Estaba en TikTok y vi una perorata de Jordi Segués donde dio sus razones para afirmar su ateísmo. Dijo:
“Mi mamá murió de cáncer con menos de 50 y era buena: generosa y dedicada, mientras que ahí afuera hay personas que no merecen estar aquí. Personas malas, irrespetuosas, mentirosas…lo que quieras. Creo que estamos solos y hay algo bueno en eso. Algo que me ha ayudado porque sé que todo lo que me pase depende de mí. De nadie más. Nadie vendrá a salvarme. Las riendas las tengo yo.”
Este tipo de discurso es una reacción emocional al problema del mal, del cual hemos hablado numerosas veces en este podcast. A continuación algunos espisodios previos sobre este tema:
1. Si Dios existe, ¿por qué el mal?
2. ¿Realmente Dios es Soberano?
3. Argumento Moral a favor de la existencia de Dios
Esta persona está dolida y como Cristianos, deberíamos atenderlo, escucharlo y orar por él y todos los que llegan a las mismas conclusiones. Necesitamos encarnar a Jesús en nuestras vidas para abrazarles, para que ellos se sientan amados, porque lo son.
Pero decidir que entonces el ateísmo es cierto trae una serie de problemas existenciales que esta persona no está considerando:
1. Si lo que nos espera es la tumba y nada más, nuestras vidas carecen de significado. No hay propósito para nuestra existencia pues sea lo que sea que logremos, moriremos y seremos olvidados. No trascendemos nada. Si todo termina en la tumba, ¿para qué existimos? Ante esto, el filósofo ateo Bertrand Russell comentó: “Podemos vivir correctamente una vez aceptamos que el mundo es un lugar terrible.”
2. No hay inmortalidad: por lo tanto lo que tengo para vivir son los cortos años que pueda estar aquí despierto. Entonces debería vivir para cumplir sólo mis deseos. ¿Por qué pensar en los demás? ¡Se nos acaba el tiempo y hay mucho por ver y hacer! ¡La vida debería ser para cumplir cada placer que se nos antoje! El filósofo ateo Dostoyevsky dijo: “Si no hay inmortalidad, todas las cosas están permitidas.”
3. No hay significado en lo que podamos lograr. Si curamos el cáncer, no importa porque comoquiera todos morimos y seremos olvidados. Hay significado en el momento, pero a última instancia, todo se vuelve sin sentido. Sobre esto, el filósofo ateo francés Albert Camus dijo: “Nuestra vida debe tener significado para nosotros valorarla. Si aceptamos que la vida no tiene significado, y por consecuencia no tiene valor, ¿Deberíamos renunciar a la vida?”
Jordi Segués está dolido por la pérdida de su mamá. Puedo imaginar lo duro que debe ser para él. Pero desde su propio punto de vista ateo, no hay más nada qué esperar. El dolor por su pérdida es sin sentido porque no nos debería doler la realidad de la muerte. El dolor estaría fuera de lugar. Después de todo, como no hay sentido en la vida, según el ateísmo, la muerte sin sentido de una madre es lo que debemos esperar. Pero su dolor, apunta a algo que el ateísmo no puede explicar.
Además ¿Qué hay de la inmoralidad? Si Dios no existe, no hay un estandarte objetivo del bien y el mal y todos podemos escoger lo que es moral para nosotros. O sea, todo sería relativo–lo cual es una contradicción. Si fuera así, decir: “ahí afuera hay personas que no merecen estar aquí. Personas malas, irrespetuosas, mentirosas…lo que quieras.” no hace sentido. Porque si Dios no existe, cada cual puede comportarse según lo que entiende y nadie puede decir que está mal.
Francis Schaeffer decía que vivimos en un mundo de dos niveles:
Nivel 1: En el primer nivel se radica lo natural finito sin Dios. Nivel 2: En el segundo nivel se encuentran el significado, los valores y el propósito.
La Bomba teológica de hoy es que si el ateísmo fuese cierto, viviríamos en ese primer nivel. Entonces no podríamos exigir o desear el segundo nivel, porque no existiría. Cuando Jordi Segués afirma el valor del carácter de su mamá o la maldad de la gente, está tomándo prestado de Dios para argumentar en su contra. Eso es una contradicción.
El ateísmo no tiene manera de aliviar nuestro corazón. Tampoco tiene poder explicativo para nuestros pensamientos morales y el sentido de propósito que le vemos a nuestras vidas y las de los demás. Para vivir felices en el ateísmo habría que vivir en una mentira. Pretendiendo como si la moralidad, el amor, la paz, los propósitos… fuera reales, aunque no lo es y lo sabríamos. ¡Por eso fue que Albert Camus concluyó que lo que nos falta hacer es renunciar a la vida!
Pero todo esto no concuerda con la realidad. La naturaleza dice a gritos que su diseño requiere de un diseñador. La moralidad que nuestras conciencias afirman, apuntan a Dios. El hecho histórico de la vida de Jesús de Nazaret nos dice cuál es ese Dios. Hay esperanza, existe la moralidad y tenemos un propósito verdadero. Pero solo lo encontramos en la persona de Jesús. Dios ha provisto de todo lo que necesitamos en él mismo. Por eso, dice la Biblia:
Mateo 6:33 (NTV)
33 Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás y lleven una vida justa, y él les dará todo lo que necesiten.



