Hay porciones de la Escritura que cuando las leemos nos asombramos porque no esperamos que estén en la Biblia. Para mí, el Salmo 73 es uno de esos textos. Precisamente porque choca, es que Dios capturó mi atención para estudiarlo. ¿Cómo es que el salmista se atreve a envidiar a los malvados? El enigma me llevó a la gran joya que encontramos en este Salmo. Un escrito de alguien que se encontraba en medio de un quebranto y lo único que deseaba era hacer algún tipo de sentido sobre esa temporada y la búsqueda activa del abrazo de Dios. El Señor no escondió su rostro a su hijo y hoy también lo revela a nosotros.
Estaré hablando de cuatro puntos que salen de este salmo:
- Nuestra situación nos mueve a mirar para el lado
- Creemos que el malvado tiene una buena vida
- Necesitamos a Dios para entender
- Hay que calibrar nuestro gozo
Salmos 73 (NTV)
1 En verdad Dios es bueno con Israel, con los de corazón puro. 2 Pero en cuanto a mí, casi perdí el equilibrio; mis pies resbalaron y estuve a punto de caer, 3 porque envidiaba a los orgullosos cuando los veía prosperar a pesar de su maldad.
4 Pareciera que viven sin problemas; tienen el cuerpo tan sano y fuerte. 5 No tienen dificultades como otras personas; no están llenos de problemas como los demás.
6 Lucen su orgullo como un collar de piedras preciosas y se visten de crueldad. 7 ¡Estos gordos ricachones tienen todo lo que su corazón desea! 8 Se burlan y hablan solo maldades; en su orgullo procuran aplastar a otros. 9 Se jactan contra los cielos mismos, y sus palabras se pasean presuntuosas por toda la tierra. 10 Entonces la gente se desanima y se confunde al tragarse todas esas palabras. 11 «¿Y qué sabe Dios?—preguntan—. ¿Acaso el Altísimo sabe lo que está pasando?». 12 Miren a esos perversos: disfrutan de una vida fácil mientras sus riquezas se multiplican. 13 ¿Conservé puro mi corazón en vano? ¿Me mantuve en inocencia sin ninguna razón? 14 En todo el día no consigo más que problemas; cada mañana me trae dolor.
15 Si yo realmente hubiera hablado a otros de esta manera, habría sido un traidor a tu pueblo. 16 Traté de entender por qué los malvados prosperan, ¡pero qué tarea tan difícil!
17 Entonces entré en tu santuario, oh Dios, y por fin entendí el destino de los perversos. 18 En verdad, los pones en un camino resbaladizo y haces que se deslicen por el precipicio hacia su ruina. 19 Al instante, quedan destruidos, totalmente consumidos por los terrores. 20 Cuando te levantes, oh Señor, te reirás de sus tontas ideas como uno se ríe por la mañana de lo que soñó en la noche. 21 Entonces me di cuenta de que mi corazón se llenó de amargura, y yo estaba destrozado por dentro. 22 Fui tan necio e ignorante; debo haberte parecido un animal sin entendimiento. 23 Sin embargo, todavía te pertenezco; me tomas de la mano derecha. 24 Me guías con tu consejo y me conduces a un destino glorioso.
25 ¿A quién tengo en el cielo sino a ti? Te deseo más que cualquier cosa en la tierra. 26 Puede fallarme la salud y debilitarse mi espíritu, pero Dios sigue siendo la fuerza de mi corazón; él es mío para siempre. 27 Los que lo abandonen, perecerán, porque tú destruyes a los que se alejan de ti. 28 En cuanto a mí, ¡qué bueno es estar cerca de Dios! Hice al Señor Soberano mi refugio, y a todos les contaré las maravillas que haces.
#1 Nuestra situación nos mueve a mirar para el lado
El salmista tenía la teología correcta. Dijo:
“En verdad Dios es bueno con Israel, con los de corazón puro.”
Dios es bueno con su pueblo. Dios cuida a los que tienen corazón puro. Abraham le creyó a Dios y le fue contado por justicia (Gal 3:6) igual que nosotros hoy le creemos a Jesús y somos contados como sus santos redimidos (Rom 10:9). El autor de este salmo sabía que Dios pone todos los elementos de nuestra vida a obrar a nuestro favor como lo hizo con José cuando sus hermanos lo vendieron de esclavo. Lo que ellos intencionaron para mal, Dios lo intencionó para bien y gracias a sus acciones pecaminosas, Israel sobrevivió la hambruna. Pablo escribió que todo obra para bien para aquellos que aman al Señor y viven conforme a sus propósitos (Rom 8: 28).
Pero aunque tenía el conocimiento de lo que Dios había dejado revelado en su Palabra, al momento de la dificultad, el salmista, por un segundo, consideró a los que no son de corazón puro y el tipo de vida que llevan. Sacó su mirada del Señor por un segundo y le fue suficiente para tener toda una serie de maquinaciones y fantasías que por poco le provocan alejarse del Señor.
La dificultad tiene la capacidad de movernos el suelo. Lo que pensábamos que era firme y estable sobre nosotros mismos se mueve como gelatina y consideramos al del lado, pensando que su piso debe ser más firme que el nuestro. Nuestros ojos se centran en quienes sabemos que deberían estar pasándola mal y vemos que tienen una vida que nosotros que seguimos al Señor, no tenemos. El césped siempre está más verde en la casa del vecino, por alguna razón.
¡La Biblia es tan certera en lo que nos presenta! El autor no tuvo problemas en revelar lo que le pasó. No escondió ni tapó su corazón. Lo dejó al descubierto para la posteridad. Miles de años después, aquí estamos considerándolo. ¿Cuántas veces nos ha pasado que quitamos la mirada un segundo de nuestro Señor y nos comparamos con otros? No es nada nuevo. De hecho, es de esperarse por nuestra fragilidad e inclinación al pecado. Dios conoce nuestras inclinaciones y nos habla en este salmo.
#2 Creemos que el malvado tiene una buena vida
Las personas que viven sin Dios parecen estar viviendo de lo más bien. Incluso algunos parecen estar viviendo mejor que aquellos de nosotros que somos de Jesús. Los que quizás tienen riquezas, por ejemplo, parece que están viviendo la mejor vida que hay. Podríamos pensar que no tienen de qué quejarse. Ciertamente es lo que el Salmista pensó:
“7 ¡Estos gordos ricachones tienen todo lo que su corazón desea! 8 Se burlan y hablan solo maldades; en su orgullo procuran aplastar a otros. 9 Se jactan contra los cielos mismos, y sus palabras se pasean presuntuosas por toda la tierra.”
El dolor del salmista era real. Al parecer, él tenía alguna información sobre aquellos a quienes se refiere en su salmo que nosotros no siempre tendremos para poder hacer una aseveración como la que hizo.
Pero lo que le perturbaba era que no le parecía compatible con su vida dedicada al Señor. ¿Cómo va a estar pasando un quebranto si Dios es quien le cuida por ser justo–por creer en Él? Los versículos 4 y 13 nos dan la razón detrás de este desenfoque momentáneo que tuvo el salmista:
- “4 Pareciera que viven sin problemas; tienen el cuerpo tan sano y fuerte.”
- “13 ¿Conservé puro mi corazón en vano? ¿Me mantuve en inocencia sin ninguna razón?”
Esta es la duda que quiebra la fe de muchos. Es la objeción más común en contra de Dios. Si Dios existe, ¿por qué el mal?
De la misma manera en que la Biblia no esconde lo que el salmista estaba pensando, tampoco nos esconde la objeción contra la soberanía de Dios. Si Dios es bueno, ¿por qué no elimina el mal? ¿puede hacerlo?¿quiere hacerlo?¿por qué no lo hace y ya? Es una pregunta filosófica que encuentra respuesta en la filosofía. Pero al momento del quebranto, no es tiempo de filosofar. En medio del dolor, lo que nuestra alma quiere es alivio. Deseamos un abrazo alentador.
El salmista estaba viviendo algún tipo de quebranto en su cuerpo. Quizás fue un padecimiento, enfermedad o algo así. Ese segundo en el que quitó su mirada del Señor, cuestionó su vida y su enfoque. ¿Debió aprovechar la vida al máximo y hacer lo que hubiese querido? Probablemente se dijo a sí mismo: “¡Se vive una sola vez, perdí mi tiempo dedicando tanto tiempo al Señor!
Podríamos pensar: ¡¿Cómo se atreve este señor a cuestionar así a Dios?! Pero recordemos que: (1) el versículo 15 dice que nunca salió por su boca. El salmista tuvo los pensamientos por un momento pero si leemos el salmo completo vemos que al final llevó sus pensamientos cautivos a la obediencia al Señor (2 Cor 10:5). Además, (2) esto está escrito en nuestras Biblias, que es la Palabra inspirada por Dios. Es un testimonio de que Dios conoce cómo son nuestros pensamientos y nuestras dudas. A Dios no se le escaparon las dudas del salmista y tampoco se le escapan las nuestras. Y que Dios sabe qué hacer con nuestras dudas.
La Biblia enseña que Dios es soberano incluso en nuestro quebranto. Mira como aparece en la historia de Job:
“20 Job se levantó y rasgó su vestido en señal de dolor; después se rasuró la cabeza y se postró en el suelo para adorar 21 y dijo: «Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo estaré cuando me vaya. El Señor me dio lo que tenía, y el Señor me lo ha quitado. ¡Alabado sea el nombre del Señor!». 22 A pesar de todo, Job no pecó porque no culpó a Dios.”
Job 1:20-22 (NTV)
Job nunca se enteró por qué vivía la pérdida extrema que experimentó, pero el comentarista que nos relata lo que Job dijo, dice que en lo que Job dijo, no pecó. Job dijo que Dios es quien da y quien quita y prosiguió a adorarle.
El salmista tomó el ejemplo de Job y regresó su mirada perdida, de vuelta al enfoque correcto.
#3 Necesitamos a Dios para entender
El problema de quienes se quejan y no entienden cómo es que el mal existe, si Dios es verdaderamente soberano y bueno, es que permanecen dándole vueltas al asunto en sus propias cabezas y nuestro corazón es engañoso y perverso (Jer 17:9). No vamos a poder encontrar razón en nosotros mismos. Por eso el salmista dice que se comportó como un animal salvaje (v.22).
Usualmente en una situación de quebranto profundo, somos rápidos para dudar y ventilar por nuestra boca quejas y dudas que hasta pueden deshonrar a Dios. Si alojamos quejas en el corazón, saldrán por la boca porque de la abundancia del corazón, habla la boca (Mt. 12: 34b) Pero el salmista nos da una clase de qué es lo que deberíamos hacer cuando, como él, quitamos nuestra mirada un segundo del rostro de nuestro Señor Soberano:
15 Si yo realmente hubiera hablado a otros de esta manera, habría sido un traidor a tu pueblo. 16 Traté de entender por qué los malvados prosperan, ¡pero qué tarea tan difícil! 17 Entonces entré en tu santuario, oh Dios, y por fin entendí el destino de los perversos.
El salmista tenía clara su teología, como dije al comienzo. El quebranto fue lo que le llevó a desviar su mirada, pero sabía lo correcto. Por eso, luego de un período de desenfoque, recurrió a Dios. Fue en la presencia de Dios que por fin pudo entender.
De manera irónica, Dios no le mostró el por qué de su sufrimiento, como esperaríamos que hiciera. En ese sentido, fue como con Job. Job nunca se enteró de las conversaciones entre Satanás y Dios. El salmista no recibió esa respuesta de parte de Dios, pero sí recibió entendimiento sobre la supuesta prosperidad del vecino.
La realidad es que nadie conoce lo que hay en la olla excepto el que la menea. Podemos fantasear todo lo que queramos y perdernos en juicios severos sobre el corazón de quienes examinamos, pero no sabemos realmente lo que están viviendo esas personas en su interior.
Dios estaba siendo misericordioso y permitiéndole bienestar, pero tarde o temprano, todo eso se terminaría y tendrían que encontrarse con el Dios Justo para rendir cuentas del tipo de vida que llevaron.
18 En verdad, los pones en un camino resbaladizo y haces que se deslicen por el precipicio hacia su ruina. 19 Al instante, quedan destruidos, totalmente consumidos por los terrores. 20 Cuando te levantes, oh Señor, te reirás de sus tontas ideas como uno se ríe por la mañana de lo que soñó en la noche.
No debemos envidiar a los malvados jamás, pues nosotros tenemos a Cristo. Nuestra circunstancia actual se desvanece como una pesadilla cuando consideramos la eternidad que nos aguarda en Cristo. Las pesadillas parecen eternas mientras las soñamos, pero luego abrimos los ojos y desvanecen. Se convierten en el peor de los casos, en un recuerdo ambiguo y en el mejor de los casos, ni las recordamos más. Por eso, nuestro enfoque debe estar en Cristo y la recompensa de su compañía por toda la eternidad. El Dr. Albert Mohler lo dijo así: “Vivir a la luz del fin, es la única manera sabia de vivir.”1
Esto no significa que Dios no intervenga en nuestra situación en este lado de la eternidad. A menudo lo hace y ¡Gloria a Dios por eso! Pero algo es seguro, el quebranto es el momento donde nuestra confianza en Jesús debería crecer y no menguar. Ese es el testimonio del salmista y lo que debemos llevarnos hoy. Dios está trabajando en nuestro carácter.
Necesitamos recordarle a nuestro corazón que el quebranto actual es nuestra línea directa al corazón de Jesús, porque él es quien sana los corazones quebrantados y venda sus heridas (Salmos 147:3).
#4 Hay que calibrar nuestro gozo
Pertenecer al Señor debería ser nuestro mayor gozo. Pero la vida a veces nos golpea duro y no logramos encontrar ese deleite. Le pasó al salmista:
21 Entonces me di cuenta de que mi corazón se llenó de amargura, y yo estaba destrozado por dentro. 22 Fui tan necio e ignorante; debo haberte parecido un animal sin entendimiento.
Pero cuando regresó su mirada al Señor, su corazón halló su deleite:
23 Sin embargo, todavía te pertenezco; me tomas de la mano derecha. 24 Me guías con tu consejo y me conduces a un destino glorioso.
Nuestro gozo en el Señor no puede depender de nuestra felicidad actual. Las experiencias comunes en la vida son efímeras. La felicidad que todos buscan, llega e inmediatamente se va. Pero el gozo que llena nuestro corazón al considerar que le pertenecemos a Dios, que él es quien nos guía y lleva hacia su presencia para siempre, es la gasolina que nuestra alma necesita para seguir adelante.
El salmista logró quitar del medio el pensamiento gravoso sobre su situación actual que le pesaba cuando fue a la presencia de Dios. Significa que la cura para nuestro pensamiento excesivo por nuestra situación, ve la luz cuando nos abrimos al abrazo de Cristo. Es desde la relación con el Señor, que nuestra mirada capta por fin la luz del amanecer.
Un gozo bien calibrado en Cristo nos mueve a la adoración, a pesar de nuestra situación.
Por eso el Salmista irrumpe en adoración:
25 ¿A quién tengo en el cielo sino a ti? Te deseo más que cualquier cosa en la tierra. 26 Puede fallarme la salud y debilitarse mi espíritu, pero Dios sigue siendo la fuerza de mi corazón; él es mío para siempre. 27 Los que lo abandonen, perecerán, porque tú destruyes a los que se alejan de ti. 28 En cuanto a mí, ¡qué bueno es estar cerca de Dios! Hice al Señor Soberano mi refugio, y a todos les contaré las maravillas que haces.
Fíjate que la situación del salmista no cambió: “Puede fallarme la salud y debilitarse mi espíritu” lo que cambió fue su perspectiva: “pero Dios sigue siendo la fuerza de mi corazón; él es mío para siempre.”
Aplicación
Dios quiere ser nuestra roca de protección y auxilio en tiempos de quebranto. El sabe que somos polvo y que se nos olvida mirarle a él. Él sabe que miramos la grama del vecino y preguntamos por qué la nuestra no se ve así. Dios sabe. Por eso está este salmo aquí.
Deja que Dios te abrace en medio de tu dificultad. No permitas que la situación actual defina tu ánimo ni tus emociones. Dile a tu corazón quién es el Rey de tu vida y proveedor del máximo gozo. Haz de este salmo un recordatorio para los días lluviosos.
La temporada de quebranto de Job le llevó a reconocer absolutamente a Dios sobre su vida. Nuestro quebranto es la oportunidad perfecta para acudir a Dios y descansar en su voluntad y poder.
Disciplínate en hacer de Dios la fuerza de tu corazón. Abre tu boca y dile, ¡Señor Soberano, eres mi refugio, a todos les contaré las maravillas que haces!
Fuentes:
1. Mohler, Albert Jr., NIV Grace & Truth Study Bible (Michigan: Zondervan, 2021) p.760



