¿Por qué Dios mandó a los osos a atacar?

Episodio #196 de nuestro Podcast

2 Reyes 2: 23-25 (NTV) Trae un texto muy curioso que lee:
“23 Después Eliseo salió de Jericó y subió a Betel. Mientras iba por el camino, unos muchachos de la ciudad comenzaron a burlarse y a reírse de él. «¡Vete de aquí, viejo calvo!—gritaban—. ¡Vete de aquí, viejo calvo!». 24 Eliseo se dio la vuelta, los miró y los maldijo en el nombre del Señor. Entonces dos osos salieron del bosque y atacaron a cuarenta y dos de ellos. 25 De allí, Eliseo fue al monte Carmelo y finalmente regresó a Samaria.”

Algunas personas leen esto y comentan contra el carácter de Dios, por obrar un milagro a través de Eliseo, que seguramente terminó con la vida de 42 muchachos.

Las preguntas que comienzan con “por qué Dios hizo” son preguntas cuya respuesta es certera sólo si la Biblia misma da la respuesta. Si no da la respuesta, podemos llegar a una conjetura fundamentada basándonos en el contexto literario o circunstancial de la porción bíblica que leemos. Si es de un suceso actual, preguntarnos el “por qué Dios hizo” va a necesitar una reflexión que conlleva tiempo para analizar los frutos de un suceso. Pero al final, igualmente será una conjetura educada. No estamos en una posición favorable para pretender saber las intenciones de Dios si él no las declaró.

Significa que daré una respuesta hoy que es una conjetura educada.

Para comenzar, es necesario poner un fundamento claro: La vida le pertenece a Dios. Todo lo que existe es suyo porque él lo creó. Tu y yo somos de Dios como criaturas y puede hacer con nosotros como a él le plazca. Por lo tanto lo que haga Dios con unos muchachos es cosa de él y no hay quién le exija respuesta por lo que él decida. Siendo un Dios perfecto, todo lo que decide hacer es moralmente correcto. La diferencia es que es conforme a su carácter y no el nuestro. Desde nuestra naturaleza pecaminosa somos rápidos para dejar pasar la maldad, porque no lo consideramos tan malo. La persona que no sirve o ama a Jesus y le obedece encontrará eso que acabo de decir como ofensivo. Pero para el cristiano es un privilegio servir y obedecer la voluntad de Dios, por lo que no es una carga, sino un privilegio. De hecho, es un gozo saber que mi vida está en las manos de mi Señor.

Pero para contestar la pregunta, hay que leer el capítulo completo de 2 de Reyes 2 como mínimo para darnos cuenta que hay una sucesión del ministerio profético de Elías al de Eliseo. Dios se lleva a Elías y le da a Eliseo una doble porción de su Espíritu. El sucesor de Elías comienza su ministerio dividiendo las aguas de un río que cruzó y luego sanando un cuerpo de agua que producía enfermedades a los que tomaban de él. Lo próximo que sucede es el texto que leí al principio.

Entonces Eliseo comenzaba su ministerio y Dios estaba mostrando su respaldo a su profeta, obrando señales y prodigios. Los muchachos que vienen a burlarse del profeta trataban de minimizar su reputación como si fuese una persona fuera de su razón que andaba por allí perdido. Pero Dios no estuvo de acuerdo. El respaldo del ministerio del profeta por parte de Dios fue absoluto. Quedó claro que Eliseo era un hombre separado para la obra santa de Dios. Los osos que Dios envió a atacar a los 42 muchachos dejaron absolutamente claro a todos los que vivían por aquellos lares que Dios y su profeta eran santos. Debían tomarse en serio a ambos.

La incomodidad de las personas ante este texto probablemente es que no pueden ver al Dios de amor que los Cristianos tanto hablan. Incluso otros dirán que la Biblia presenta dos Dioses diferentes, en el Antiguo Testamento, este Dios severo y en el Nuevo Testamento el Dios de Jesús que es Amor. Pero recordemos que el Dios a quien Jesús hacía referencia una y otra vez era al Dios de lo que llamamos Antiguo Testamento. Para Jesús y los autores del N.T. son el mismo Dios. No sólo eso, si vamos a Hechos 5: 1-11 vemos una situación que similarmente podríamos pensar que Dios actuó con severidad exagerada.

Ananías y Safira venden una propiedad y entregan sólo parte de las ganancias a la comunidad de fe. Pero cuando le preguntan si habían entregado todo, como lo había hecho Bernabé (Hechos 4: 32-37), el matrimonio dijo que sí. Cada uno lo dijo por separado en momentos diferentes durante el mismo día. Ambos mintieron y ambos murieron por mentir. ¿Te imaginas si Dios aún dejara muerto a los que mienten? No habrían personas sobre la faz de la Tierra.

Pero lo que vemos en el relato de Hechos 5 es similar a lo que vemos en 2 Reyes 2. En ambos momentos estaba surgiendo algo de parte de Dios que necesitaba verse que en efecto Dios lo respalda, para poder funcionar. Ambas cosas debían ser santas y cuando personas se trataron de burlar de esa santidad, perecieron. La situación del ministerio de Eliseo se parece a la situación de la Iglesia emergente. Dios no cambia.

Por lo tanto lo que podemos sacar de ambas situaciones, es que la santidad de Dios es un hecho que merece nuestra sobria reflexión. Le debemos a Dios el máximo respeto y aunque es cierto que Dios es misericordioso y sus misericordias son nuevas cada mañana, hay momentos donde si Dios no derrama su ira sobre el malvado, su nombre sería deshonrado y sus propósitos serían desviados. Dios siempre cumple su voluntad y jamás será burlado. Eso es lo que vemos que está sucediendo con Eliseo y también con la Iglesia en su inicio.

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About Rick Lipsett

(@ricklipsett) director y portavoz de verdadyfe.com. Ha escrito numerosos artículos relacionados a la apologética Cristiana. Sirve como pastor en la Iglesia Cristiana Catacumba 9 de Cayey, Puerto Rico. Actualmente cursa una maestría en Teología de Southern Baptist Theological Seminary (SBTS).
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