¿Le devolvemos algo a Dios?

Episodio 237 de Verdad y Fe Podcast

Hay algunos discursos que se dan en algunas iglesias que parecen implicar que nosotros le devolvemos a Dios o le damos algo a Dios. A veces se escucha al momento de recoger la ofrenda. Alguien tomará el micrófono y dirá algo como: “Démosle de vuelta a Dios nuestros diezmos y ofrendas en agradecimiento por lo que ha hecho por nosotros.” Ese es el contexto de la pregunta de hoy.

En el pasado hicimos un episodio sobre el diezmo que puedes ver >aquí<.

Examinemos por un momento lo que enseña 1 Corintios 15:20-22 (NTV):
“20 Lo cierto es que Cristo sí resucitó de los muertos. Él es el primer fruto de una gran cosecha, el primero de todos los que murieron. 21 Así que, ya ven, tal como la muerte entró en el mundo por medio de un hombre, ahora la resurrección de los muertos ha comenzado por medio de otro hombre. 22 Así como todos mueren porque todos pertenecemos a Adán, todos los que pertenecen a Cristo recibirán vida nueva;”

Adán, el primer hombre dio entrada al pecado que todos los seres humanos ahora padecemos. Un solo acto. De igual manera, en Cristo, un sólo acto trajo la oferta del rescate para todos, si recibimos en fe el regalo de salvación.

No, no me he salido del tema. Sígueme. Cristo, Dios hecho hombre, pagó por la deuda humana que Adán inició. La factura que Jesús pagó en la cruz fue suficiente como para saldar la cuenta pasada y futura de la humanidad. Esto, porque el valor puesto en la cruz era el de Dios mismo. El saldo fue absoluto y de sobra.

Así lo estipula Efesios 1:7-8 (LBLA)
“7 En Él tenemos redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados según las riquezas de su gracia 8 que ha hecho abundar para con nosotros. En toda sabiduría y discernimiento.”

Osea que Cristo no se ahorró ningún gasto al salvarnos. Dio todo lo que tenía. Su gracia sobreabundó a tal nivel que puede pagar la deuda de todos los seres humanos que existan desde el inicio del mundo hasta siempre.

Ese es el pago que Dios hizo.

¿Podremos devolverle algo a Dios?

Te pregunto, ¿podremos devolverle algo a Dios? Piénsalo. Nuestra relación con él es gracias a él. Nuestras bendiciones espirituales son gracias a él. Nuestra salvación y vida eterna son gracias a él. ¿Qué podemos devolverle? Dios no necesita nada de nosotros. Ni las cosas que podemos rendirle, como nuestro dinero, ni tan siquiera nosotros mismos. Yo no soy necesario para Dios. Tú tampoco. ¡Esa es la asombrosa gracia y misericordia de Dios! El amor desmedido de Dios se desborda sobre nosotros y entonces podemos amar. Su bondad nos marca y podemos ser bondadosos. Su paciencia, su compasión, etc… Todo lo bueno que podemos hallar en el ser humano proviene de Dios. Pregunto otra vez: ¿podremos devolverle algo a Dios? Obviamente no.

¿Significa que entonces no tenemos que hacer nada para Dios? No. Dios mismo nos dice en su palabra qué espera de sus hijos. Como por ejemplo, decirle a otros sobre él y discipularles. Eso lo hacemos en obediencia gozosa porque Dios nos rescató, pero no para de alguna manera pagarle por lo que hizo por nosotros.

Similarmente en el tema de las ofrendas. Si Dios derramó todo su valor precioso en la cruz para darnos redención, ¿qué impacto podrá tener la pobreza de nuestra ofrenda? Ni tan siquiera es nuestra ofrenda, para empezar. Todo lo que tenemos es suyo. Somos mayordomos de lo que Dios nos ha dado. La fortuna no es nuestra.

Jesús nos dio la clave para el servicio a Dios, para darle algo a él y no tiene que ver nada en darle algo a él.

Mateo 25:35-36 (PDT) “35 Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer. Tuve sed y me dieron de beber. Fui extranjero y me hospedaron. 36 No tenía ropa y ustedes me vistieron. Estuve enfermo y me cuidaron. Estuve en la cárcel y me visitaron.”

Lo que damos, es para beneficio y bendición del prójimo. Servimos a los demás en el nombre de Cristo y para Cristo. Es ahí donde Dios se regocija, pues estamos obedeciéndole.

El agradecimiento

Por otro lado, algunos dicen que la manera en que le devolvemos a Dios es por medio de nuestro agradecimiento. Pero las gracias que le doy a Dios no son monedas capaces de pagarle lo que derramó por toda la humanidad en la cruz.

Si leímos 1 Corintios 15:20-22 correctamente al principio, vemos un principio. Adán pecó y todos fuimos afectados. Luego Cristo se ofreció y fuimos todos afectados. Entonces la gratitud como moneda para pagarle a Dios no funciona, pues no es sólo nuestra deuda la que debemos pagar, sino la de toda la humanidad. Esa cantidad se escapa de nuestras cuentas de banco del agradecimiento. No hay número de obras que hagamos en agradecimiento a Dios que sean capaces de pagarle lo que él pagó en la cruz. Si intentamos esto, no estamos ejecutando un agradecimiento correcto delante de Dios.

Para el día de los Padres, mi hijo tuvo la idea de regalarme unos cubridores para los asientos de mi automóvil. Mi agradecimiento a él fue una emoción en el corazón que se vio en mi sonrisa, el abrazo fuerte que le di y ahora, al disfrutar el regalo que me hizo. Si yo hubiese optado por sacar mi billetera y devolverle lo que gastó por mí, no hubiese sido agradecimiento, sino que yo hubiese sido un malagradecido. Lo mismo ocurre con la salvación. Es un regalo. Sonríe, abraza la vida nueva en Cristo y ¡disfrútala! Ese es el agradecimiento correcto a Dios.

La Bomba teológica de hoy es que Dios no necesita de nuestras ofrendas. Sean monetarias, de agradecimiento o de cualquier otro tipo. Ellas son parte de nuestra adoración. El dinero que damos es nuestro compromiso con la obra de Dios en la Tierra. Demuestra que deseamos que la obra de Dios continúe, para beneficio de otros. Esa es la razón por la que ofrendamos.

Esta ofrenda no es un mero porciento de dinero que damos. Si Jesús es mi Señor, todo mi dinero es realmente suyo. Yo sólo lo administro. Como mayordomo, debo administrarlo todo con su obra y misión en mente. El 100% de mi vida es de Cristo. Eso incluye mi tiempo, mi casa, mi carro, mis talentos, mi dinero… todo. Por eso, ofrendar es un acto de adoración. Cuando separamos tiempo para servir al necesitado, adoramos. Cuando optamos por dar en nombre de Cristo, de lo que hemos recibido a otro, adoramos. No podemos hacer algo para devolverle a Dios.

Por lo tanto, cuando estés en la iglesia y tengas la oportunidad de ofrendar, hazlo en compromiso con la misión de Dios. Hazlo con alegría pues estás poniendo la mano en lo que Dios está haciendo. Pero cada momento de tu vida es oportuno para regalarte a Dios. No como para pagarle por lo que hizo, sino que le amas tanto que sólo le anhelas a él. Por eso, nos entregamos al 100%, imitándole a él, quién se ofreció al 100% por nosotros en la cruz. No significa que demos el 100% del dinero que tengamos, pues Dios lo ha dado para proveer a tu casa y suplir tus necesidades, pero los pagos que hacemos con nuestro salario, también son con la obra y misión de Dios en mente. Como dije hace un rato, la casa y el carro que pagamos es de Dios también.

Usualmente la objeción, después de decir todo esto será en relación a lo que la iglesia hace con el dinero, lo cual será el tema del próximo episodio. Pero les adelanto que lo que deberíamos atender es nuestra adoración, no la de los demás. Si los demás desean deshonrar a Dios, asegúrate que de tu parte, adores a Dios con todo tu corazón, alma y mente.

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About Rick Lipsett

(@ricklipsett) director y portavoz de verdadyfe.com. Ha escrito numerosos artículos relacionados a la apologética Cristiana. Sirve como pastor en la Iglesia Cristiana Catacumba 9 de Cayey, Puerto Rico. Actualmente cursa una maestría en Teología de Southern Baptist Theological Seminary (SBTS).
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