
Una de las razones por las que muchas personas abandonan el cristianismo es la decepción o desilusión que experimentan a causa de las imperfecciones que como humanos cargamos. Esto puede ocurrir en las iglesias; ya sea por sus enseñanzas, actitudes de otros cristianos, de sus líderes o la relevancia que la religión pueda tener en general.
Mientras vivamos de este lado de la eternidad no tenemos escapatoria de nuestros propios defectos, y por lo tanto todo lugar en el que nos reunamos para adorar y aprender de nuestro Dios estará lleno de personas que, como yo, necesitan a Cristo para ser salvos.
Independientemente de cuál sea la razón de nuestra decepción, ya sea por desviaciones, exageraciones o mentiras en la doctrina cristiana, es importante que reconozcamos y pongamos en práctica lo siguiente:
Necesitamos conocer a Jesús y Su Palabra
“Jesús le dijo a la gente que creyó en él: Ustedes son verdaderamente mis discípulos si se mantienen fieles a mis enseñanzas; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.” (Juan 8: 31-32)
La verdad se encuentra en Dios y Jesús es la revelación de Dios al hombre. Jesús personifica la verdad y es testigo de ella. La verdad no es solo un sistema o filosofía sino una “Persona”.
El conocer realmente a Jesús nos conecta directamente con esa revelación de lo que es auténtico y genuino. Para poder discernir las desviaciones, exageraciones o mentiras en la doctrina tenemos que relacionarnos con Él de una manera íntima y cercana. La manera de hacer esto es a través de su Palabra, la cuál es un relato de las Buenas Noticias de principio a fin y la que dirige nuestra fe. (Romanos 10:17)
Necesitamos aprender a identificar las desviaciones en la doctrina
Una vez comenzamos a ejercitar el “músculo de la fe”, todas las piezas del rompecabezas comienzan a encajar poco a poco. La Palabra contiene toda la teología que necesitamos saber. Al estudiarla y al relacionarnos más con Dios tenemos menos probabilidades de ser engañados. “Entonces ya no seremos inmaduros como los niños. No seremos arrastrados de un lado a otro ni empujados por cualquier corriente de nuevas enseñanzas. No nos dejaremos llevar por personas que intenten engañarnos con mentiras tan hábiles que parezcan la verdad.” (Efesios 4:14)
Algunos ejemplos comunes de desviaciones en la doctrina cristiana son: las herejías, combinar elementos del cristianismo con prácticas paganas, el legalismo, el liberalismo teológico o cristianismo progresivo, el evangelio de la prosperidad, y el universalismo o pluralidad de religiones.
Las desviaciones en la doctrina cristiana pueden surgir por diversas razones, como malentendidos, influencias culturales o agendas personales. Es importante que estudiemos las Escrituras, busquemos la guía del Espíritu Santo en nuestro tiempo a solas con el Señor, mientras meditamos en su Palabra y nos mantengamos fieles a las verdades fundamentales del cristianismo.
Necesitamos saber cómo defender nuestra fe
Por otro lado, me gustaría recomendar la combinación del estudio bíblico con la apologética cristiana, ya que en lo personal me ha ayudado a apreciar la verdad y a ejercitar un análisis crítico hacia la incredulidad no tan solo de otras personas, sino también de mí misma. La apologética cristiana me ayuda a ser más objetiva con las Escrituras y a apreciarla de muchas maneras, tales como:
- Conociendo mejor las razones de nuestra esperanza
- Discerniendo falsas doctrinas y enseñanzas bíblicas
- Refutando argumentos que se oponen o cuestionan la revelación de Dios en Cristo y en su Palabra
- Desarrollando una cosmovisión cristiana integral y coherente
- Y la más importante, fortaleciendo mi fe y confianza en Dios, al ver cómo su verdad se confirma por la historia, la ciencia, la filosofía, la lógica y la experiencia personal.
Necesitamos buscar consejería espiritual
“Confía en el Señor con todo tu corazón; no dependas de tu propio entendimiento. Busca su voluntad en todo lo que hagas, y él te mostrará cuál camino tomar.” (Proverbios 3: 5-6)
Si has pasado por alguna situación difícil, ya sea en la iglesia en la que te congregas o congregabas, o simplemente con un hermano cristiano, no permitas que eso te desanime. Algo muy importante que debes hacer es buscar a una persona en quien confíes que tenga madurez espiritual. Eso podría ser crucial en tu caminar como cristiano, además de no cesar de buscar el rostro de Dios.
En lo personal, tuve una experiencia en la que me sentía frustrada y desilusionada en la iglesia en la que me congregaba. Me sentía confundida sobre cómo se abordaban algunos temas y se manejaban algunas situaciones. Antes de tomar la decisión de irme, primero busqué consejo y ayuda de una persona en quien confío, y que aunque no pertenece a la congregación en la que yo estaba, tiene autoridad en la suya y podía darme consejo pastoral y espiritual. Esto me ayudó a ver lo que estaba pasando objetivamente sin permitir que las emociones y el desánimo no me permitieran enfocarme y poner mi mirada en lo que realmente es importante… Jesús. La persona me ayudó a encontrar una nueva congregación, me dio seguimiento, y me aconsejó en cómo mantenerme “conectada con Jesús” aún sin congregarme un tiempo. Además, por las razones mencionadas anteriormente, el estudio de la apologética cristiana tomó gran parte de este proceso.
Para mí fue muy difícil la experiencia, ya que la reacción automática del ser humano ante el dolor es huir de todo aquello que lo cause. En mi caso, me había dado por vencida en las personas, pero a través de la Palabra pude ser confrontada en como Dios nunca se ha dado por vencido con nosotros, y al pensar en quién soy yo para hacerlo con los demás.
Para concluir, podemos ver que es crucial mantenernos en comunión con Dios y empaparnos de Su Palabra porque es ella el filtro para detectar cualquier falsedad que escuchemos sobre la doctrina. No dependamos de otros para adentrarnos en ella. Necesitamos tener nuestra propia experiencia escudriñando y descubriendo todos los tesoros que contiene. Utilicemos de ejemplo la perseverancia de la iglesia primitiva que vemos en el libro de los Hechos de los Apóstoles, cuya devoción nos demuestra cómo podemos asegurarnos que nos mantenemos en el camino que Jesús mismo delineó para nosotros.



