Sé que hay muchos hermanos con preferencias de traducciones bíblicas diferentes a las mías, que usan al momento de estudiar la Palabra de Dios. Pero si les funciona a alguno, con gusto les comparto un poco de mi proceso.
Javier nos escribe lo siguiente:
“Quería hacerles una pregunta, veo que en las publicaciones utilizan las versiones bíblicas PDT y NTV, quería preguntar cuál de estas dos versiones recomiendan más, ambas me gustan pero quisiera solo usar una de las dos. Quiero usar una versión que sea entendible y cómoda para mí. Muchas gracias y bendiciones”
Recuerda que tu también puedes enviarnos tus preguntas a: preguntas@verdadyfe.com
Hace unos años publicamos un episodio relacionado titulado “Las Traducciones Bíblicas”. Por si desean repasarlo, pueden verlo en nuestro canal de YouTube.
En las traducciones bíblicas existen dos tipos de traducciones:
a. Traducción Literal
b. Traducción conceptual
La Literal traduce el texto tal como está al idioma que trabaja. Esto significa que en griego, que las palabras tienen un orden muy diferente a cómo las organizamos en español, cuando un traductor literal las pone en español, las deja en el orden en que estaban. Una traducción literal puede ser compleja de entender por esa razón. Aunque esté en el idioma natal del lector.
La traducción conceptual, es aquella que toma el texto original y lo traduce con la intención de que el mensaje que comunica sea lo más claro posible. La dificultad con este tipo de traducción es que el equipo de traductores van a tener que proveer de una interpretación del texto para poder organizarlo. Algunas personas no están de acuerdo con eso y prefieren una traducción literal.
En lo personal, en mi tiempo de estudio uso una Biblia en Inglés desde hace unos años. Leo la Biblia en la traducción llamada English Standard Version. Pero cuando voy al español, suelo examinar como cuatro traducciones diferentes:
1. Nueva Traducción Viviente
2. Nueva Versión Internacional
3. Palabra de Dios para Todos
4. La Biblia de las Américas
La razón por lo que utilizo más de una traducción es que me quiero asegurar de obtener el mensaje desde los puntos de vista de los diferentes académicos que trabajaron cada traducción. De hecho, muchas veces voy a biblehub.com y analizo el texto en el idioma original. No sé leer griego, hebreo ni arameo, pero voy a las palabras claves e indago en el idioma original para ver su definición, su etimología y su uso en otros pasajes bíblicos.
Pero todo esto es cuando estoy estudiando un texto a profundidad. Sobre todo si me corresponde predicar un domingo en mi iglesia local o algo así. Pero si lo que estoy haciendo es leyendo la Biblia de manera devocional, para encontrarme con Jesús en la mañana, utilizo solo la English Standard Version o si lo estoy haciendo en español voy a la Nueva Traducción Viviente.
La NTV me sigue gustando mucho por su simpleza en el idioma pero a la vez comunica los conceptos bíblicos muy bien. Ya que esta versión fue completada en el 2010, tiene usa los hallazgos más recientes sobre manuscritos y copias fidedignas que se han encontrado y que están más cerca a los hechos, que los manuscritos que se utilizaron para traducir versiones como la Reina Valera 1960, por ejemplo.
La Bomba Teológica de hoy es. que las traducciones no son la Palabra de Dios, sino el mensaje que expresan. Por eso podemos leer y examinar diversas traducciones sin problema. Incluso podemos leer en otros idiomas si tenemos la capacidad para hacerlo. Lo tremendo que tenemos es que en el Cristianismo hemos contado con numerosos académicos piadosos que han querido dedicarse a transmitir con excelencia la Palabra de Dios, por lo que somos beneficiarios de la ardua labor que ellos hacen.
También es importante decir que como el mensaje y no la traducción, es la Palabra De Dios, no debemos entrar en discusiones con nadie sobre si una traducción es la verdadera Palabra De Dios y otra no. Lo que usamos son traducciones, no son los escritos originales. Esos ya no los tenemos con nosotros, pero sí tenemos miles de copias de manuscritos que nos dan la certeza de que lo que dice en nuestras Biblias es lo que Dios quiso comunicar.



