que no lo merece puede ser complejo.
- Comodidad – es más fácil ver TV o disfrutar de un día en el mall.
- Vida – Conocemos historias de misioneros que han muerto por servir.
Santiago 1:27 NTV
27 La religión pura y verdadera a los ojos de Dios Padre consiste en ocuparse de los huérfanos y de las viudas en sus aflicciones, y no dejar que el mundo te corrompa.
Dios ha derramado su compasión sobre nosotros para que la compartamos y multipliquemos la bendición de su amor:
Mateo 25:21 NTV
21 »El amo lo llenó de elogios. “Bien hecho, mi buen siervo fiel. Has sido fiel en administrar esta pequeña cantidad, así que ahora te daré muchas más responsabilidades. ¡Ven a celebrar conmigo!”.
La compasión recibida nos debe mover a ser compasivos con los más necesitados:
Mateo 25:34-35 NTV
34 »Entonces el Rey dirá a los que estén a su derecha: “Vengan, ustedes, que son benditos de mi Padre, hereden el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. 35 Pues tuve hambre, y me alimentaron. Tuve sed, y me dieron de beber. Fui extranjero, y me invitaron a su hogar.
Ser compasivos como Cristo es compasivo con nosotros es un privilegio y honor. Al imitarle seremos transformados. La imagen de Cristo brillará en nosotros y Dios se complacerá en sus hijos.
La compasión de Dios es sencilla, gloriosa y seria. No debemos titubear en derramarnos en compasión pues Jesús no titubeó.
Nuestro Dios no tiene barreras contra su amor
Desde que nos ideó en el vientre de nuestras madres, Cristo viene amándonos. Incluso si hemos llevado vidas duras y difíciles, la diestra de poder de nuestro Dios nos ha sostenido. Su misericordia nos tiene donde estamos y una y otra vez ha derramado su gracia para cubrirnos. En este tiempo navideño es usual que reflexionemos en mayor o menor grado en lo que Jesús representa: la iniciativa poderosa de Dios en alcanzarnos porque su amor inagotable se desparrama sobre nuestras copas. El corazón santo, puro y fiel de Dios se nos demuestra cada vez en la forma de una mano que se extiende para recibirnos. Somos recipientes de todo su cariño cada segundo de nuestras vidas. ¿Lo merecemos? ¡Claro que no! Pero así es Dios – ama aunque no podemos ganarnos su amor. Su compasión nos deja maravillados. Nuestro asombro se traduce en adoración y agradecimiento.
Porque un día estábamos perdidos y fuimos hallados en Jesús. No sabíamos ni a dónde acudir y nuestros sollozos fueron escuchados por nuestro Creador. Resulta que siempre estuvo ahí llamando a nuestro corazón y hoy nuevamente nos dice: “Ven”.
Nuestro Dios puso una señal definitiva, una evidencia objetivamente poderosa de su amor, en la cruz del Calvario, donde su Hijo se subió para entregar su vida, por la nuestra. Y hoy, podemos responder a su llamado y gozarnos eternamente en Él.
¿Cómo responderás ante su llamado de compasión?
Si te hallas lejos, ¿La recibes? Si ya estás cerca ¿Le imitas?