¿El Desafío de Pascal es un buen argumento?

Episodio 212 de Verdad y Fe Podcast

Pascal’s Wager, como se le conoce en inglés es un reto o apuesta que se le presenta al no creyente y dice algo así:

“Si tienes razón en tu ateísmo y al final cuando mueres no pasa nada, no pierdes nada, pero si el cristiano tiene razón y Dios te espera en el otro lado, lo pierdes todo. Por eso es mejor reconocer a Dios ahora.”

Esta apuesta siempre me ha incomodado. Entiendo lo que se quiere decir y hasta estoy de acuerdo que la persona no-creyente se está apostando la vida cuando no considera los hechos que apuntan a la verdad bíblica de la eternidad, pero utilizar el Desafío de Pascal como el centro de la defensa de la fe no es algo que yo haría. Tengo dos razones para no usarlo:

  • Apela a la suerte
  • Puede sentirse como una apelación a las emociones (miedo)

Si creemos que Dios es soberano, no deberíamos utilizar el lenguaje de la suerte ni tampoco participar de procesos de “suerte” pues no son ciertos. Nuestra fe no es una ruleta que puede que ganes o pierdas al apostar la eternidad en ella. Nuestra fe está basada en hechos no en deseos profundos de que algo sea sin tener alguna razón.

Quien recibe el desafío probablemente sentirá que está siendo manipulado por sus emociones, impulsándolo hacia tomar una decisión basada en el miedo de la posibilidad de fallar en su creencia y estar en el infierno por toda la eternidad.

Desde el punto de vista del ateo, sería trágico vivir aquí ahora, con la mirada puesta en una eternidad que no existe. Habrían muchas cosas que se interesa hacer que ese Dios del Cristianismo dice que no se debe hacer porque es inmoral. Pero si Dios no existe y no hay eternidad con él, todo eso es una pérdida de tiempo. Esto sería cierto, si no tuviésemos buenas razones para creer que en efecto hay una eternidad que nos espera.

Si la fe en Cristo fuese un mero deseo fuerte, de que la realidad sea como queremos sería una pérdida de tiempo, Pero la fe bíblica está basada en hechos y razones para confiar en la persona de Jesús. Si fueran meros deseos, entonces estaríamos jugando al juego de las ilusiones. Pero no es así.

La resurrección de Jesús es la evidencia de que tenemos una vida después de la muerte. Jesús afirmaba que así era (Mateo 7: 21-23, Mateo 25:23, Lucas 13: 22-27) y luego de morir, Dios le resucitó de entre los muertos. Dios jamás traería de vuelta a un charlatán que mentía sobre su identidad y la realidad acerca de Dios y la eternidad. La resurrección de Jesús es la manera en que el Padre respaldó lo que Jesús decía.

Sabemos que Jesús resucitó porque el testimonio de sus apóstoles es fidedigno. Estuvieron listos para morir por lo vieron, tocaron y testificaron. Incluso sabemos de enemigos de Jesús que cambiaron de parecer. De ser un perseguidor de Cristianos, Pablo se convirtió en misionero y plantador de Iglesias. Santiago, el hermano menor de Jesús dejó su incredulidad acerca de su hermano mayor (Juan 7:1-10) y se convirtió en líder de la Iglesia naciente en Jerusalén (Gálatas 2:9). Estos no son hechos de personas confundidas. Son actos de personas convencidas racionalmente. Esto sin hablar de las más 500 personas que vieron a Jesús resucitado a la misma vez.

Por estas razones es que creemos que lo que Jesús enseñó sobre la vida después de la muerte es cierto. ¡Mejor compartamos eso con las personas con las que hablamos!

La bomba teológica de hoy es que Dios nunca pretende que su invitación a conocerlo sea como un juego del azar. La invitación de Dios a conocerle es directa y abierta. No esconde nada. Mira como Jesús lo hizo:

Juan 1:38-39 PDT
“38 Jesús se dio la vuelta, vio que lo seguían y les preguntó: —¿Qué quieren? Ellos le dijeron: —Rabí, (que significa: Maestro) ¿dónde te estás quedando? 39 Jesús les contestó: —Vengan a ver. Entonces ellos fueron y vieron dónde se estaba quedando y pasaron ese día con él. Eso fue como a las cuatro de la tarde.”

Fíjense que no hubo un juego de escondites en la invitación de Jesús. Fue simple y directo: vengan y vean. O sea: “¿quieren conocerme? Vengan y háganlo. Este soy.” Jesús llamó a sus discípulos a seguirle en medio de su ministerio público donde ya se estaba dando a conocer como un maestro que sanaba. Jesús no se escondió. Les dijo: “Sígueme” y ellos viendo a lo que se enfrentarían le siguieron. Dios no juega a los escondites. Tanto así que su Palabra es evidencia de su deseo de ser conocido. Su invitación no es una apuesta.

A estas alturas de seguro alguien dirá “¿y Cómo debemos presentar a Jesús entonces?” Y la respuesta es: como Jesús mismo lo haría. Con honestidad y mostrando quién es realmente. Cuando Cristo habló con Nicodemo en Juan, capítulo 3, fue bien honesto con quien era. Cuando habló con la mujer samaritana en Juan, Capítulo 4 no tuvo problemas en revelarle a ella su identidad como mesías. Jesús siempre es brutalmente honesto con quienes están dispuestos a conocerle.

Con los que se mostraba distante era con aquellos que no querían conocerle realmente. A esos les daba parábolas o preguntas para que si les interesaba lo suficiente como para abrir sus corazones a poder conocerlo, lo hicieran.

Muchas veces pensamos que es nuestra responsabilidad lograr que todo con quien compartimos el evangelio se convierta en medio de nuestra conversación con ellos, pero no hay razón para tomar esa responsabilidad sobre nuestros hombros. El Espíritu Santo es el que convence a las personas, no nosotros. Como embajadores, lo único que tenemos que hacer es representar a nuestro Rey Jesús con honestidad y fidelidad. Pero al final, Dios es quien se encarga de los corazones de las personas. Como enseña 1 Corintios 3:6-9 (NVI):

“6 Yo sembré, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento. 7 Así que no cuenta ni el que siembra ni el que riega, sino solo Dios porque es quien hace crecer. 8 El que siembra y el que riega están al mismo nivel, aunque cada uno será recompensado según su propio trabajo. 9 En efecto, nosotros somos colaboradores al servicio de Dios; y ustedes son el campo de cultivo de Dios, son el edificio de Dios.”

Toquemos nuestra parte con gozo, sabiendo que Dios es quien está al mando de la orquesta completa.

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About Rick Lipsett

(@ricklipsett) director y portavoz de verdadyfe.com. Ha escrito numerosos artículos relacionados a la apologética Cristiana. Sirve como pastor en la Iglesia Cristiana Catacumba 9 de Cayey, Puerto Rico. Actualmente cursa una maestría en Teología de Southern Baptist Theological Seminary (SBTS).
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